Cuando acudimos al mercado a comprar algo de fruta, podemos observar que tienen una gran presencia, brillan y llegan a ser más que apetecibles, pero no nos engañemos, la verdad es que han ganado en presencia pero han perdido en calidad y son mucho menos agradables al paladar, esta es la realidad, la fruta ya no es lo que era.
La causa de este cambio hay que buscarla en los medios que se utilizan para la producción y la distribución, tan sólo hay que observar que hace un par de generaciones nuestra sociedad era mucho más rural y los alimentos eran frescos, con color y estaban al alcance de la mano. El aroma y el gusto eran muy característicos, como cuando vas al campo y coges un determinado fruto silvestre para degustarlo, es puramente fresco.
Las grandes poblaciones han propiciado un aumento de la demanda frutal y teniendo en cuenta las grandes distancias que puede haber entre los puntos de producción y los de consumo, la alimentación se ha convertido en un problema industrial. Se ha necesitado elaborar un tipo de agricultura masiva haciendo que muchos alimentos pierdan algunas de sus características y propiedades. Por poner algún ejemplo, antaño un árbol frutal podía producir 80 kilos de fruta, hoy en día el mismo árbol puede producir casi 200 kilos de fruta mucho más grande y perfectas gracias a la selección genética de las semillas, el abono y el control del agua. Pero ¿de qué sirve una fruta más lustrosa si ya no madura como antaño, en el mismo árbol y ni siquiera sabe igual?, esto lo hemos constatado nosotros personalmente, hemos podido observar como las mandarinas son recogidas prácticamente verdes y se almacenan en gigantes neveras acondicionadas para hacerlas madurar.
Tras este proceso, las mandarinas se vierten en una cinta transportadora, se seleccionan las que no tienen ni una tara, ni una mancha, frutas verdaderamente preciosas para ser exportadas a otros países, pero una vez que las pruebas te das cuenta de que les falta mucho sabor, no tienen la calidad que deberían tener.
Gracias a las exigencias existentes de transporte y distribución, la fruta nunca tendrá el mismo sabor que si hubiera madurado en el mismo árbol. Si además te informas, en la Sociedad Española de Agricultura Biológica podrás comprobar que las naranjas que se cultivan y recogen de esta forma tienen hasta un 10% menos de vitaminas. Pero aquí no acaba todo, según un investigador de la Geological Society, las naranjas además pierden hasta un 75% del hierro que contienen y un 50% del calcio y del sodio que normalmente deberían contener.
Hemos hablado de naranjas y mandarinas pero hay que decir que ocurre lo mismo con toda la fruta, por eso a nosotros nos saben tan bien las frutas de los árboles de nuestro campo y hablando de esto, tenemos casi a punto las cerezas, realmente sabrosas comparándolas con las que nos puedan vender en un mercado de ciudad.
Si todavía no has hecho la prueba y quieres convencerte, tan sólo tienes que degustar una cereza recién cogida del árbol y otra recién comprada, quizás el aspecto de la primera no sea como el de la segunda, pero en cuanto a sabor la cereza recién cogida supera a la otra con creces. ¿Qué opinas, son las frutas que nos venden óptimas en cuanto a calidad?
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