Con sus más y sus menos, todos los dulces navideños de nuestro país pasan casi irremediablemente por la almendra. Herencia árabe donde las haya a costa de mezclar almendra molida y miel, la mayor parte de nuestra dulcería acaba vinculada a presentar a este fruto seco como rey de la fiesta.
Curiosamente, la historia de las peladillas no está tan vinculada al pasado árabe y andalusí, sino que también se vincula con tradiciones romanas y griegas, cuyas herederas aún hoy existen y podemos encontrar en estos países.
Confetto para un italiano, koufeta para un griego y, en el caso francés, las conocidas como dragée, las peladillas no dejan de ser en esencia una almendra que se recubre de una pasta de harina y azúcar —actualmente—, pero que en el pasado era una almendra confitada con harina y miel, ya que era el edulcorante que se tenía a mano.
Comparte así ingredientes con los turrones y los mazapanes, los otros dos miembros de este trío que, sin embargo, sí siguen en una boga comercial que les permite entrar en el siglo XXI sin problemas. Sin embargo, ¿qué pasa con las peladillas y qué fue de ellas?
Desde que se industrializaron, las peladillas cambiaron ligeramente su morfología y la harina de trigo dejó de formar parte de su elaboración. Lo que se hacía era bañar las almendras enteras y peladas en un almíbar que, al ir evaporando, dejaba esa costra blanca y reluciente alrededor de la almendra, un refuerzo que hoy también se consigue en industria con diversos almidones de maíz o de arroz, pero que en la producción artesanal no se utilizan.
También justa fama cobra otra población, en este caso hablamos de Casinos, en la provincia de Valencia, uno de los últimos reductos de este dulce navideño que incluso cuenta con la Feria del Dulce Artesano, Peladillas y Turrones de Casinos, que se celebra anualmente el último fin de semana de noviembre.
Enraizada desde finales del siglo XIX, Casinos es con toda probabilidad el nombre más asociado a un dulce que ahora está en decadencia y no es por este municipio valenciano, sino por las opciones comerciales e industriales que han hecho caer también el nombre de esta almendra confitada.
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Aún en Casinos encontramos fábricas y productores más o menos artesanales como Turrones Navarro, Peladillas y Turrones Casinos o Turrones Apolonia, tres elaboradores que dan todavía fe de un pasado esplendoroso a costa de las peladillas en este pueblo de apenas 3.000 habitantes, situado a 40 kilómetros de Valencia, en la comarca del Campo de Turia, donde siguen orgullosos de elaborar sus peladillas con solo almendra marcona y azúcar, donde la capa de azúcar debe ser ligerísima y ofrecer ese mordisco, no limitándose a ser una suerte de caramelo.
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