Eran ya las dos de la madrugada cuando hemos conocido a la ganadora de la última edición de Masterchef. ¿Ya está todo el mundo de vacaciones? ¿Quieren matar a España de sueño? No lo sabemos, pero aguantar hasta el final ha sido una tortura, y eso que ha habido más cocina que nunca, que al fin y al cabo es lo que nos gusta.
Los cuatro finalistas -Oxana, Marta, Ketty y Tony- se han enfrentado en unas pruebas relativamente reñidas, en las que hemos visto buen nivel. Pero había una clara favorita. Y no ha defraudado.
Tras una introducción lacrimógena en la que los aspirantes han recibido un fotomontaje de sus supuestos restaurantes del futuro, los concursantes han tenido que reproducir dos platos de los chefs del restaurante Disfrutar, Oriol Castro y Mateu Casañas, premiado con dos estrellas Michelin y considerado como uno de los 20 mejores restaurantes del mundo, según la lista World´s 50 Best.
Para ello, han tenido que seguir las indicaciones de Oriol Castro, que ha cocinado ante ellos dos platos complejos a toda velocidad y explicándolos sin repetir las instrucciones más de una vez: una Gilda reinventada con caballa marinada y un trampantojo de macarrones a la carbonara.
Los platos tenían técnicas complejas, muchos pasos, y los aspirantes iban a matacaballo, sobre todo Oxana. Ni ella ni Ketty, ni mucho menos Toni, han logrado finalizar correctamente sus platos. Por el contrario, Marta, exceptuando algunos detalles sin importancia, lo ha clavado, y ha sido la primera seleccionada para el duelo final.
Terror en El Bohío, mi roca ha desaparecido
En la siguiente prueba, Pepe Rodríguez se ha llevado el concurso a su pueblo, Illescas (Toledo), donde regenta El Bohío, un modesto bar de carretera que heredó de sus padres y donde ha conseguido ya una estrella Michelín.
En sus cocinas, los aspirantes han tenido que elaborar de forma individual un menú degustación de seis platos, diseñado por el propio jurado como un homenaje a la cocina de Castilla-La Mancha: una reinterpretación del ajo blanco, con rocas heladas de almendra, polvo de manzana y sardina salada; un atún marinado con piedras heladas de tomate, jugo de manzana y salicornia y polvo de aceite; cigala con una sopa al cuarto de hora (un caldo de pescado típica de la zona), con un aire de azafrán, tallarines de calamar y un crujiente de gamba; ensalada de quesos manchegos y anguila, crema de turrón salado y un buñuelo relleno de crema de queso; solomillo de cerdo en adobo con gofre de aguacate, ñoquis fritos y salsa de maíz y achiote; y, por último, un clásico de El Bohío, un helado de nata, con crema de sésamo y vinagre, bizcocho de azúcar moscovado y roca de chocolate.
Toni, que quedó segundo en la anterior prueba, ha escogido cocinar el atún y el solomillo; Ketty, la tercera, ha optado por la cigala y el postre; por último, Oxana, que quedó la última, se ha tenido que conformar con el ajo blanco y la ensalada de quesos.
Los aspirantes han preparado los platos para dar de comer a los ganadores de 12 de las ediciones de MasterChef, en todas sus versiones, celebradas hasta la fecha. Eran platos difíciles y los tres aspirantes han cometido muchos errores.
El primer plato, el ajo blanco de Oxana estaba pasado de ajo y mal ejecutado en casi todas sus partes; el siguiente, el atún de Toni, ha salido sin rocas de tomate y ha tenido que adaptarlo sobre la marcha con la ayuda de Pepe y Jordi. Mejor parados han salido el primer plato de Ketty, que se parecía bastante al original de Pepe, y el segundo de Oxana, la ensalada de quesos, que también tenía todo en su sitio. El solomillo de Toni ha salido tarde, pero tampoco ha quedado mal del todo y Ketty, aunque se ha liado con la teja de chocolate, ha sacado bastante bien el postre, y a tiempo.
