El ser humano lleva utilizando vasos y copas desde las primeras culturas de la Antigüedad, al menos en su forma más primitiva. Esencialmente es un utensilio muy básico del que sin embargo existen infinidad de variantes. Hoy nos dejamos seducir por el diseño pero, ¿los usamos correctamente? ¿Qué tipo de vaso es mejor para cada bebida?
Más allá de las preferencias personales, los expertos del mundo del vino, la cerveza y otros líquidos coinciden en que para degustar correctamente una bebida se necesita un tipo de recipiente concreto. El material, el color, la forma, el peso o el tamaño de la abertura pueden afectar a la percepción del aroma y sabor, favoreciendo o perjudicando su disfrute. ¿Cuáles son los más adecuados?
Vasos, copas y jarras
El mundo anglosajón vuelve a demostrar ser mucho más práctico en cuestión de terminología, ya que bajo el genérico glass o glassware se agrupan desde vasos corrientes hasta copas de vino o jarras de cerveza.
En nuestro idioma, un vaso es, básicamente, un recipiente para contener algo. Más específicamente, la RAE dice así en sus primeras definiciones:
- m. Pieza cóncava de mayor o menor tamaño, capaz de contener algo.
- m. Recipiente de vidrio, metal u otra materia, por lo común de forma cilíndrica, que sirve para beber.
- m. Cantidad de líquido que cabe en un vaso (‖ recipiente para beber).
En terminología artística, además, se especifica que un vaso es un recipiente cuya altura es igual o mayor que el diámetro máximo, mientras que la copa está formada por un vaso o cuenco y un pie destacado. La jarra tiene además una o más asas, y puede presentar pico vertedor en su función de servicio de mesa para escanciar y beber.
Desde que empezamos a beber líquidos en recipientes cóncavos el diseño y la variedad de modelos ha evolucionado mucho, creándose un catálogo amplísimo que se multiplicó, sobre todo, a raíz del dominio del cristal y el auge de la restauración, con sus normas y etiquetas.
Es difícil abarcar todos los tipos de vasos y copas diferentes que se utilizan en el mundo, en parte porque muchos diseños corresponden a culturas concretas y tradiciones muy ligadas a bebidas locales. El protocolo y los cambios de tendencias también complican el panorama; sin embargo, sí podemos establecer a grandes rasgos una clasificación básica distinguiendo los imprescindibles y más recomendables para cada contenido.
Anatomía de un vaso o copa: ¿cómo influye el diseño en la bebida?
Si la elección de la vajilla puede influir en cómo percibimos la comida, el vaso o copa juega aún un papel aún más crucial en la degustación de una determinada bebida. El material, peso, diseño o o forma pueden afectar a la percepción psicológica pero también al propio sabor y los aromas.
Antes de lanzarnos a elegir dónde serviremos trago, no viene mal repasar las partes esenciales que conforman un recipiente destinado a contener bebidas.
- Pie, peana o base. Cualquier recipiente necesita una base sólida sobre la que sostenerse por sí misma -ignoraremos los diseños modernos de copas que se encajan en agujeros o se pinchan en el suelo-. En el caso de las copas se prefiere hablar de pie.
- Tallo, fuste o pierna. Distingue a las copas de los demás vasos y tazas; puede ser más largo o corto, fino y elegante o más grueso, incluso hay copas que presentan el tallo hueco para contener parte de la bebida. El tallo permite sujetar la bebida sin calentarla con las manos.
- Cáliz, cuerpo o balón. Es el recipiente donde realmente se sirve y contiene la bebida. En el caso de los vasos, jarras y copas, supone la casi totalidad del recipiente. Los hay más estrechos y más anchos, rectos y cilíndricos o de perfil curvado, anguloso, etc. La forma interna puede afectar al desarrollo del sabor y los aromas de la bebida, también en la liberación del gas carbónico. El grosor afecta a la temperatura y a la sensación que produce al sujetar el recipiente.
- Boca. Es la abertura superior por donde se sirve y se bebe. Puede presentar un diámetro igual al cuerpo, más estrecho o más ancho. Influye en la creación y soporte de la espuma, la liberación de los aromas, el escape de las posibles burbujas, la pérdida de temperatura y la expansión del sabor en boca.
- Labio o borde. En ocasiones inexistente, un labio más desarrollado permite una desgustación más agradable y también sostener mejor la posible espuma o ayudar a liberar mejor los aromas a la hora de beber. Influye en cómo interactúa la boca y el paladar con el propio vaso o copa y puede afectar a las sensaciones del gusto.
