He aprendido a las malas que ir a hacer la compra a lo loco, sin red, no suele salir bien. Siempre, siempre se te olvida algo o compras algo de más que ya tenías o que no estaba previsto y es un extra innecesario. Salvo que necesites dos o tres cosas, una compra semanal en condiciones exige tener un lista, y la técnica para hacerla también puede hacerte ahorrar tiempo y dinero.
Hace tiempo que practico la llamada compra inversa, con un inventario de lo que siempre solemos tener en casa y anotando lo que se gasta o amenaza con agotarse, pero además llevo tiempo practicando otra costumbre a la que no había dado mucha importancia. Hasta que leí sobre ella en medios americanos y caí en la cuenta que yo también lo hacía, especialmente desde la pandemia.
La autora Marygrace Taylor lo denomina método de reescritura, y puede parecer que es hacer el doble de trabajo, pero yo a menudo hago una sola lista antes de ir a la compra tras partir del listado de compra inversa que ya he mencionado. Es tan simple como redactar la lista final siguiendo el orden de disposición del supermercado. Es decir, agrupar los productos y alimentos según el itinerario más rápido de tu centro habitual.
Lo hago mucho más a conciencia desde la pandemia porque había que pasar el menor tiempo posible en espacios cerrados públicos, pero en realidad es cuestión de lógica y practicidad. No le había dado mucha importancia porque parece algo evidente, pero me he dado cuenta de que no todo el mundo lo hace.
Ir a comprar con una lista y su itinerario te ahorra mucho tiempo y dinero
Lógicamente, tienes que tener un supermercado que conozcas donde hagas la compra habitualmente y contar con que, en fechas señaladas como Navidad, pueden cambiar. Pero en general el orden se mantiene, y al final te vas aprendiendo un poco dónde está todo, al menos por grupos grandes: la fruta fresca, los yogures, las legumbres, la sección de congelados, etc. Así vas a tiro hecho sin deambular ni volver a los mismos pasillos tropecientas veces, evitando olvidos o comprar cosas que no necesitas, algo que le encanta a las grandes cadenas. También tengo una regla: no comprar nada que se exhiba en las cajas de cobro.
Los días que voy a un mercadillo, mercado tradicional o plaza de abastos, es otra cosa; ahí me gusta dejarme llevar y comprar lo que la temporada y cada puesto tenga ofrezca en ese momento y adaptar la cocina a ello. Pero para el día a día cotidiano, la compra semanal de supermercado es, por mucho que tenga detractores, lo más práctico. Y cuanto menos tiempo perdamos en ello, mejor.
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