Este sencillo truco las hace más digeribles
Las almendras son uno de los frutos secos más populares de España, quizás incluso el que más. Aunque tiene que compartir telón con las nueces o las avellanas, además de los cada vez más visibles pistachos, seguramente sea la almendra el más habitual de nuestros frutos secos.
Perfecto como snack o como aperitivo, la realidad de este accesible alimento —fundamental en decenas de recetas, especialmente dulces— es de nutricionalmente de sobra conocida.
Ricas en grasas insaturadas, en proteínas, en hidratos de carbono y en minerales como el fósforo, el calcio y el magnesio, las almendras bien podrían tener la consideración de superalimento. Divididas en distNintas variedades, que pueden ser dulces o amargas, las almendras que nos interesan como fruto seco con las dulces, pudiendo tener cáscara blanda o cáscara dura.
Sin embargo, hay una realidad en la que seguramente no hayas reparado si quieres disfrutar de las almendras de la forma más saludable posible. No, no nos estamos refiriendo a que las consumáis crudas y al natural —que es lo lógico, pues si hacemos almendras fritas o preparamos las clásicos almendras tostadas, además de salarlas, ya metemos calorías extra y un plus de sodio que no nos interesa—.
No, lo que esta vez venimos a contaros es cómo hacer que vuestras almendras sean más saludables. Para ello, antes que nada, debemos presentaros a un pequeño enemigo: el ácido fítico. Presente en los frutos secos y en otras verduras y hortalizas, este ácido tiene la rara virtud de bloquear la absorción de determinados micronutrientes como el hierro o el propio calcio, como explican desde 750g.
De esta manera, el ácido fítico que incluyen las almendras estaría torpedeando desde dentro a los propios minerales que las almendras poseen. Por fortuna, hay una forma muy sencilla de disminuir el ácido fítico de las almendras y, al mismo tiempo, hacer que sus nutrientes sean más sencillos de absorber, como indica este estudio, refiriéndose principalmente a las grasas.
Hablamos, ni más ni menos, que de remojarlas en agua. Bastará con que dejemos las almendras —pueden ser peladas o sin pelar— un día en un bol con agua limpia dentro de la nevera, disfrutándolas al día siguiente debidamente escurridas.
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Además, después de este remojado, las almendras estarán más tiernas, por lo que también serán más fáciles de masticar —lo que también supone beneficios, según esta investigación—. Del mismo modo, si aún tienen un pelín de amargor, este baño de agua las suavizará y hará más dulces.
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