- Asa. En el caso de las jarras y determinadas tazas, el asa o asas permiten un agarre sólido y firme sin tener que tocar el cuerpo, evitando así el calentamiento del recipiente.
Para disfrutar plenamente de una bebida necesitamos degustar con propiedad toda su complejidad aromática y matices de sabor, y el recipiente puede afectar a cómo nos llega al paladar, particularmente en cuanto a la forma interna y el tamaño de la boca.
Los aromas son sustancias volátiles que se evaporan al contacto con el aire y puede interesar el concentrarlas o expandirlas. Un cuerpo ancho que se estrecha en boca facilita el desarrollo más pausado de los sabores; si es alto y estrecho es perfecto para el desarrollo carbónico; una boca ancha libera rápidamente los aromas, etc.
Las copas y vasos para el vino
Cuando un novato se acerca por primera vez al mundo vinícola se puede sorprender al descubrir que el simple concepto de “una copa de vino” esconde un universo casi inabarcable. En realidad esa vasta variedad responde más al mercado actual y a diseños muy específicos, pero es cierto que vinos diferentes se pueden beneficiar de copas distintas.
Una buena copa de vino básica debería ser siempre de cristal transparente, un material más elegante y poroso que el vidrio, sin aromas ni sabores extraños. Cuando más fino y ligero, mejor, aunque también será más delicado. Se recomiendan las copas clásicas de fondo curvado, tipo tulipa, que permiten desarrollar mejor los sabores naturales del vino, aunque ahora hay una tendencia a innovar con copas de perfil más recto.
Copa burdeos
Clásica copa tradicionalmente usada para servir vinos tintos jóvenes y también apropiada para los blancos. Se distingue por tener un cuerpo alargado y más estrecho que otras copas, ligeramente abombada en el centro, estrechándose hacia la boca pero ofreciendo una buena abertura. Es un diseño muy versátil.
Copa borgoña
De gran volumen y mucho más abonmbada, estrechándose hacia la boca, esta copa es más recomendable para degustar vinos tintos más complejos. Ese abombamiento permite además agitar ligeramente el contenido para facilitar la liberación de los aromas y su aireación.
Un filo ligeramente curvado de la copa borgoña permite intensificar más los matices de un vino con más cuerpo y una gama de aromas más rica. Es una elección segura para degustar vinos algo superiores que merecen la pena disfrutar con más tiempo y detalle.
Copa de vino blanco
Las hay de modelos diferentes pero se distinguen por tener un tamaño menor a las de vino tinto, y suelen ser algo más alargadas y estrechas, pero con una boca de buen diámetro para liberar sin problemas los aromas frescos de estos vinos. Algunos modelos presentan gran altura del tallo a pesar del menor volumen del cáliz.
La tipología de copa Chardonnay es algo más pequeña y con la boca más ancha para apreciar mejor los matices afrutados más intensos de estas variedades de vino, que no necesitan dirigir tanto o concentrar los aromas en la degustación. También es una buena opción para vinos espumosos. Un vino blanco seco, sin embargo, se beneficiará de una copa con volumen en el cuerpo que se estreche en la apertura.
Copas de vinos dulces, aperitivos y cata
Los vinos dulces y los aperitivos pueden presentar copas específicas asociadas a la propia cultura de la bebida, como ocurre con el Oporto o el Jerez. Son caldos muy intensos y fragantes de los que interesa potenciar la liberación de esos aromas, por eso las copas, de menor tamaño que las de vino, dirigen esa riqueza hacia la boca con un cáliz más ancho que se va estrechando. Las variantes de boca más abierta permiten expandir mejor los aromas de los caldos menos intensos, como un Madeira.
El mundo de las cervezas
La “bebida del pueblo” presenta hoy un panorama paradójicamente complejo al ahondar en los tipos de vasos y copas disponibles para su degustación. Con el auge de las cervezas artesanales y la expansión de tantas variedades internacionales, ediciones especiales, producciones limitadas, IPAs y demás, el sibaritismo hace tiempo que se instaló en el ámbito cervecero.
Pero no hace falta complicarse demasiado la vida para disfrutar plenamente de una buena cerveza en casa, si se conocen algunos puntos básicos. Y habría que empezar por olvidarse de beber directamente del bote o botella, si no es mucho pedir. Sea cual sea el tipo de cerveza, la disfrutarás mucho más sirviéndola primero en una copa, vaso o jarra de vidrio.
