La carne de caza es un producto que solemos asociar a los restaurantes de alta cocina, pero que muy poca gente prepara en sus casas. Fuera de los pueblos, y los círculos de cazadores, apenas se conoce como aprovechar una carne que, en realidad, es mucho más accesible de lo que creemos.
España es uno de los mayores productores de carne de caza de Europa, y también uno de los que menos la consume. Casi el 90 % de la carne que sale de nuestros cotos se exporta (más de la mitad a Alemania) sin que aquí sepamos darle el valor que tiene.
Por suerte, cada vez hay más cocineros que reclaman el buen uso de estas carnes, y no solo como parte de caros menús degustación. Es el caso de Saúl Sanz, chef del madrileño restaurante Treze, que con una trayectoria de ocho años (y tres cambios de local, el último hace unos meses a un espacio más grande en el portal de al lado) se ha hecho un nombre en la escena gastronómica, sobre todo por su buen hacer con la caza.
Como explica el cocinero a Directo al Paladar, su contacto con estas carnes no llegó hasta que empezó a trabajar como cocinero, primero con Iñaki Camba (en Arce) y luego junto a Cesar Martín, con el que coincidió en Balzac antes de que este abriera Lakasa (otro de los templos de la caza en Madrid). Sanz nunca ha sido cazador, pero como apunta: “Lo que trabajas es lo que haces tuyo”.
Y Sanz siempre ha trabajado la caza desde una perspectiva que a muchos puede sorprender: tratándola como una carne normal y corriente.
Una carne para todos los públicos
“En Madrid están los típicos sitios del Pardo que utilizaban y utilizan piezas muy grandes, con un sabor a montuno exagerado. Se maceran mucho en vino y especias y salen estofados superfuertes”, explica el cocinero. “La caza no tiene por qué ser así, puedes usar piezas más pequeñas, gastar los lomos en vez de las piernas… Que no sea una carne con un sabor que eche para atrás”.
Como muchas carnes, las piezas de caza necesitan una cierta maduración, pero Sanz prefiere que esta no sea excesiva. “En muchos sitios las aves las dejan 15 o 20 días, yo las dejo 7, no más. Si te pongo una paloma de 15 días de maduración, más agua pierde y más intenso es el sabor. Te pega tal viaje que no vuelves a pedirla en tu vida”.
Sanz insiste en que la de caza es una carne para todos los públicos, a la que no es necesario darle un tratamiento previo, que muchas veces la estropea. Es cierto que el sabor es de entrada más fuerte, pero muchas veces, explica, se potencia de más, con largas maduraciones que, a su juicio, no siempre son necesarias. “Se puede tratar igual que cualquier otro tipo de carne, y así lo hacemos”, explica.
En Treze se sirve incluso un cocido de caza, por encargo y en días puntuales, en el que se sustituye las carnes habituales como pollo o jamón por jarrete de jabalí, ciervo, perdiz y faisán.
Dónde comprar carne de caza
En la actualidad, es fácil encontrar buenos proveedores de caza en casi todos los mercados (e, incluso, en internet). Sanz, como casi todos los cocineros madrileños, recurre a las aves del pollero mayor del reino, Higinio Gómez, pero asegura que hoy hay muchos lugares donde se puede comprar todo tipo de piezas de caza, bien limpias y listas para cocinar. “Y el sabor, no tiene nada que ver”, asegura. “Es una carne rica, y con muy poca grasa”.
Ni siquiera es una carne tan cara como se piensa la gente. Treze es uno de esos restaurantes que escasean en Madrid, en los que se puede comer fenomenal por 30 o 40 euros. De hecho nació con ese objetivo, asegura Sanz: “Acercar un restaurante bueno al público general”.
Repasamos con el cocinero las principales piezas de caza que se pueden cocinar en casa, y nos explica cuáles son, a su juicio, las preparaciones con las que se le saca el mejor partido.
Pato
No todos los pastos son de caza, pero en España podemos encontrar la cerceta o el pato azulón (en la foto), que es el que se trabaja en Treze. El pato Barberie o Criollo, el típico francés, es de granja, pero Sanz explica que la forma en que se cría hace que resulte también excelente.
¿Cómo cocinarlo? “A mí en todas las aves me gusta cocinar mucho más los muslos y las piernas, que es más jugosa, y dejar para las pechugas una cocción más corta”, explica. “Me gusta curarlas en sal o marcarlas en la plancha y que queden semicrudas, atemperadas”. Es una carne prieta, explica, y si te pasas queda correosa.
En el restaurante confitan las patas, a baja temperatura, 12 o 15 horas; con las carcasas realizan un fondo, bien reducido luego; y la pechuga la atemperan y la cocinan poco, a la plancha. “Si me lo piden que lo haga más, paso”, apunta. “Si lo quieren muy hecho va a quedar duro y así no lo sirvo”.
Paloma torcaz
La paloma torcaz es la mayor de las palomas presentes en Europa. Aunque también se encuentra en ciudades, en estas es más común la Paloma bravía (Columba livia), que no se suele comer. El hábitat de la paloma torcaz es el bosque, donde es cazada.
Las aves, explica Sanz, se tratan de forma muy similar. En el restaurante la sirven de forma similar a la royal, cocinada al horno seis horas a 150º, por otro lado, un fondo con los interiores, y la pechuga curada 12 horas en sal.
Codornices
Las codornices, como todo el mundo sabe, son ideales para hacer un clásico escabeche. Y es así como se preparan también en Treze: un estofado tradicional con vinagre de jerez y vino blanco. Aquí las codornices van enteras, enharinadas con maizena (para que la puedan tomar también los celiacos), fritas y escabechadas. “Es un plato en el que no busco tanto el punto de la carne, si no más la textura y la acidez del vinagre”, explica Sanz.
