Si el gran debate del desayuno español nos divide entre los que ponen antes el aceite en el pan y los que ponen el tomate, en Estados Unidos tienen una discusión similar. Menos gourmet, por así decirlo, pero igual de acalorada entre los dos bandos enfrentados. Qué echar antes en el cuenco del desayuno, los cereales o la leche, he aquí la cuestión.
La cuestión nos puede parecer de lo más absurda. Porque pocos nos habremos planteado si hay otra forma de hacerlo a nuestro método, o si realmente importa el orden. El debate comienza al descubrir que otras personas lo hacen justo al contrario; ahí es cuando se derrumban tus convicciones y el asombro te invade. ¿Lo estaré haciendo mal? ¿Me estaré perdiendo algo al hacerlo así? O la incredulidad te lleva a reaccionar en contra de la costumbre ajena; ¿cómo puede alguien hacerlo al revés?
Ya sabemos que nos encanta debatir sobre los temas más baladíes y defender a capa y espada lo que nos parece correcto, que, casualmente, suele coincidir con lo que conocemos y practicamos por pura costumbre. Y mucho más en el ámbito gastronómico. Nunca convencerás a un concebollista de que la tortilla de patatas está buena sin cebolla, ni pasarás a un amante del ColaCao al bando del Nesquik.
Hay argumentos para todos los gustos.
De las papillas de gachas a los crujientes Kellogg's
Remontándonos al origen de lo que conocemos hoy como cereales de desayuno, volvemos a la comida más humilde del pueblo: las gachas. Esa especie de papilla grumosa que daba sustento a familias enteras cuando no había otra cosa con la que calentar el estómago, usando lo que hubiera en cada región: avena, maíz, arroz, cebada, trigo... De ahí nacieron el porridge anglosajón, el Bircher müesli suizo y la polenta italiana, aunque en España han sido gachas de toda la vida.
No eran lo que llamaríamos "comida de desayuno", eran simplemente comida, o sustento. A medida que las condiciones de vida fueron mejorando (cogiendo con pinzas ese concepto de 'mejorar') para la población occidental, con el desarrollo de la vida urbana y las revoluciones industriales, también cambiaron los hábitos alimentarios y la idea de nutrición saludable.
A finales del siglo XIX ya sí se practicaba el desayuno, y preocupaba que fuera indigesto o insano. Se popularizaron los sanatorios que promovían una alimentación vegetal, muy ligados a prácticas religiosas. Así fue como nacieron los cereales Kellogg's, pues John Harvey Kellogg, su creador, ya los había puesto en práctica trabajando en un centro sanitario basándose en la doctrina cristiana Adventista del Séptimo Día.
Kellogg's impuso los cereales crujientes como el desayuno ideal
Él y su hermano Will Keith Kellogg fundaron la compañía la Battle Creek Toasted Corn Flake Company en 1906, posteriormente The Kellogg Company o Kellogg's, triunfando rápidamente con su primer pelotazo, los copos de maíz tostado azucarados. Nos convencieron de que el desayuno era la comida más importante del día y que los cereales con leche eran sanísimos. Y así cambiaron la historia del desayuno y de la industria alimentaria para siempre.
La propia publicidad de Kellogg's en sus primeros años ya daban instrucciones implícitas sobre cómo se disfrutaban sus estupendos productos, a menudo mostrando imágenes de niños o atractivas mujeres sonrientes echando la leche en el cuenco repleto de sus cereales. En ocasiones se acompañaba también de un texto, como el de un anuncio de prensa de los años 40 de Rice Krispies:
"Heap them high in a bowl, golde-brown and tempting. Top them off with your favourite fruit. Then pour on rich milk o cream. Right away Rice Krispies join the cheering section with a lusty snap! crackle! pop! That's crispness!" ["Amontónalos en un cuenco, dorados y tentadores. Cúbrelos con tu fruta favorita. A continuación, vierte leche o nata. Enseguida, los Rice Krispies se unen a la sección de animación con un chasquido, un crujido y unestallido. ¡Eso es crujir!".!"
Pero, ¿y si estaban equivocados?
Cereales primero, leche después
Si la misma publicidad ya nos muestra que los cereales van primero, lo lógico es seguir su ejemplo. Hemos visto infinidad de veces el mismo gesto en los anuncios, en el cine, en las series de televisión y hasta en dibujos animados y cómics. Lo repetimos sin plantearnos siquiera si se hace así. ¿Y si tenemos que defender por qué o cuáles son sus ventajas?