Una cerveza necesita espacio suficiente para la formación de espuma, con una boca adecuada que la soporte conservando su textura durante un tiempo. El cuerpo tiene que facilitar el desarrollo de las burbujas y de los sabores, mientras que la apertura superior debería ser algo más estrecha que el diámetro más ancho del cáliz, para atrapar y concentrar los aromas.
Las cervezas más complejas que piden una degustación más pausada se benefician de copas más anchas y perfil curvo; las que pidan una temperatura de servicio menos fría pueden tomarse en vasos o copas sin tallo. Podemos destacar los siguientes diseños:
Vaso Teku
De reciente creación pero que ya causa furor entre muchos expertos, el vaso Teku se elabora en Alemania siguiendo el diseño de un analista sensorial y un experto artesano cervecero de Italia, que pretendían crear el vaso estándar universal para la cata de cualquier cerveza, que enfatizara todas las características organolépticas.
Este vaso o copa tiene un tallo largo elegante y un cuerpo angulado que captura todos los aromáticos de la cerveza. Se estrecha a medida que asciende para ofrecer una apertura algo más abierta con un reborde que hace más fácil la formación y retención de espuma, así como la degustación.
En otras palabras, está diseñada para potenciar al máximo todos los aspectos de cualquier cerveza, desde la apariencia visual a los aromas, el sabor y la textura.
El vaso de pinta
Típico vaso sin tallo, de volumen generoso y cuerpo alargado, con la boca ancha para retener una buena cantidad de espuma, sigue siendo el preferido para tomar las cervezas británicas. Su diseño permite beber la cerveza sin prisa sin perder aromas o sabor, y está pensada para variedades que no requieran mantener la temperatura baja.
Es la mejor opción por tanto para tomar cervezas tipo ale, stouts o porter, británicas o americanas, menos recomendable para una cerveza rubia fría.
Vasos altos tipo Willi Becher, Weizen y Pilsner
Altos, más estrechos en la parte inferior y con una boca más ancha, estos vasos son un estándar básico comodín para todo tipo de cervezas, especialmente las rubias de consumo más cotidiano. Salvo los vasos de Pilsner, suelen presentar un ensanchamiento del cuerpo en la parte media o superior, antes de cerrar ligeramente de nuevo la boca.
Las cervezas más carbonatadas y con menor complejidad aromática se degustarán mejor en vasos más altos y estrechos, mientras que las bocas más anchas permiten desarrollar mejor la espuma y los sabores.
En Alemania es popular el Stange, alto, cilíndrico y estrecho, especialmente para las cervezas tipo Kölsch, buscando generar una buena capa de espuma y la liberación de sustancias volátiles. Las de trigo o Weizen se sirven mejor en su típico vaso de boca ancha con una curvatura que intensifica los aromas al beber.
Vaso IPA
Otro modelo novedoso desarrollado específicamente para la degustación de las cervezas de estilo IPA o India Pale Ale, que son tendencia en los últimos años. Estas cervezas se caracterizan por una graduación alcohólica algo superior, aromas más intensos y sabores más complejos.
El vaso IPA está diseñado para desarrollar al máximo esa complejidad, permitiendo a la cerveza presentar todas sus notas aromáticas y gustativas, para una degustación sin prisas, manteniendo la temperatura y la espuma.
Jarras
Grandes y generosas, de vidrio transparente o de cerámica totalmente opacas, las jarras son una buena opción para degustar cervezas menos complejas que pidan mantener el frío el máximo tiempo posible. Perfectas para tiempos más calurosos y para beber cervezas sin demasiadas pretensiones; la boca ancha permite disfrutar además de una buena espuma que se mantiene firme.
Son populares en Alemania las llamadas Seidel, normalmente pesadas y robustas, de gran tamaño, y siguen viéndose las versiones Stein de cerámica incluso algunas con la antigua tapa metálica, que hoy se mantiene realmente solo como efecto decorativo o de coleccionista.
Copa globo, cáliz, tulipa, snifter y más
Con tallos cortos, cuerpos anchos, boca generosa y perfil curvado, todas estas copas derivan del diseño de la snifter, típica copa para servir brandy o cognac. Están destinadas a ofrecer la mejor degustación de cervezas más complejas y ricas en sabores y aromas, que no piden tragos rápidos sino más bien un disfrute más pausado.
