Se dice que ser vegetariano está de moda y que la comida vegana es tendencia. Lo podemos comprobar en cualquier supermercado: cada vez nos llegan más productos con el sello vegan y otros reclamos en un fenómeno equiparable al "sin gluten". Queremos comer sano pero ya sabemos que comer vegano no es sinónimo de saludable, sobre todo cuando la industria alimentaria está aprovechando la coyuntura para sacar beneficio.
Enfocado como un manual práctico y conciso, 'Vegetarianos ConcienciaDos' de la dietista-nutricionista Lucía Martínez se presenta como una guía básica para llevar una alimentación vegetariana realmente saludable. Porque hoy es más fácil que nunca ser vegetariano, pero, como nos cuenta su autora, también se corre el peligro de caer en los mismos errores de elección de alimentos que cualquier otro tipo de dieta.
Lucía Martínez, muy conocida en redes desde que arrancó en 2010 su blog Dime qué comes, tiene una amplia formación en nutrición y dietética, y también en hostelería. Fundadora y codirectora del Centro de Nutrición Aleris, lleva años compaginando su labor profesional con la divulgación más sincera y honesta, fiel a un estilo particular que no busca conseguir una legión de seguidores sino contribuir a crear consumidores críticos y conscientes, con capacidad de decisión.
Cada vez más personas se acercan a las dietas vegetarianas y veganas, movidas quizás por la moda del momento, pero también en muchos casos buscando una forma de alimentación más saludable. Y aunque el veganismo no es tanto una dieta como un estilo de vida con implicaciones sociales, éticas y políticas, nutricionalmente hablando también hay que saber cómo "sobrevivir" en la sociedad actual.
Ese es el principal objetivo de 'Vegetarianos ConcienciaDos', dar pautas generales y consejos prácticos para plantear un vegetarianismo real, sostenible y saludable, en cualquier contexto y en cualquier etapa de la vida, con ejemplos concretos. Sin olvidar los mitos clásicos y la confusión que rodea hoy en día a la dieta vegetariana, como el clásico "¿es más caro?" o ciertos peligros de las redes sociales.
Si en su anterior libro,'Vegetarianos ConCiencia', desterraba prejuicios y desinformación con una base científica y datos contrastados, con este libro se llevan aquellas conclusiones a la vida práctica diaria. La autora repasa con nosotros las motivaciones de esta obra, cómo se percibe el vegetarianismo hoy en día y por qué siempre hay que desconfiar de la industria alimentaria.
En tu anterior publicación, 'Vegetarianos con ciencia', ya ahondabas en cómo es una alimentación vegetariana saludable. ¿Te planteaste entonces trabajar en una especie de segunda parte, aunque sean obras independientes, o la idea surgió después?
Sí, siempre tuve en mente esta segunda parte, ya que era consciente de que el libro necesitaba un complemento que permitiera pasar a la práctica todo lo del primero. Por diversas circunstancias laborales y personales, he tardado un poco más de dos años en tenerlo, pero tampoco nunca me puse plazos, sabía que para este quería unas condiciones concretas y esperé hasta que llegaron.
Estamos viviendo un creciente interés por las dietas vegetarianas y veganas, aunque siguen levantando mucho escepticismo y críticas. Se habla de que ser vegetariano “es tendencia”, ¿por qué crees que se ha puesto de moda? ¿Ves un caso parecido al auge de las dietas sin gluten, tan aclamadas entre los no celíacos?
A la alimentación vegetariana se le presupone erróneamente un lado 'healthy'
La alimentación siempre es tendencia. Siempre hay algún concepto de nutrición o alguna manera de comer de moda, y van variando, y se van repitiendo (como las tendencias de la ropa). Así que creo que se une un creciente interés por el lado “healthy” que erróneamente se le presupone a la alimentación vegetariana, con el poder que las redes sociales han dado para difundir y divulgar información. La alimentación vegana va unida a valores como la empatía, la ética, la sostenibilidad y la justicia social, es normal que más gente se informe y se interese, y que los medios y las empresas aprovechen el tirón, como está sucediendo.
Ahora, a aquellos que desprecian al movimiento al tacharlo de “moda” les diré que es una “moda” que de entrada hace que te plantees y enfrentes al estilo de vida establecido, que asumas importantes renuncias e incomodidades en tu vida y a menudo que te enfrentes a tu entorno social y familiar. Así que un respeto a quien está dispuesto a ello, aunque sea por “moda”. Ya hacen más que tú.
Está claro que la industria ha visto un filón y está explotando el fenómeno lanzando todo tipo de productos vegetarianos y veganos. Ahora hay más opciones veganas que ninguna en el supermercado, pero paradójicamente eso hace más difícil que nunca seguir una dieta saludable. ¿Por qué hay que desconfiar de los productos con sello vegan?
Un producto vegano por sí mismo no necesita ningún sello
Porque de entrada, ese sello solo nos da una información sobre el origen de los ingredientes, en ningún caso sobre lo saludable del producto. También porque los productos que necesitan poner el sello vegan suelen ser ultraprocesados, y eso ya los hace insalubres por definición. Los productos veganos per se, no necesitan sello, ¿has visto alguna vez un manojo de puerros con el sello vegan?
