Este alimento contiene casi tanta proteína como el pollo, pero cuesta dos veces menos

En plena temporada, este ingrediente permite ahorrar y cumplir con las propiedades nutricionales sin complicarse

A la caza de la proteína de calidad se encuentra medio mundo. Ante una realidad cada vez más notable del agotamiento de ciertos modelos productivos, encontrar alternativas que sean buenas, bonitas y baratas a las carnes animales puede parecer más que complicado.

El pollo, a pesar de la mala fama que ha recibido en las últimas décadas, sigue siendo una fuente de proteínas de alto valor biológico insustituible en muchos hogares. Su precio lo hace atractivo, pero también la versatilidad que ofrece en cocina, existiendo una legión de recetas de pollo para todos los públicos.

Da igual el corte, pues en ese carácter todoterreno está parte del encanto de un alimento primordial en muchos hogares. Podemos hablar de pechugas de pollo, también denostadas por considerarse más secas, pero no vamos a dejar nunca atrás la calidad que pueden ofrecer los muslos de pollo, quizá la parte más agraciada de este despiece, siempre con permiso de los contramuslos.

Lo que sí es evidente es que, ante un aumento de costes notable, comer pollo ya no empieza a ser algo tan sencillo para muchos bolsillos. Razón por la que encontrar alternativas dentro de las proteínas es necesario. En este caso, aunque también son relevantes, no vamos a hablar de proteínas de origen vegetal.

Es cierto que el tofu, el seitán o el tempeh pueden permitir un camino al veganismo sin descartar las proteínas. También, si hablamos de vegetarianismo, hablaríamos del consumo de lácteos y de huevos, que sí se adhieren a esta corriente donde lo que se penaliza es el sacrificio cárnico del animal, no su uso como proveedor.

Sin embargo, hay formas de comer proteínas de alto valor biológico más baratas que el pollo y, evidentemente, pasan por echar un vistazo al mar. En este caso, lo que vamos a abanderar en nuestras mesas es la presencia de las necesarias sardinas, que ya empiezan a aparecer en nuestros mercados durante la primavera.

Sí, es cierto que no son las más gruesas del año, pero es precisamente esta su gran ventaja. Las sardinas son un pescado azul, lo que hace que tengan una cantidad interesante de grasas insaturadas –las consideradas 'buenas'–, beneficiosas para el sistema cardiovascular y también para construir masa muscular magra y reducir la grasa corporal.

En cuanto a proteínas, la carne de pollo presenta unos 20 gramos por cada 100 gramos de producto, mientras que las sardinas rondan los 18 gramos, una cantidad más que apreciable para un producto asequible.

Por eso, las primeras sardinas de la temporada, algo más escurridas, presentan menores cantidades de grasa, pero las mismas proteínas que aparecen en la carne de pollo, por lo que son una alternativa buena, bonita y barata para garantizar los aportes proteicos sin complicarnos ni dejar la cartera tiritando.

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