Qué fue de Pizzoleto, la mascota de Telepizza que mutó de porción de pizza a niño y hasta tuvo su propio cómic

La cadena española tuvo también su propia mascota que un buen día evolucionó de pizza antropomórfica a niño pizzero protagonista de muchos regalos

Hubo un tiempo no muy lejano en el que Telepizza, la cadena de pizzerías con reparto a domicilio por excelencia de nuestro país, tenía acompañando a su famoso logo ya su célebre eslogan un simpático personaje. 

De nombre Pizzoleto, la mascota de la multinacional ha pasado a mejor vida en un proceso silencioso y discreto, desapareciendo por completo de nuestras vidas sin que nadie, aparentemente, le eche de menos. Que mutara un par de veces de piel no ayudó a dejar huella.

En el salvaje mundo dirigido por el consumismo en el que estamos sumergidos, las empresas que dependen de fidelizar al cliente necesitan llamar la atención y ganarse una imagen de marca propia identificable. Por eso nacieron las mascotas corporativas, una figura con gran peso en otros países como Japón o Estados Unidos, que en España está desapareciendo a un ritmo mucho más acelerado del que a los más nostálgicos nos gustaría.

El término mascota es la traducción demasiado literal del inglés mascot, concepto distinto al de pet, animal de compañía que en nuestro idioma comparten la misma palabra. Si nos fijamos en la definición de la RAE vemos que curiosamente proviene del francés y en su primera acepción se refiere a una especie de talismán, persona, cosa o animal que trae suerte. Una descripción que no está muy desencaminada de qué significan las mascotas corporativas y por qué antaño prácticamente todas las empresas y marcas querían tener una.

Abundan y sobreviven más en el sector agroalimentario, muy ligado aún al público infantil, pues es más fácil que los niños y jóvenes preadolescentes se sientan atraídos y se identifiquen con personajes de ficción bonachones, simpáticos, adorables divertidos o que sigan las modas de cada generación. El ejemplo más evidente lo tenemos en las cajas de cereales y las chocolatinas y bollos, pese a que numerosas asociaciones defienden acabar con este tipo de promoción para reducir el consumo de ultraprocesados en la infancia, como ya sucede en otros países.

Pero hay otras muchas marcas que también tienen y han tenido sus mascotas, no solo buscando atraer al tierno infante. Las tienen equipos deportivos, eventos de ocio y culturales, compañías de seguros, marcas de coche y hasta pescaderías de barrio. Y Telepizza también tuvo su mascota, que probablemente se diseñó para competir con el el payaso Ronald McDonald de la cadena de hamburgueserías, uno de sus grandes rivales. El payaso aún sobrevive, a Pizzoleto lo devoró un agujero negro.

De pizza perturbadora a niño repelente

Nacida en 1987 en un primer local del madrileño barrio del Pilar, Telepizza se expandió rápidamente en la década de los locos años 90 por todo el país, convirtiéndose en la primera gran cadena de pizzerías que apostaba claramente por expandir el mismo modelo que triunfaba en Estados Unidos, imitando a las hamburgueserías que ya estaban calando poco a poco, el fast food con reparto a domicilio.

También Pizza Hut dio sus primeros pasos en España a finales de los 80, pero la marca americana nunca llegó a cuajar tanto como sí lo hizo la empresa patria, a pesar de sus múltiples problemas de mando y de vaivenes económicos. Pero en los años de jauja, en su máximo apogeo, la compañía se labró una imagen de marca corporativa apostando por el color rojo, una masa única ‘secreta’ y una mascota propia que tendría que darles mucho juego, empezando por la extinta 'Escuela de magia', una especie de club infantil con su carnet de mago y todo.

Pizzoleto nació como una porción de pizza humanoide dotada de rostro y extremidades que, para ser sinceros, resultaba más perturbadora que simpática. Por qué las marcas siguen apostando por el producto que nos quieren vender para comer como diseño de personajes es algo que se escapa a toda lógica. ¿Qué podría llevar a una pizza a animarte a que vayas a sus locales a comerte a sus hermanos?

Quizá esa misma pregunta se la hicieron nuevas cabezas pensantes de la compañía que irían renovando los puestos de responsabilidad de la empresa en los años siguientes, porque un buen día Pizzoleto mutó. Se abandonó la figura antropomórfica y espeluznante de la pizza parlanchina con piernas para resurgir en forma de niño. Un niño algo repelente, todo hay que decirlo, que lideraría el nuevo Club Aventura de Telepizza, también olvidadísimo hoy.

