La cocina está tan llena de cotidianidades que, sin pensarlo, arrastraron consigo un gran proceso histórico del que hemos siempre sido ajenos, sin embargo, cuando te hagas un próximo jugo de naranja y te pongas a pensar sobre si fue primero el nombre de la fruta o el color, sabrás que detrás de este debate hay un proceso histórico que involucra a un Rey Inglés del siglo IX, un territorio perdido y, por supuesto, una lucha del lenguaje dominante de la región.
La historia comienza con Alfredo el Grande, uno de los reyes sajones occidentales que gobernó desde 871 hasta 886 un territorio que, para entonces se conocía cono Danelaw, mismo que entró en disputa entre el nombrado rey de Wessex, y Guthrum, rey de Anglia Oriental a finales del siglo IX originario de Dinamarca.
En aquel entonces en la Inglaterra medieval este tono vibrante era conocido como "geoluhread" ("gul-og-rød"), una palabra danesa que significaba "amarillo-rojizo", una descripción bastante precisa del color, pero un poco engorrosa de pronunciar en el día a día.
Cuando las naranjas, provenientes de Asia, comenzaron a ganar popularidad en Europa, su color llamativo y su sabor refrescante las convirtieron rápidamente en una fruta muy apreciada.
Al ser tan fáciles de identificar por su color, pero con un nombre difícil de pronunciar, la gente comenzó a utilizar el término original 'orange', 'naranja' en inglés, como una forma más sencilla y directa de referirse a esta fruta, y también al color característico de esta.
De la fruta al color
Poco a poco, el uso del término "naranja" se extendió más allá de la fruta. La gente empezó a utilizar la palabra "naranja" en lugar de "amarillo-rojizo" en su vida cotidiana, lo que, con el tiempo, la palabra "geoluhread" cayó en desuso y fue reemplazada por un término mucho más práctico, tanto para el color como para la fruta.
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