Dado que Ketty ha sido la única que ha elaborado bien los dos platos, y pese a la tensión guionizada de todos los veredictos –“nos ha costado mucho tomar esta decisión” –, estaba claro que era la siguiente finalista. Ninguna sorpresa, pues: son las dos favoritas de la edición casi desde el primer día las que han disputado el duelo final.
Un duelo interminable
En la última prueba de la noche, Marta y Ketty, que van de superamigas –“me llevo una hermana”, “te quiero mucho”, abrazos, lloros, etc–, acompañadas de sus familiares –doble ración de lloros– y los concursantes expulsados –ojo, que los “alcaldes” están liados– han tenido que preparar un menú completo libre, en dos horas, formado por tres platos que, sencillamente, impresionaran al jurado por su creatividad, técnica y, claro está, sabor.
Ketty ha apostado por un menú de influencia caribeña y gallega con una ensalada de rape, cigalas y buey de mar con una cúpula de coco infusionada en marisco; raya con una reducción de alga kombu, soja y una ensalada de jalapeño, hinojo y eneldo y, de postre, una versión del cubalibre llevada a la repostería, con bizcocho de cola y aire de ron.
Marta ha elaborado un menú basado en la dieta mediterránea con una versión del gazpacho (sin ajo) con esferas y chips de tomate, pepino ostomizado y aire de pimiento; de segundo, una caldereta de salmonete, con una crema y caviar de langosta y un coral de tomate; y, de postre, macarons de frambuesa, con chocolate y helado (muy de la dieta mediterránea).
Ambas se han complicado bastante la vida con múltiples elaboraciones y técnicas avanzadas. Por desgracia, en vez de explicar bien qué estaban haciendo se ha preferido emitir refritos de anteriores programas y colocar hasta la extenuación los consabidos productos derivados. Una tortura teniendo en cuenta que el duelo ha empezado casi a la una de la mañana y ha durado una hora.
El chef argentino Mauro Colagreco, con dos estrellas Michelin en su restaurante Mirazur (en Francia), ha sido el encargado de catar los platos de las finalistas y ha ayudado al jurado a tomar su decisión. Hay que decir que todos los platos tenían un aspecto excelente: de largo los mejores que se han presentado en lo que va de programa, pues las aspirantes, además de ser las mejores, tenían libertad y tiempo para mostrar su verdadera cocina.
El gazpacho de Marta estaba técnicamente impecable y, aunque según los jueces no se parecía tanto a un gazpacho, lo han valorado positivamente. La ensalada de Ketty, muy atrevida y resultona estéticamente ha sido calificada como “curiosa”, aunque tampoco ha entusiasmado.
En los segundos ha habido más problemas. La caldereta de salmonete y langosta de Marta era, como ha explicado Colagreco, una buena idea, pero ha tenido distintas valoraciones por parte del jurado, debido a algunos errores, como meter un crujiente en un caldo. El plato de Ketty, más arriesgado, era otra buena idea, pero ha fallado en el emplatado y, según los jueces, tenía demasiado aliño.
Después de recibir valoraciones similares las aspirantes se lo jugaban en los postres. Y aquí si ha habido un claro ganador. Ketty ha presentado otra buena idea, original y más arriesgada, pero que no ha despertado tantas pasiones como los macarons de Marta que han sido calificados como “perfectos” y han recibido todo tipo de elogios de los jueces.
La final ha sido bastante reñida y las dos aspirantes han recibido las felicitaciones del jurado, pero Ketty ha apuntado demasiado alto y Marta, la favorita desde el primer programa, ha presentado platos con un aspecto algo más profesional que le han permitido llevarse el gato al agua y los 100.000 euros de premio. Los seguidores del programa por fin pueden acostarse a una hora razonable, también tenemos nuestro premio.
Imágenes | RTVE
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