La cocina coreana sigue siendo bastante desconocida en España, pero lo será por poco tiempo. No cabe duda de que todo lo que proviene de la península asiática, un territorio que ha estado históricamente sometido a la hegemonía de Japón, está de moda.
Hoy Corea del Sur es el principal exportador de series de ficción del mundo, tras EEUU y Reino Unido; sus artistas pop llenan estadios (también en España); y su gastronomía se está haciendo enormemente conocida, gracias a figuras de la talla de David Chang.
Aunque Corea del Sur ha tenido desde los años sesenta un milagroso desarrollo industrial, con empresas automovilísticas y tecnológicas de primera línea mundial, hoy busca ser además una importante potencia cultural, también en lo que a gastronomía se refiere. Un esfuerzo que va de la mano del peso de su industria alimentaria.
Fruto de esta labor de promoción de la alimentación coreana nace K-Food Festival, un evento organizado en Madrid por la Oficina Comercial del Gobierno de Corea del Sur (Kotra), que busca promocionar la gastronomía y los productos alimentarios coreanos en España.
Allí Nam Seon Woo, director de bienes de consumo y comercio electrónico de Kotra, nos explica que Corea del Sur ha triplicado entre 2000 y 2017 la exportación de alimentos. Un increíble aumento que va de la mano, claro, de la cada vez mayor presencia de su gastronomía en los países occidentales. Si en 2009 solo había 9253 restaurantes coreanos fuera del país, este año podemos visitar 33499.
Uno de estos nuevos restaurantes es Soma de Arrando, la primera aventura en solitario del chef coreano Luke Jang, que ha mostrado a los asistentes al evento varios de sus platos, en los que la cocina coreana se da la mano con las influencias que el cocinero mamó en su paso por El Bulli y Mugaritz.
Visto lo visto, no cabe duda de que el éxito de la comida coreana está ligado con el esfuerzo comercial del Gobierno surcoreano, pero hay que apuntar que su gastronomía tiene ciertas características que ayudan a triunfar en los tiempos que corren. Son estas:
1. Es viral
Es una característica fundamental para triunfar en la era de Instagram, y la cocina coreana la cumple con creces. La gastronomía de la península está íntimamente ligada con los cinco elementos de la cultura coreana –madera, fuego, tierra, metal y agua–, que se asociación con los cinco colores, conocidos como Obangsaek: azul, rojo, amarillo, blanco y negro.
Los platos coreanos buscan el equilibrio entre estos cinco elementos y colores, lo que hace que sus platos sean muy atractivos visualmente (y un imán de likes en las redes sociales).
Pero, además, existe todo un fenómeno fan en torno a la cultura coreana, en la que la comida tiene también un enorme papel. Son enormemente populares los desafíos en los que jóvenes tratan de engullir sus famosas comidas instantáneas picantes, que los fabricantes hacen cada vez más incomibles.
Los snacks coreanos son también famosos en el mundo entero, por sus extravagantes envasados y sabores, que hacen las delicias de influencers de todo pelaje. La empresa Snack Fever envía a todo el mundo unas cajas sorpresa con todo tipo de alimentos coreanos: gominolas, patatas fritas, chocolatinas, noodles… Como ha explicado Seon Woo en su presentación, la compañía ha tenido un increíble éxito, y todo gracias a instagramers y youtubers que quieren mostrar como abren la caja.
2. Es saludable
Snacks y productos precocinados aparte, lo cierto es que la cocina coreana tradicional tiene una base de lo más saludable. Los elementos y colores de la cultura coreana, que tienen su traslación directa en la comida, están incluso relacionados con supuestas propiedades curativas.
Los alimentos negros, como los frijoles, el arroz negro o las semillas de sésamo, son buenos para riñones y vejiga; los rojos, como el pimiento, las alubias o los chiles, ayudan a la circulación de la sangre; los azules (en el que se incluyen también los alimentos verdes), como el pepino, el apio o el cebollino, cuidan el hígado y los intestinos; las comidas blancas, como el ajo, la cebolla, la patata y el arroz, son buenos para los pulmones y las vías respiratorias; y los alimentos amarillos, como la calabaza o la batata, ayudan al páncreas y el estómago.
Hoy no todos estos atributos están respaldados por la ciencia, pero lo cierto es que el hecho de mezclar en las comidas una gran variedad de alimentos, en gran porcentaje de origen vegetal, hace que la gastronomía coreana sea realmente saludable. El país tiene una de las menores tasa de obesidad del mundo, un 5,3 % en 2017, según datos de la OCDE, una cifra solo mejorada por Japón.
Las comidas coreanas no tienen un primero o un segundo. Están siempre conformadas por un conjunto de banchan –guarniciones en las que las verduras son protagonistas–, arroz, y algún plato principal que contiene normalmente carne o pescado. Todo se comparte en la mesa. Son también importantes los alimentos fermentados, como la salsa de soja yang o el kimchi, cuyas propiedades nutricionales son encomiables.
Aunque hoy el país está invadido por comidas precocinadas (de las que pudimos ver una gran muestra en el encuentro), el porcentaje de la alimentación conformado por los vegetales sigue siendo mucho mayor que en Occidente –también en las comidas preparadas–.