La curvatura del cáliz permite desarrollar mejor las burbujas y los aromas, que en el caso de la tulipa se retienen al llegar hacia la abertura superior con un ligero estrechamiento, antes de volver a abrirse en la boca. Así todas las notas organolépticas tienen espacio para liberarse y concentrarse, y la espuma permanece espesa y aromática. Muy adecuadas para cervezas ricas en malta y con más cuerpo.
Los vasos esenciales que necesitas para preparar cualquier cóctel
Centrándonos en el mundo de la coctelería, sería una locura tratar de conseguir absolutamente todos los vasos, copas y jarras que existen en el mercado. Salvo que seamos coleccionistas sin problemas de espacio o presupuesto, en realidad solo necesitamos unas pocas tipologías distintas para servir cualquier bebida que nos apetezca preparar.
Es cierto que el recetario de cócteles y combinados puede extenderse hasta el infinito si nos ponemos muy creativos, pero en el fondo todas las bebidas comparten características comunes unas con otras. No hace falta ni tiene mucho sentido comprar vasos con forma de calavera salvo que acostumbremos a montar fiestas tenebrosas o de piratas en casa.
Algunos expertos recomiendan invertir en siete tipos de vasos para sacar al bartender que llevamos dentro; otros incluso lo reducen a tan solo cuatro tipologías. Estos son los más adecuados según el tipo de bebida:
Copa coupe, coupé o champagne
Fue durante un tiempo el recipiente estrella para servir el champán y otros espumosos, también para algunos combinados como el martini, hasta que las nuevas más modernas, como la flauta, le ganaron terreno. Es una copa todoterreno que los profesionales recomiendan por encima de la típica triangular de martini, sobre todo porque evita salpicaduras o desbordamientos al brindar y remover.
Es una copa de tallo o pie alto, con cáliz o cuerpo ancho y redondeado. Se sitúa como un comodín para cualquier bebida servida directamente sin añadir nada de hielo, como el Martini; al cogerla por el tallo evitamos calentar el líquido. Si bien la boca ancha deja escapar más burbujas en las bebidas carbonatadas, también permite percibir mejor los aromas. Recomendable también para Daiquiri o Manhattan.
Copa snifter y globo o balón
La snifter es la típica copa de cognac o brandy, destilados oscuros de aromas profundos que piden un cáliz ancho pero con la boca más estrecha para que esas notas aromáticas se liberen poco a poco, alargando la degustación. Tiene tallo pero corto, pues habitualmente se sujetan con la mano por la base del cuerpo, calentando poco a poco la bebida.
Las copas tipo globo son variaciones de la snifter, con el cuerpo ligeramente más estrecho, pero cerrando también la boca. Se han convertido en copas básicas de cualquier bar por la popularidad que alcanzó el gin tonic en los últimos años, y que todavía sobrevive a día de hoy. El gran cuerpo permite acoger todos esos aromáticos que tanto gustan a los fanáticos de esta bebida cuando se prepara en sus versiones de más capacidad.
Vaso old fashioned, low ball o rock glass
Recto, de base plana, sin tallo; es el vaso simple con el que empezó a servirse el considerado también primer combinado de la historia, el old fashioned de whisky y angostura. Está diseñado para contener bebidas servidas frías con o sin hielo, o tragos limpios y claros, solos. El trago más icónico es el whisky on the rocks, de ahí su sobrenombre.
Es un vaso muy versátil aunque luce poco en la mesa por su sencillez, pero en el que merece la pena invertir en calidad. Un fondo grueso asegura una mejor conservación del líquido durante más tiempo, sin perder la temperatura muy rápido, pues está pensado para bebidas cuyo consumo se alarga sin prisas. Un whisky solo o con hielo, un Negroni u otros aperitivos son perfectos para este vaso.
En su versión doble lo encontramos muy similar pero de mayor tamaño, conteniendo dos onzas más que el old fashioned clásico -y no el doble de volumen, como erróneamente podríamos pensar-; es más recomendable si vamos a servir las bebidas habitualmente con hielo.
Vaso alto, de tubo, largo, o tumbler
El llamado highball o chimenea es el típico vaso largo de cubata, con sus variantes. Estrecho, recto, sin tallo y de capacidad generosa, algunos tienen la boca ligeramente más ancha, pero el diseño básico siempre se repite. A veces se llama indistintamente vaso Collins o Tom Collins, si bien en este caso suelen ser algo más altos y estrechos. A efectos prácticos, son intercambiables.
