Los mayores crímenes que puedes cometer con la comida italiana, según los italianos (y los españoles somos culpables)

No hay cocina más internacional que la cocina italiana. Restaurantes italianos, pizzerías, trattorias y osterias se replican por el mundo como auténticas setas. Desde Roma al confín más remoto del mundo, seguramente en el camino acabe habiendo un restaurante de comida italiana.

No es una forma de hablar. En 2018, una encuesta de YouGov avaló que la cocina italiana es la más conocida y popular del mundo. El problema, como es lógico, es que esta popularización también supone el drama de encontrarse auténticos atropellos gastronómicos.

A esos atropellos vuelve a ponerle voz YouGov con una encuesta de 'crímenes culinarios' contra la cocina italiana, teniendo como jueces a los propios italianos. El veredicto contra el mundo: todos culpables. Unos más que otros, pero no se salva nadie del Tribunal del Santo Espagueti.

Cortar la pasta larga; cenar pizza; echar nata a la carbonara (España, saluda); añadir kétchup a la pasta; escurrir y enfriar la pasta tras la cocción; empezar a cocerla desde agua fría o añadir piña a la pizza son algunos de los 'cargos' con los que Italia responsabiliza al mundo de las tropelías culinarias.

Del crimen amable a los grandes delitos

Tomar la pizza para almorzar no está mal visto por un italiano. ©Unsplash.

Si nos leéis desde España podéis estar relativamente tranquilos. Quizá sea por tener a la cocina italiana muy cerca en tiempo y espacio, pero los españoles no salimos muy mal parados de la comparativa con las aberraciones culinarias de lo italiano.

Otros 17 países se sientan en el banquillo de los acusados. Desde México a Taiwán, pasando por Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, pero también Polonia, Suecia, Emiratos Árabes, China o Singapur. El resultado, con sus más y con sus menos, es que todos mereceríamos una temporadita entre las 'rejas culinarias' de la cuccina italiana.

Algunos puede que nos salvásemos con un poco de reinserción y ciertos trabajos comunitarios, cocina mediante, pero hay países en los que la ofensa gastronómica a lo italiano está presente —y avalada— en prácticamente cualquier escenario.

De hecho, la encuesta incluso plantea dilemas para los italianos sobre esos hábitos. Entre los tolerables fuera de sus fronteras hay excepciones. Por ejemplo, no ven mal que se coma pizza para almorzar, que se cocinen espaguetis con salsa boloñesa o que se sirvan con albóndigas.

División de opiniones, como en una corrida de toros, tienen respecto a otros conceptos. Es el caso de comer risottos como guarnición, de añadir aceite al agua de cocción o de limitarse a añadir la pasta en el plato y luego añadir la salsa.

Los grandes crímenes contra la cocina italiana

Convertir el risotto en guarnición o entrante está mal visto a los ojos de los italianos. ©Unsplash.

El mayor de los delitos para un italiano sería añadir kétchup a la pasta. Un crimen que los españoles no cometemos pero que tiene a muchos 'delincuentes' en los países nórdicos y en Asia, donde ven normal esta mezcla.

También catalogan como gran delito el hecho de cocer la pasta desde agua fría. Por suerte, prácticamente todo el mundo está libre de pecado en este caso, salvo en Taiwán, donde les parece habitual cocer así la pasta.

Los 'crímenes' de la Humanidad contra la cocina italiana, según los italianos. ©YouGov.

A partir de ahí, con sus más y sus menos, empieza un auténtico Ley y Orden donde los italianos ven cómo el mundo maltrata su comida. Es el caso de convertir a la pasta en guarnición, algo que aprueban los 18 países enjuiciados y que para un italiano es una afrenta.

También es el caso de la pizza con piña, otro sacrilegio para un transalpino, que sin embargo en el resto de países vemos con más o menos aprobación —salvo Francia, que parece que tampoco tolera esta unión—.

Afrentas habituales también son el añadir nata a la salsa carbonara. Os gustará saber que no somos los únicos reincidentes, puesto que todos los países del panel cumplen con esta penitencia, salvo China, que no ve demasiado apropiada la mezcla.

Un italiano nunca tomará un capuccino después de comer. ©Unsplash.

En el mismo rincón de inaceptables, Italia blasfema con una trinidad que va del aperitivo al postre. Para un italiano es inconcebible que comamos pan de ajo en una comida con pasta. Sin embargo, el resto de países lo vemos como algo normal.

En esa batalla de Italia contra el mundo, tampoco se libra el café. Un italiano jamás tomaría un capuccino como remate de una comida. El resto del planeta, sintiéndolo mucho amici, sí.

Imágenes | YouGov / Unsplash

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