Perdices
La perdiz, al ser un ave más grande, permite muchas más elaboraciones. “La hacemos de muchas formas”, asegura Sanz. Hoy en la carta de Treze encontramos un paté de perdiz, elaborado con estofado de perdiz con cebolla y oloroso, mezclado con hígado de pato. “Está buenísimo”, asegura.
Sanz insiste en que con la caza se pueden hacer las mismas preparaciones que con un pollo. La única diferencia, explica, es que no están estandarizados: a veces es más o menos dura. Es lo que tiene la naturaleza (y lo gracioso que tiene cocinarlas).
Grouse
La grouse, o perdiz roja escocesa, es una de las de las piezas de caza más codiciadas en Gran Bretaña. Su sabor es el más intenso de todas las aves de caza, más propio casi de la caza mayor. Y su manipulación no es muy agradable.
“Yo le cogí una manía tremenda, de cuando trabajaba en Balzac con César”, explica Sanz. “Lo que hacíamos era asar el muslo y picar la pechuga tipo tartar, en crudo. Al picarlo… Tiene un olor a cuero que flipas. Dejé de trabajarla”.
Ahora, no obstante, la ha recuperado. Hacen un fondo con las carcasas, con el que preparan un arroz, que se acompaña de la pechuga semiasada y seta de temporada.
Tiene buenísima pinta, pero Sanz advierte. “Es un bicho con un sabor y un aroma muy peculiar, muy intenso”, apunta el cocinero. “Si no has comido antes aves de caza no te comas esto”.
Faisán
Para terminar el capítulo de las aves, Sanz explica que este año no se ha podido cazar becada ni zorzal, dos de las aves más apreciadas y que mejor funcionan. Si ha habido, por el contrario, faisán. “Al final como no hay tanta variedad de aves tienes que jugar con lo que tienes”, explica.
“Estamos haciendo una royal de faisán, estofado muchas horas a baja temperatura en el horno, deshuesado, ligado con los interiores en un fondo muy concentrado, y acompañada de una rayadura de trufa, unos escalopillos finos de foie, hígado de pato crudo, sal y pimienta”, explica. “Está funcionando de cojones”.
Conejo
Aunque vemos conejos de granja en todos los supermercados, hay también conejos montunos, con un sabor más intenso que, según Sanz, merece mucho la pena probar. Son conejos más pequeños que venden todos los proveedores de caza.
En Treze elaboran una terrina, en la que mete también buey y panceta. Pero el cocinero advierte que cualquier plato de conejo, mejora infinito si la pieza es montuna: ya sea un conejo al ajillo o una paella.
Liebre
Este año, explica Sanz, no hay casi liebre porque la especie está sufriendo una plaga de mixomatosis, una enfermedad infecciosa que en su día diezmo la población de conejos. Estos generaron una respuesta a inmune tras años de contacto con el virus, que por primera vez ha aparecido en la liebre ibérica.
Aún así, están llegando algunas piezas. El plato más conocido de liebre es la famosísima liebre a la royal. En Treze hacen una especie de versión de esta, que no llaman así: un estofado similar, con los interiores, que colocan con pasta fila, lasaña o canelones. “Queda fuerte, pero sin pasarte de frenada”, explica.
Ciervo (venado)
España es hoy el principal exportador de ciervo de toda Europa, una carne más accesible de lo que se cree. Aunque es más tersa que la del gamo, tiene muchas posibilidades.
En su restaurante Sanz lo prepara asado al horno, como si fuera un roast beef, con el que prepara una coca, con su fondo y cebolla. “Volvemos a lo mismo, de lo que se trata es de acercar la caza a todo el mundo”, explica.
Gamo
El gamo (Dama dama) es un tipo de cérvido, que se diferencia del ciervo común por su menor tamaño y sus astas palmeadas. En la antigüedad, se convirtió en una presa codiciada por los cazadores de clase alta. Esto, paradójicamente, contribuyó a su conservación e introducción en varios lugares donde antes no estaba presente o se había extinguido durante la última era glacial.
Curiosidades aparte, su carne eses parecida a la de su primo mayor, pero es más delicada. En Treze, Sanz suele usar el chuletero entero, del que separa cinta, lomo y solomillo. Con las carcasas hace un fondo, para acompañar las piezas de carne marcadas en plancha y terminadas al horno. “Es una carne supertierna”, explica el cocinero. “La gente tiene el recuerdo más del ciervo, y el gamo es superfino”.
Corzo
El corzo es la única pieza que se caza en verano, entre abril y agosto. Aunque la caza mayor viene toda congelada, por norma, Sanz prefiere no trabajarla en verano para respetar la temporada, y en estas fechas se centra solo en el corzo.
Este animal es otro tipo de cérvido, parecido por tanto al ciervo como al gamo, pero aún más pequeño que este último. El pasado verano en Treze han trabajado la paletilla, cocinada a baja temperatura, con su fondo y un toque de whisky ahumado (Ardberg), pasado luego al horno. “Es un animal más pequeño que da juego para jugar con otro tipo de cortes”, explica.
Jabalí
El jabalí no deja de ser un cerdo silvestre y, al igual que su primo doméstico, se puede preparar de múltiples formas. Como consejo a la hora de cocinarlo Sanz vuelve a su máxima: tratarlo como una carne normal. “No hay que pasarlo de punto, porque se pone muy duro”, puntualiza. “Si te gusta la carne muy hecha haz un estofado, donde el punto de cocción va de largo”.
En Treze este año están haciendo el lomo escabechado, con vinagre y oloroso. Lo sirven templado con una ensalada de remolacha y níscalos. Otros años han hecho albóndigas, con la carne de la pierna, o acompañado de una confitura de manzana y setas, como en la foto.
Imágenes | Treze/Pixabay/Massimo Catarinella