La vida del bar es dura y ya era hora de hacerles un merecido homenaje

La vida del bar es dura y ya era hora de hacerles un merecido homenaje
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La vida del bar es dura y no hay que ser un lince para llegar a esta conclusión, aunque en muchas ocasiones ni nos lo planteemos. Un bar es más que un trabajo, es una forma de vida. Dedicarse a ello requiere mucho esfuerzo, paciencia, sacrificio y tesón. Requiere un gran esfuerzo físico, descoloca relojes internos y deja fuera de fiestas y celebraciones a quienes se dedican a ello.

Para las familias y amigos de quienes viven de un bar, estos son los eternos ausentes. Trabajan mientras los demás se divierten, fines de semana, festivos y jornadas mucho más largas de lo que cualquier otro humano tiene por costumbre. Si sois conscientes de esto y de la dureza de tener un bar, seguro que disfrutáis del homenaje que Coca Cola acaba de lanzar mediante un proyecto de periodismo de datos que explica muy bien la importancia que tienen los bares en nuestro país. A nosotros nos ha encantado.

¿Qué significan los bares para los españoles?

Es innegable que los bares juegan un papel fundamental en España, tanto económica como social y, sobre todo, culturalmente. Los bares son esos lugares donde siempre hay gente, son seña de identidad del español y nuestra relación con ellos es inquebrantable. El paso del tiempo ha terminado con muchas de nuestras tradiciones, pero los bares se mantienen presentes y firmes.

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Según señala este proyecto, desde que irrumpieran entre nosotros, hace más de 120 años, los bares han sido testigo de muchos de los momentos más importantes de nuestras vidas. Es por ello que a nadie extrañará saber que para un 70% de los españoles los bares son punto de encuentro y que son considerados símbolo de nuestra cultura por un 65% de la población.

El bar no sabe de modas. Va más allá de tendencias pasajeras, perdura con el tiempo y sigue creciendo con los años. Casi la mitad de los españoles los visitamos a menudo y lo hacemos, para tomar algo en compañía, charlar con los amigos y ver el fútbol. Los bares están asociados al valor de la amistad y en ellos reímos, lloramos, nos enamoramos, nos enfadamos, hacemos nuevos amigos y mucho más.

La estrecha relación que surge con el camarero o la camarera, figura clave de todo bar, hace que 28% de la población confirme que les confiaría las llaves de su casa.

Entre las cuatro paredes de los bares se escriben cada día miles y miles de historias, seguro que a todos se nos ocurre alguna y que, al pensarlo, algo se esté removiendo en nuestro interior. Porque los bares han sido, son y seguirán siendo escenario improvisado de nuestras vidas y es innegable que forman parte de nosotros.

Los bares, con nosotros desde hace más de un siglo

Pero no son estos los únicos datos que incluye el citado estudio que revela que, desde que vieran la luz en el siglo XX, los bares se han ido forjando como nuestra seña de identidad, hasta llegar a ser el gran punto de encuentro que son en la actualidad. Si en las grandes ciudades tienen relevancia, en pequeños municipios adquieren una dimensión social nueva y se convierten en su alma.

Encontramos un gran ejemplo de ello en el citado proyecto y la Serranía Celtibérica, zona compuesta por diez provincias y más de 1.300 municipios en la que habitan menos de medio millón de habitantes. Es uno de los territorios más despoblados de toda Europa donde cientos de pueblos solo tienen un único bar, lo que lo convierte en el centro neurálgico y de encuentro de todos.

Ocio, reunión, tapeo, copas, confidencias, nervios, risas, llantos, flirteo, compromiso, diversión o euforia. Todo tiene cabida en ese espacio abierto entre la barra y la terraza.

Los bares son el hombro sobre el que apoyarse, el oído en el que confesar penas, la cara amiga en la que confiar, el diván en el que desahogarse de las preocupaciones y, en muchos casos, la mejor medicina. En él se consolidan relaciones al tiempo que clientes y trabajadores se convierten en una gran familia.

Quien tiene un bar tiene un tesoro

Quien tiene un bar no solo ha de saber saber de bebidas y tapas, de entregas, de repartos y de gestión. Porque la gente va a los bares a charlar, a que le escuchen, que para tomarse algo ¡pues ya se lo pueden tomar en sus casas! En el bar se echa la tarde, se juega a las cartas -benditas partidas de mús o tute-, se le da al futbolín y se ve la tele. Se acompaña y se es acompañado.

Dueño o dueña, quien tiene un bar es gerente, camarero o camarera y muchas profesiones más. Apoyado sobre la barra del bar y conversando con quien al otro lado se encuentra, el camarero o camarera hace las veces de psicólogo o psicóloga, amigo o amiga, hermano o hermana, médico, consejero o consejera sentimental, entre otros papeles.

Tener un bar es, más que un trabajo o una profesión, una forma de vida y sus cuatro paredes constituyen el alma de muchas comunidades. Su papel social es innegable.

Son quienes se levantan con el alba para que nosotros podamos tomar el café de camino al trabajo y se acuestan con el canto de los grillos. Gente entregada que encuentra en ello algo más que una profesión, una forma de vida. Una vida dura para la que hay que valer y estar hecho o hecha de una madera especial. Porque la labor que desarrollan es amplia y los sacrificios muchos.

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Por todo esto, gracias a los bares

Pues visto que los bares forman parte de nuestra identidad cultural y de nuestro día a día desde hace muchos años y no podemos estar más agradecidos por ello. Porque es en lugares como ellos donde el hecho de sentarse a la barra se magnifica y se vuelve algo casi terapéutico.

Gracias a los bares por brindarnos tantos momentos de compañía, de amistad, de emociones, de conversación, de ocio, de amistad, de apoyo, de consejo y de mucho más que podríamos seguir enumerando. Y gracias a las personas que los hacen posibles, porque sin ellos nada de lo escrito tendría sentido.

Imágenes | Wikimedia Commons y Pixabay
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