Pizzoleto vivió así una segunda y eterna juventud en la piel de un niño diseñado en la línea de los dibujos animados de la época, con ojos grandes azules, pelo rubio y sonrisa sospechosamente entusiasta, siempre irradiando felicidad y energía, suponemos que por alimentarse con las nutritivas pizzas que nos tenía que promocionar. Y que él mismo se encargaba de dispensar, porque la compañía decidió que era buena idea convertirlo en un pizzero repartidor y cocinero, ataviado con un extraño peto con los colores de la casa, gorra y moto incluidas. Pizza parlante mal; explotación laboral infantil bien.

Anuncios, regalos y mercadotecnia a tutiplén

Nuestro amigo Pizzoleto no solo era una imagen corporativa como cualquier aburrido logo, su función era la de promocionar la compañía y sus pizzas y, para ello, se convirtió en el protagonista de las campañas publicitarias de todo tipo. Por supuesto que apareció en anuncios televisivos, como también llegó a hacer su primera encarnación, pero fue mucho más allá.

Disfrázate de Pizzoleto cowboy con su careta de cartón, ¡el sueño de todo niño!

Porque si las mascotas triunfaban en los 80 y 90 era por su capacidad de multiplicarse en todo tipo de objetos tangibles, regalos y artículos que hacían las delicias de los niños y que hoy sobreviven en tiendas de segunda mano para nostálgicos coleccionistas. Son muy recordados los puzzles que imitaban claramente los diseños de ‘Buscando a Wally’, pero también hubo pines, chapas, pegatinas, material escolar y hasta una cámara de fotos.

Pizzoleto llegaría incluso a vivir grandes -ejem- aventuras en forma de cómic, acompañado para la ocasión de su compañera Pizzoleta -la originalidad en los nombres brillaba por su ausencia-, que nunca se supo muy bien si era su novia o su hermana. Juntos se enfrentaron a su archienemigo el Dr. Hat -¿no recuerda demasiado a ‘Hut’?- en tebeos como “Pizzoleto y Pizzoleta contra el… Dr. HAT ‘en las Olimpiadas’”, como bien nos recordaba nuestro compañero de Espinof, Randy, en su blog hace años. Según publicó Tebeosfera hace tiempo, solo se tiene constancia de tres títulos en la colección, que incluían peripecias por Escocia y, un clásico, en el fondo del mar.

¿A qué me recuerda este puzzle?

Si ya no sirve, déjalo morir

La segunda década del siglo XXI trajo grandes altibajos a Telepizza, que como tantas compañías del sector vivió una montaña rusa de inversores, deudas, compras, aperturas, cierres y ajustes de todo tipo en la empresa y sus productos.

Los nuevos tiempos guiados por internet y, cada vez más, las redes sociales, fueron acabando con el objeto físico y los regalos a los que casi todas las marcas nos tenía acostumbrados -esos regalos locos de los yogures-, eliminándolos de sus presupuestos. Telepizza seguía y sigue apostando por promociones para atraer clientes y mantener la fidelidad de sus consumidores de siempre, pero hace tiempo que son las IPs culturales y de ocio las que marcan el camino, como películas, videojuegos o series de televisión.

La última reconversión de Pizzoleto nos dejó un dibujo más genérico, mucho más infantil y sin personalidad. Además de cabezón.

A Pizzoleto le comió el terreno primero una serie de personajes de diversa índole, como la miniserie diseñada por Cálico Electrónico, o otra especie de club infantil bautizado vagamente como 'la Tribu'. En los últimos años solo se ha usado fugazmente su nombre para tristes publicaciones de redes sociales como felicitar el Día del Niño, con un diseño totalmente distinto al pizpireto personaje original.

Y así, sin darnos cuenta, Pizzoleto y su brillante sonrisa desapareció para siempre de nuestras vidas, con nuevas generaciones de niños creciendo sin saber de su existencia. Aunque, puesto que nunca se le dio un funeral oficial como tal, no descartamos que la compañía rescate a su mascota nuevamente en el futuro sacándole del oscuro retiro donde esté pasando su jubilación.

Imágenes | Todocolección - Telepizza

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