Las festividades de La Candelaria y San Blas marcan nuestro calendario con tradiciones que varían de una región a otra. Aquí nos hemos aficionado a celebrar La Chandeleur al estilo francés, compartiendo crêpes, pero en México tienen otra costumbre diferente muy curiosa. El Día de la Candelaria la tradición manda reunirse para compartir tamales con tazas de ayote y chocolate, y se recupera al niño de la Rosca de Reyes.
Ya comentamos que los mexicanos hornean su propia versión de nuestro roscón ocultando un muñeco en su interior, representando al Niño Dios. Quien lo encuentra se convierte en su padrino y tiene el deber de cuidarlo hasta el día 2 de febrero, cuando le toca invitar a tamales. Supone el verdadero fin de las comilonas navideñas y es una curiosa mezcla de tradiciones católicas y prehispánicas.
La Virgen de la Candelaria, la fiesta y su significado
La Candelaria es una advocación de La Virgen María que tiene su origen en las islas Canarias, donde supuestamente se produjo la aparición, convirtiéndose en patrona de la comunidad. Allí las fiestas tienen por tanto una importancia mucho mayor -y se extienden también al mes de agosto-, pero no es el único lugar donde se viven celebraciones locales.
Los ritos católicos se entremezclan con costumbres paganas, como ocurre con La Chandeleur francesa, que sin embargo la tradición religiosa identifica con la misma simbología. El propio nombre de la Virgen ya nos da una pista: es el día de la iluminación, de la Presentación de Jesús y de la Purificación de María tras el parto. En definitiva, una "fiesta de la luz" que también se asocia con la fertilidad de la tierra.
En México se considera que las fiestas navideñas terminan realmente con La Candelaria, 40 días después del nacimiento de Jesús. Por eso es tradición acudir a la iglesia para conmemorar la Presentación en el Templo del Niño Dios. Cristo es la Luz del mundo y es presentado por su madre, que vive su propia purificación después del parto.
Pero como tantas festividades religiosas, también La Candelaria entronca con celebraciones paganas. La ocasión coincide con los ritos de ofrendas y sacrificios a los dioses prehispánicos Quetzalcóatl, Tláloc y Chalchiuhtlicue, y con la fiesta Huauhquiltamalqualiztli. Era costumbre compartir y ofrendar comida para pedir tierras fértiles y buenas cosechas, base de la subsistencia de la población.
La Candelaria en México: un festín de tamales, ayote y chocolate
Hoy en día las tradiciones mexicanas suman la herencia prehispánica con la tradición católica y las propias usanzas locales y familiares. El 2 de febrero supone el culmen del triplete festivo "Guadalupe-Reyes-Candelaria", el verdadero fin de las celebraciones navideñas que darán paso a los carnavales y la Cuaresma.
Quien encontró la figurita dentro de la Rosca de Reyes en la Epifanía se convierte en su padrino. La costumbre manda que hay que cuidar del pequeño hasta La Candelaria, cuando se acude a la iglesia a "presentarlo"; hay quien incluso viste a a la criatura con ropas para la ocasión. Ya se puede levantar el Nacimiento que muchos aún mantienen en sus hogares, se bendicen velas o candelas y se busca un nuevo padrino para el Niño.
Y después llega la verdadera fiesta, cuando familiares y amigos se reúnen para disfrutar de la tradicional tamizada. Se supone que el padrino del Niño debe ofrendar y convidar a los demás, teóricamente las mismas personas que estuvieron presentes cuando se comió la Rosca el Día de Reyes.
Se sigan más o menos a rajatabla los ritos, lo cierto es que son muchos los mexicanos que celebran La Candelaria comiendo tamales con ayote y/o chocolate, un plato muy tradicional de origen antiguo y del que existen cientos de variedades.
Qué son los tamales y por qué son típicos en este día
El tamal es uno de los platos más populares y extendidos por todo México, con variantes también en otros países americanos. Tiene un carácter profundamente patrio, hogareño y familiar, con multitud de recetas y variantes distintas que cambian según el pueblo o la tradición de cada casa.
El nombre proviene del náhuatl tamalli y es un alimento de raíces prehispánicas, con miles de años de antigüedad. Esencialmente consiste en una masa de maíz rellena y envuelta en hojas de de diversos vegetales, siendo las más comunes las de la propia mazorca o de plátano.
El maíz fue y sigue siendo un cultivo básico para la subsistencia de muchos países americanos, alimento esencial que protagoniza infinidad de recetas, productos y bebidas. Es parte de la propia cultura mexicana, conectando así con su pasado azteca prehispánico e indígena.
Según cuenta la leyenda, solo el maíz se reveló como el único material posible para dar vida al ser humano. Tanto el cereal como diversas ofrendas de maíz han estado siempre muy presentes en las festividades y ritos locales, por eso se adoptó de forma natural como elemento clave también en La Candelaria.
La masa básica del tamal se prepara mezclando harina de maíz con manteca de cerdo, a veces incluyendo también caldo. Después se rellena con una combinación de carnes, verduras y salsa, y también se preparan variantes dulces. Se envuelve bien dentro de la hoja, creando una especie de paquete que se cuece al vapor. Una vez listo, se abre y se come el interior.
Suelen ser consumidos en el desayuno aunque los tamales pueden disfrutarse a cualquier hora del día, dependiendo de la ocasión y los ingredientes. No faltan en las grandes celebraciones familiares y se suelen acompañar de atole, una bebida caliente y dulce con harina de maíz, también de origen prehispánico.
El atole o atol proviene del del náhuatl atolli, "aguado", una bebida que en origen que se preparaba combinando maíz molido con agua, a veces también con cacao y chile. La llegada de los europeos introdujo poco a poco otros ingredientes, y hoy es habitual elaborarlo con leche. Si lleva chocolate se conoce como champurrado, pero hoy hay muchas más variantes: con frutas, especias, piloncillo o cajeta, miel, nuez o incluso con galletas.
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