Estamos en pleno puente de la Inmaculada o de la Constitución y parece que sólo se habla de quienes han aprovechado para hacer escapadas, aprovechar el buen tiempo en la playa o para desatar el consumismo prenavideño. Pero afortunadamente todavía se mantienen en muchas casas esas costumbres típicas que nos van preparando para las fiestas, unas deliciosas tradiciones en los días de Adviento que espero que nunca desaparezcan.
Siempre he dicho que una de las cosas que me hicieron enamorarme de la cocina es su faceta cultural, y siempre me han atraído las costumbres y tradiciones culinarias de cada región. El haber crecido en una familia formada por miembros de procedencia muy dispar me ha ayudado a apreciar más esas tradiciones, que en estas fechas de ambiente navideño cobran una especial importancia.
San Nicolás y sus dulces
Hoy se celebra la festividad de San Nicolás, que posiblemente a muchos en España no les diga nada ya que además coincide con el aniversario de nuestra Constitución. Pero en muchos países europeos es un santo de gran importancia que se asocia a festejos populares muy particulares. Es como un anticipo de la Navidad, con la figura del santo que inevitabemente nos recuerda a Papá Noel gracias a sus ropas rojas y blancas y su larga barba blanca.
El santo, que fue un obispo del siglo IV al que se le atribuyen varios milagros, visita muchos países como el norte de Francia, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Austria, Alemania o Suiza. Por mis lazos familiares conozco especialmente este último caso, donde San Nicolás recibe el simpático apelativo de Samichlaus. Casi todos los pueblos y ciudades reciben su visita y los niños lo esperan con ilusión, pues reparte tradicionalmente mandarinas, frutos secos, chocolates y galletas de pan de especias o Lebkuchen.
En los Países Bajos esperan la llegada de su Sinterklaas, que se suele celebrar la víspera. Con un aspecto muy similar al personaje suizo, y un curioso origen español, los niños reciben también muchos dulces entre los que destacan los kruidnoten, letras de chocolate, mazapán, pepernoten y galletas speculaas. La tradición manda que los más pequeños dejen preparados sus zapatos con zanahorias para el caballo y en la mañana del 6 de diciembre disfrutan de sus pequeños regalos.
Además, en muchos países es típico encontrar en las panaderías y en las casas más aplicadas panecillos dulces horneados con la forma del “buen hombre” de San Nicolás. La masa es similar a la de un brioche menos enriquecido, un bollo tierno no demasiado dulce al que dependiendo de la maña del panadero se le aplican más o menos detalles. Se conoce como Grittibänz en Suiza, Mannala en el norte de Francia, Weckmann en Alemania, etc. También es típico usar la misma masa para hornear bollitos con formas navideñas, normalmente árboles, estrellas o corazones.
Es tiempo de galletas
Una de las cosas que se comparten en casi toda Europa – y parte del mundo – es la tradición de dedicar las semanas de Adviento a preparar todo tipo de dulces de cara a la Navidad. Muchos no llegan a las fiestas, claro, pero no hay ningún problema porque los hornos estarán a tope de trabajo hasta bien pasada la Nochebuena. En los países germanoparlantes, de hecho, lo típico es asociar el horneado de galletas variadas a la época navideña, y creedme cuando digo que tienen recetarios interminables con variedades para todos los gustos.
Además llega el invierno y las primeras nevadas, por lo que estos dulces también ayudan a sobrellevar el frío acompañando las tazas de vino caliente, tés y chocolates humeantes que devuelven las energías a cualquiera. Las galletas, normalmente cargadas de especias, se disfrutan en familia, se ofrecen a los invitados, se usan para decorar y se empaquetan para hacer bonitos regalos a los vecinos y amigos.
Hoy en día es habitual que los reposteros aficionados preparen galletas todo el año según apetezca, pero mi padre todavía asocia con nostalgia el olor a canela o vainilla saliendo del horno a esos mágicos días de Adviento. Casa casa tiene sus recetas navideñas más tradicionales que se resisten a elaborar fuera de temporada, y es que perderían gran parte de su encanto. Antiguamente las familias no se podían permitir muchos de los ingredientes que se usan en estos dulces, y por eso se reservaban a la época navideña, cuando cobraban un significado especial.
Dulces tradicionales entre aguinaldos
En España también tenemos nuestras propias tradiciones de Adviento. A pesar de que los comercios nos inundan con multitud de dulces ya desde octubre, me gusta comprobar cómo en muchos hogares se continúan las tradiciones familiares de dedicar estos días a elaborar recetas típicas que sobreviven año tras año. Hoy ya no es raro encontrar productos de otros países en nuestras mesas, como las galletas de jengibre o el panettone, pero también hay que reivindicar nuestros dulces navideños más tradicionales.
Por supuesto, cada región tiene sus propias especialidades, aunque muchas comparten características comunes. También aquí se usan muchos ingredientes que antiguamente se asociaban a estas fechas, como la miel, el cabello de ángel, las especias o los frutos secos. Por ser tiempo de matanza tenemos por ejemplo los dulces elaborados con manteca, destacando los imprescindibles mantecados y polvorones, cuyas versiones industriales han devaluado un poco la exquisitez de de los artesanales de verdadera calidad.
En Murcia se solían reservar los días cercanos a la Purísima Concepción para multitud de preparativos de Pascua. Mi madre recuerda cómo se reunían todas las mujeres de la familia en la cocina de mi abuela o de su tía para amasar entre risas kilos y kilos de dulces típicos que durante muchos años se cocían en el horno del pueblo. Tortas de Pascua, de recao, pastelillos rellenos, roscos de naranja, mantecados, cordiales, suspiros, yemas... Un sinfín de delicias que aguantaban hasta pasadas las fiestas, por lo menos hasta el día de la Candelaria.
Estos dulces, también muy energéticos, ayudaban a afrontar los trabajos del campo y se compartían entre los vecinos y las visitas. También se ofrecían como aguinaldos, y eran parte imprescindible de las mesas de agasajos que disponían para las cuadrillas que iban haciendo rondas cantando casa por casa, recaudando fondos para las parroquias. Además de dulces había embutidos caseros, habas tiernas, pan de pueblo y buenas reservas de vinos y mistela.
Las tradiciones evolucionan, algunas desaparecen y otras cambian, pero si hay una época en las que los ritos no se olvidan, es sin duda la Navidad. Al final todos terminamos dando forma a nuestras propias costumbres, y por ejemplo yo preparo todos los años dulces murcianos pero también galletas suizas. Claro que no todo el mundo tiene tiempo de dedicar días a preparar dulces en casa antes del estrés de las fiestas, pero si podemos sacar un hueco y compartirlo en buena compañía, merece mucho la pena.
Creo que es importante guardar esas recetas heredadas como un tesoro, apuntando las indicaciones de nuestras madres y abuelas para que no se pierdan, y continuando las tradiciones año tras año con las nuevas generaciones. Más allá del significado religioso que pudiera tener en origen, el Adviento está lleno de dulces tradicionales que apelan al que se supone que es el espíritu de estas fiestas, celebrar buenos momentos en familia y compartir con amigos y vecinos. ¿Vosotros tenéis la costumbre de preparar dulces estos días?
Imágenes | Micha L. Rieser, Turku Gingerbread, Albärt, Andreas Praefck, jlastras, Laura Fillol, Tamorlan
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