Revisando algunas de las múltiples discusiones que surgen al respecto periódicamente en foros y redes sociales, podemos conocer las razones de muchos pro-cereales-primero.
"¿Qué clase de maldito psicópata pone la leche primero?"
"No estoy loco" o variantes como "no soy un psicópata" suelen ser argumentos repetidos, de escaso valor empírico, aunque razonables. Algunos usuarios aportan motivos más elaborados: "tiene más sentido en términos de funcionalidad y gusto", comenta Minimum-Grapefruit50 en un hilo de Reddit. "Permite una distribución más uniforme de la leche. Si pone la leche primero, los cereales se apelotonarán y flotarán encima antes de hundirse. Si se ponen primero los cereales, tienen más posibilidades de absorber la leche y conservar su textura crujiente".
Mantener la textura crujiente de los cereales es el punto clave, si bien algunas almas descarriadas los prefieren húmedos y blandos, dejando todo su sabor en la leche. El caso es que al echarlos primero no tardan más en empaparse, contrariamente a lo que el citado usuario argumenta.
Los defensores de la leche como primer elemento
La editora Lauryn Boden puso a prueba el método de los partidarios de echar la leche primero y descubrió que, para su sorpresa, lograba muy buenos resultados. Sus cereales permanecían crujientes durante más minutos, y además lograba calcular mejor la proporción de alimento y líquido.
@sarahmadbell MILK BEFORE CEREAL. FIGHT ME IN THE COMMENTS I DAIRY YOU 🥛#milkbeforecereal #milk #femalerapper #cereal @reesespuffs ♬ Milk before cereal - Sarah Maddack Bell
"Cuando echas leche en los cereales, los copos empiezan a elevarse, lo que distorsiona lo que crees que es el volumen real de líquido y te hace perder el sentido de las proporciones". En otras palabras, al ir echándolos directamente sobre una base de leche, controlas mejor cuántos cereales van entrando en el cuenco, pues tardan más en hundirse poco a poco. Y la capa superior permanece seca más tiempo.
En Medium, Nick San Juan hace otro elaborado alegato a favor de romper los dogmas establecidos. Si viertes la leche sobre los cereales, estos se someten al poder hidratante del líquido que los humedece desde la base, empezando a hincharlos, lo que provoca un aumento de volumen de todo el contenido, pues los cereales van "subiendo". No calculas bien a ojo la cantidad de nada, al contrario de lo que sucede si echas la leche primero.
La organización de productores lácteos The Dairy Alliance también defiende que echar primero la leche permite prolongar la textura crujiente, así como el sabor de los cereales y de la propia leche. Esto lo confirma la compañía Post Consumer Brands, que cuenta con una línea de cereales muy populares en Estados Unidos, señalando que esta técnica funciona mejor con cereales con una mayor capacidad de absorción y de piezas más pequeñas.
No se vayan todavía: la tercera opción del eterno rival
¿Una tercera vía? Sí, la que proponen desde Nestlé, otro gigante multinacional que hoy es uno de los grandes competidores de Kellogg's en el sector del desayuno. Lo llaman la técnica refill para un crujido supremo. Es decir, volver a rellenar.
La idea es empezar con una pequeña porción de cereales en el bol, seguida de una generosa cantidad de leche, bastante abundante. Entonces hay que comerse los cereales y echar otra pequeña porción de los mismos. Y así sucesivamente hasta que se agote la leche. Es como ingerir solamente la capa superior de un cuenco de cereales ordinario, sin tener nunca la típica capa inferior blanda.
Corolario: no hay reglas que valgan
Boden pidió opinión a varios expertos para tantear un poco mejor la situación de este debate, comprobando que vuelve a haber gustos para todo. La pastelera y empresaria Katherine Sprung, defensora de echar los cereales primero, incluso va más allá afirmando que considera la leche como un condimento, salsa o acompañamiento de la comida principal, que son los cereales.
Porque todos hemos conocido algún ejemplo de alguien que se ha tomado sus cereales de formas aún más extrañas, como calentando la leche, echando cubitos de hielo, usando zumo de naranja, café o té, o buscando precisamente lo contrario a la idea mayoritaria, que se queden blandurrios, como unas gachas. Todo depende del gusto, el uso y la costumbre.
Que cada cual pruebe el método que más le plazca, y que se tome los cereales, o lo que sea que desayune como prefiera, siempre que no mire por encima del hombro al que actúe de forma diferente. Y recordemos, una vez más, que los cereales azucarados no son precisamente sanos, que no existe la comida de desayuno y que tampoco hace falta desayunar.
Breakfast Cereal: A Global History (Edible)
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