Su gran capacidad lo convierte en el mejor recipiente para preparar todo tipo de combinados y cócteles con ginebra, ron, vodka, whisky y todo tipo de refrescos y zumos. Permiten contener cantidades generosas de hielo, preferiblemente triturado, y adornos adicionales como mezcladores o pajitas.
Vaso de chupito, shot o caballito
Los hay de mil formas, diseños, materiales y acabados, dependiendo del gusto personal y el número de invitados que solamos tener en casa. Un vaso de chupito debería tener un tamaño suficiente como para contener la bebida sin desbordarla, pues nunca deberían llenarse hasta arriba para evitar las típicas salpicaduras.
Es aconsejable elegir vasos tipo shot con, al menos, 1,5 onzas de capacidad, unos 44 ml, o hasta 2 onzas o casi 60 ml para no tener que llenarlos hasta el borde. Sobra decir que no necesitamos estos vasos en el caso de que no acostumbremos a servir chupitos o bebidas de tragos cortos en casa, como el clásico tequila.
Copa huracán, margarita y otras
Solo imprescindible para los aficionados a las bebidas más festivas y tropicales. La hurricane es una copa que rápidamente asociamos a cócteles de sabores caribeños, con colores llamativos y adornos de frutas y sombrillas. Es alta, con el tallo corto, perfil ondulado y cuerpo estrecho, con la boca ligeramente más ancha.
Su gran capacidad y aspecto vistoso la hacen perfecta para los combinados tipo frozen, con batidos de frutas, mucho hielo o combinaciones de colores diferentes. Hay distintas variantes, con algunas tipologías de menos capacidad y cuerpo más ancho.
La copa margarita es perfectamente reconocible y llamada así en honor al cóctel al que está ligada. Si bien permite sin problemas servir otros combinados similares, siempre con ese toque festivo, tropical y veraniego, es una copa totalmente prescindible salvo que seamos fanáticos de esta bebida.
Cava, champán, sidra y otros espumosos
Los vinos espumosos se caracterizan, obviamente, por las burbujas. Tanto el cava como el champán se elaboran siguiendo el mismo método tradicional de la doble fermentación, y también existen otros vinos a los que se añade gas carbónico de forma artificial. En cualquier caso, lo que nos interesa para elegir la copa perfecta es que todos son espumosos.
Estos vinos además son muy aromáticos y, dependiendo de la variedad, más o menos dulces y fragantes. Al descorchar estas botellas se produce un choque en el equilibrio de la presión interior, provocando que las burbujas “salten”.
Ya hemos comentado que el champán se servía antiguamente siempre en la copa tipo coupé, llamada incluso copa champagne, de tallo alto y cuerpo y boca ancha. Pero han ganado terreno las altas y largas, de flauta.
Estas últimas son muy estrechas y pueden presentar una base redondeada o triangular, pero siempre se identifican por ese tallo largo y fino, con un cuerpo y boca muy estrechos. Lucen muy elegantes y permiten ver el ascenso de las burbujas como si fuera un acuario, sin embargo, tiene detractores.
La ventaja de la flauta es que las burbujas van subiendo y liberándose más lentamente; la desventaja es, precisamente, que eso provoca que la degustación no sea del todo satisfactoria. Se perciben menos aromas y no permite apreciar todo el sabor y la fragancia de la bebida en su plenitud.
La antigua copa de champán, mucho más ancha, ofrece mayor superficie para que las burbujas se liberen rápidamente; es una copa perfecta para disfrutar al instante de todos los matices de la bebida, pero obliga a vaciar el contenido igual de rápido, o se quedará insípida y sin gas.
Una solución intermedia que suelen recomendar los expertos es la copa tulipa o, mejor aún, de vino blanco; más alargada que la coupé y más estrecha, pero también más ancha que la flauta. Al tener un cuerpo más abierto, las burbujas se liberan con más facilidad, pero no se pierden tan rápidamente al salir a la superficie.
Y si lo que buscamos es, simplemente, un buen vaso todoterreno, vesátil, práctico, duradero y, sobre todo, asequible, podemos seguir esta recomendación y apostar por lo más simple: el diseño Picardie de Duralex, el mejor para el agua, y lo que se ponga por delante en un apuro. Los clásicos nunca mueren.
Fotos | iStock - Matthieu Joannon - Yuanbin Du - Michael Mroczek - Petr Sonnenschein - Deleece Cook - Michael B. Stuart - Elevate - Didriks - Marco Verch - David von Diemar
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