Ante la duda, siempre miremos la lista de ingredientes.
¿Tienes la sensación de que la moda de las dietas vegetarianas han perjudicado la imagen que se tiene de ellas? Hay muchas personas que se lanzan a comprar ultraprocesados veganos porque creen que es “más sano” o cool, y al mismo tiempo levanta rechazo en el resto de la población.
No, no creo que haya perjudicado a la imagen, pero sí a la elección de alimentos que hace esta población, y por tanto a su salud. Para mal.
¿Habría que olvidarse de etiquetas y volver a recuperar los alimentos por sí mismos? ¿Necesita realmente un vegetariano una sección de productos especiales en el supermercado?
Sí, pero eso es extensible a toda la población, se alimenten como se alimenten. Igual que no se necesitan salchichas cárnicas, no se necesitan hamburguesas veganas. Es suficiente con que en el súper haya tofu, que no hace falta etiquetar como vegan, igual que hay pechugas de pollo.
En tu libro también dedicas al principio un espacio para aclarar la terminología y recordar que la alimentación vegetariana, y sobre todo el veganismo, tienen mucho más que ver con un estilo de vida sostenible que con comer más sano. ¿La industria alimentaria está desdibujando lo que significa realmente ser vegano?
El veganismo es un movimiento político-social, que lleva implícito en sus bases un tipo de alimentación determinada: la dieta vegetariana estricta. La industria alimentaria incide en ese patrón dietético, pero no en la esencia del veganismo.
Yo, como nutricionista, me centro en ese aspecto porque es mi ámbito profesional, y porque igual que el resto de población, es importante que se tenga información para comer saludable y para saber cribar los productos en el supermercado. Pero no porque esa sea la piedra angular del veganismo como corriente política.
Desde fuera se sigue viendo el vegetarianismo con mucho escepticismo, incluso como objeto de burla. ¿Por qué se ataca tanto a los vegetarianos y veganos? ¿Es falta de conocimiento o una reacción defensiva porque hay cosas que no queremos escuchar?
No lo sé. Habría que preguntárselo a los que lo siguen haciendo. Que creo que cada vez son menos. Sí, hay una parte de “negación” de la realidad en esos ataques, porque a poco que sea una persona con algo de sensibilidad, aceptar muchas de las cosas que le estamos haciendo al planeta y a otros seres vivos sin hacer nada por cambiarlo, nos crea una disonancia cognitiva difícil de enfrentar. Mejor cerrar los ojos.
En este sentido parece haber cierto paralelismo con las polémicas recientes surgidas en torno al desayuno o la dieta de los niños. ¿Por qué tanta gente rechaza que se les diga que el Colacao con galletas no es saludable, o que el desayuno no es imprescindible?
Supongo que por todos esos dogmas grabados a fuego, y también porque a la industria alimentaria que comercializa esos productos le interesa que se sigan vendiendo. Y porque están ricos, son baratos, y no dan trabajo. Sobre este tema escribí recientemente aquí, por si alguien quiere ahondar en ello.
En este contexto la divulgación por parte de los profesionales parece más importante que nunca, algo que llevas practicando desde hace muchos años, empezando con tu blog personal. Tienes fama de “borde” o de ser demasiado directa; ¿hay que ser tajante y evitar dar rodeos o maquillar el mensaje que se da a la población?
Cada uno tiene su estilo. Yo no soy una persona “cuqui”, y sobre todo no trabajo gratis (mucha gente me llama borde por no atender a sus consultas personales en redes sociales) y aunque suene feo, no le debo nada a quien quiera seguir mi trabajo divulgativo. A menudo saltan comentarios de “que borde, como contestas, deberías ser más amable con quien te sigue o compra tu libro”, y mira no. Si alguien compra el libro, tiene el libro. No mi alma y no derecho a que yo conteste a sus dudas personales gratis ni a que le haga recomendaciones de alimentación específicas para su caso, por eso cobro. Igual que no le pides al mecánico que te cambie gratis el aceite porque le has comprado un neumático.
No soy una persona 'cuqui'. Yo no vivo de mis redes sociales. No necesito quedar bien
Y quien me siga en redes, es porque le interesa lo que publico (vamos, que siendo realista me debe más él a mí que yo a él), si no le interesa ahí tiene el unfollow. Y tampoco creo que yo tenga que contestar a gente que pregunta cosas que puede encontrar por si misma tecleando en Google. No soy su madre, ni su maestra de preescolar. Yo no vivo de mis redes sociales. Ni de mis libros. No necesito quedar bien. Al que no le guste mi estilo, ahí tiene a un montón de nutricionistas majísimos a los que seguir y cuyos libros comprar.
Finalmente, ¿qué opinas de otra tendencia los productos ecológicos? ¿Te parece que es otro caso de moda llevada al extremo que puede hacer perder el sentido original?
A esto, os contesta mucho mejor mi amigo que yo.
Imágenes | Ediciones Paidós - Lucía Martínez