La sexta edición de MasterChef sigue avanzando con algunas pruebas divertidas, con ritmo, pero que ni de lejos evalúan de forma justa cómo cocina cada concursante.
De nuevo hemos asistido a una expulsión tremendamente injusta que, aunque no ha acabado con uno de los mejores aspirantes del programa, debería haber recaído, claramente, en otro concursante.
Jorge ha dejado las cocinas de MasterChef con unos platos nada memorables, pero no tan infames como los que ha preparado su compañero Fabio, que se ha salvado solo por una decisión arbitraria de sus compañeros, que le ha colocado en una posición privilegiada en la prueba final. Y desde luego no se ha leído ni uno de los libros de cocina con los que aparece en la foto promocional.
Ya en la primera prueba de la noche Fabio ha sido el peor concursante. En ella cada aspirante tenía que robar a uno de sus compañeros 12 de los 18 ingredientes presentes en una cesta que contenía productos como pichón, frambuesas liofilizadas, bulgur, katsuobush (bonito seco japonés) o huitlacoche (el hongo del maíz), entre otros.
Los representantes de Eurovisión Amia y Alfred han visitado el plató, han cantado por enésima vez la canción de La La Land como si el programa no acabara lo suficientemente tarde, y han empezado a desfilar platos buenos, regulares y malos. El peor un guiso hindú, de Fabio, que ha sido calificado como “terrible” y debía picar infinito -¿por qué no lo prueban?-. Junto a Sofía, que ha elaborado un insípido guiso de garbanzos, se ha tenido que colgar el delantal negro que les ha llevado directos a la prueba de eliminación.
Jon, el concursante al que todos querían fastidiar, ha elaborado unas pechugas de pichón en escabeche negro sobre costillas de espinacas y base de huitlacoche que han sido todo un éxito. Ha sido el mejor plato de la prueba, pero en esta ocasión, quién sabe por qué, el ganador no ha recibido ninguna ventaja.
Fabio no es el Cholo
La prueba de exteriores se ha celebrado en el nuevo estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano. Los aspirantes han tenido que cocinar un menú, supuestamente supervisado por el nutricionista del equipo, para dar de comer a 60 comensales -jugadores, exjugadores, cuerpo técnico y equipo directivo del Atlético, Enrique Cerezo incluido- que han sido ampliados a 65 a mitad de la prueba. Y esta vez han sido los peores concursantes de la prueba anterior los capitanes.
El equipo azul, capitaneado por Fabio, con Jorge, Oxana y Marta, ha tenido que elaborar una coca con esquilabada y caballa curada, de entrante, y una lubina con risotto de trigo tierno y verduras, de segundo. Por su lado, el equipo rojo, capitaneado por Sofía, con Víctor, Tony, Ketty y Jon, tenía que preparar un tortellone relleno de pollo de corral, orejones y piñones; y un postre: compota de manzana con espuma de yogur desnatado y tulipa de almendras.
Para complicar aún más el asunto, durante toda la prueba uno de los concursantes debía permanecer “en el banquillo”, sin cocinar. Esta dificultad ha sido especialmente dura para el equipo azul, que contaba con un miembro menos y un capitán como Fabio, uno de los aspirantes más flojos, que encima ha dejado sentada la mayor parte de tiempo a Marta, uno de los aspirantes más fuertes.
Los chefs Andrea Tumbarello y Sandro Silva, de los restaurantes madrileños Don Giovanni y Amazónico, respectivamente, han seguido de cerca las distintas elaboraciones, pero poco podían hacer para solucionar algunos desaguisados. Cerezo, como buen directivo, ha puesto cara de póquer para no criticar la coca del equipo azul que tenía una pinta infame, coronada por un pescado que, como ha comentado uno de sus colegas, estaba saladísimo.
Mejor les ha salido la lubina con el risotto de trigo tierno que al menos ha convencido a los jugadores de segunda fila que han acudido a la comida, pero, pese a esto, han sido eliminados, sobre todo, como han explicado el jurado, por la actuación de Fabio.
Otra prueba injusta, y ya van…
Marta, Sofía, Oxana, Jorge y Fabio se han enfrentado a una prueba de eliminación, organizada en duelos a muerte, supervisados por el aspirante graciosillo de MasterChef Junior 5, Juan Antonio. Quién lo hacía mejor se salvaba, quién perdía se enfrentaba al siguiente concursante.
Los aspirantes del equipo rojo, que no se enfrentaban a la prueba de eliminación, elegían al primer concursante, el que tenía más ventaja (pues podía fallar más veces y escoger el primer contrincante) y optaron por Fabio. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero, aunque no se lo merecía, al menos ha sido gracioso ver cómo cocinaba.
En el primer duelo ha escogido competir con Sofía y le ha tocado cocinar unos ñoquis en solo 30 minutos. Mal ha empezado, triturando la patata en crudo sin cocinar, algo que hacía imposible montar luego los ñoquis. Un desastre. Pero para más inri los ha puesto mezclados en harina sin cocinar. Demasiado lejos ha llegado, pero aún tenía más oportunidades de salvarse.
El siguiente plato del reto era una ensaladilla rusa con mayonesa casera y Fabio ha elegido competir con Marta, que parece que al menos había hecho alguna en su vida. Al amigo se le ha cortado la mayonesa, ha echado tomate triturado, y un chorrazo de aceite sin ningún sentido. Horrible. Pero aún le quedaba otras dos oportunidades para irse a casa.
Otro plato aparentemente sencillo, nada más y menos que una hamburguesa, ha sido el protagonista del siguiente reto. Esta vez Fabio ha escogido enfrentarse a Jorge, que es casi tan malo como él, y la cosa ha estado más reñida. El caso es que se ha salvado, dejando la papeleta a Oxana que, objetivamente, era una de las aspirantes que mejor cocina de la prueba de eliminación.
Todo se ha decidido finalmente con un tiramisú, que Oxana y Jorge han tenido que realizar en media hora. Los de Jorge, que ha presentado dos, eran claramente peores, pero ni de lejos eran en comparación tan malos como los ñoquis o la ensaladilla de Fabio. Poco importa. Ha sido expulsado.
Es cierto que el concursante era uno de los siguientes en la lista para salir del programa, pero Fabio es mucho peor, y solo se ha salvado por una decisión arbitraria de sus compañeros. Al concurso le sigue faltando un mínimo de equidad en los juicios, algo que parece no va a llegar nunca.
Imágenes | RTVE
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