Hoy en día la inmensa mayoría de marcas pertenecen a unas pocas multinacionales, verdaderos gigantes que han ido acaparando el mercado mundial. Muchas mantienen sus nombres originales gracias no solo a que son ya reconocidas, también generan empatía, cariño y nostalgia. Por eso somos muchos los que recordamos Yoplait, la mítica marca de yogures francesa que no pudo sobrevivir en España al cambio de milenio.
El origen del yogur parece remontarse a la antigua Mesopotamia, pero en España, como casi toda Europa, no llegaría a extenderse en el hogar hasta mediados del siglo XX, con la democratización del frigorífico, pues primero llegó a venderse como producto de farmacia, donde se disponían de medios refrigerantes para su conservación.
Desde que se descubrieron las bacterias responsables de la fermentación, el yogur fue conquistando Europa como alimento saludable, popularizándose de verdad en España a partir de los 70. Convertido en protagonista de meriendas infantiles y también en postre, son varias las marcas las que lucharon por hacerse un hueco en nuestras neveras, con Danone como dominador principal y que llegaría más tarde Yoplait aspirando a robarle consumidores. Con una estrategia muy clara desde el principio.
La marca francesa de la flor que conquistó el mundo
Danone ya llevaba varias décadas elaborando yogures cuando Yoplait dio sus primeros pasos en Francia de la mano de unos 10.000 agricultores en 1964. Nacida de la unión de seis cooperativas lácteas regionales, con el fin de unificar su trabajo para comercializar sus productos con más eficiencia en todo el país, Yoplait se fundó como marca comercial en 1965.
Yoplait nació de la unión de seis cooperativas francesas de agricultores
Ya desde sus inicios el nombre, adoptado de la unión de Yola y Coplait, dos de las cooperativas, estuvo acompañado de su incónico logotipo, una flor de seis pétalos diseñada por Philippe Morlighem que representa a seis de los miembros fundadores principales. Con el rebranding de la marca este logo se estilizó ligeramente apostando por un mayor minimalismo que ha reducido la flor a cinco pétalos, eliminando el círculo que rodeaba al nombre para dejarlo en una línea inferior que lo subraya y ejerce de tallo.
En 2011 la multinacional estadounidense General Mills adquirió una participación mayoritaria del 51 % de la empresa operativa Yoplait SAS, y un 50 % de Sodiaal, propietaria de los derechos intelectuales. Se convertía así en la mayor compañía de yogures y otros lácteos del mundo, con una gran presencia en multitud de mercados internacionales.
Su huella en España: sabores míticos que no se olvidan
Las recientes generaciones verán a Yoplait como cualquier otra marca desconocida extranjera, mientras que serán muchos los que todavía la recuerden, no sin poca nostalgia. Es frecuente la idea de que simplemente desapareció, como tantas otras viejas marcas, por lo que sorprende encontrarse con sus yogures acaparando los lineales de supermercados en otros países, incluso por encima de Danone.
El yogur se puso de moda en la segunda mitad del siglo pasado gracias, en gran medida, a las virtudes nutricionales y beneficios saludables que ya se le atribuían. Además era un producto moderno, fácil de comer y muy accesible gracias al abaratamiento de sus precios, perfecto para alimentar bien a los niños.
En un mercado cada vez más competitivo aterrizó Yoplait en un movimiento lógico, dada la cercanía del país vecino. Lo hizo en 1971, registrando poco después tanto el nombre de la marca como su reconocible logotipo, derechos que siguen vigentes a día de hoy en la Oficina Española de Patentes y Marcas, a pesar de estar en desuso.
La compañía gala operó en nuestro país de la mano de la filial española Sodiber, especializada en yogures y otros lácteos con sede en Alcobendas (Madrid), produciendo a lo largo de su andadura también yogures en otros puntos del país a través de diversas empresas regionales, como la andaluza Yogural o la valenciana Elisa.
Sabores míticos como el yogur de naranja o el de vainilla no se olvidan
La gama de Yoplait que daban sabor nuestras meriendas experimentó algunos cambios y novedades a lo largo de las décadas, pero hasta bien entrados los 90 el catálogo de yogures no ofrecía variedades tan inabarcables como hoy en día. Y de hecho, varios de los sabores más populares prácticamente han desaparecido.
Además del yogur natural, Yoplait apostó por las frutas más típicas de la época, eso sí, en forma de aromas saborizantes y colorantes artificiales, como se estilaba aún por entonces, cuando aún no teníamos tanta manía a los aditivos ni se nos pasaba por la cabeza el concepto de real food.
Junto al imprescindible yogur de fresa encontrábamos los hoy algo maltratados yogures de plátano, manzana y pera. También tenían cierta fama los exóticos de kiwi, coco y piña, y especialidades más adultas como la avellana y la frambuesa, sin olvidar el goloso yogur de vainilla, hoy casi abandonado de nuestros lineales. Y cómo no recordar dos sabores tan mediterráneos y que muchos lloramos sus pérdidas: los míticos Yoplait de naranja y limón.
La marca gala también lanzaría en España una gama más infantil que competía con el antaño llamado Petit Suisse de Danone, que realmente no era yogur sino un lácteo a base de queso fresco y que tuvo varios nombres y fórmulas. El Petit Yopsuisse, uno de los últimos lanzamientos, apuntaba ya a la tendencia de ofrecer productos más sanos destacando la menor cantidad de grasa, sacando también yogures desnatados a la par que postres lácteos como natillas.
La guerra contra el azúcar aún tardaría en llegar, pues se destacaba antes el poder nutritivo de este lácteo, "rico en proteínas", incluso agregando posteriormente fruta natural a una gama más amplia con sabores nuevos como el albaricoque o la cereza. También son muy recordados sus yogures naturales azucarados con azúcar de caña, cuya mascota identificativa era un simpático tucán que aún protagoniza su propia gama en Francia, y del que en mi casa éramos verdaderos fans.
Regalos y premios como churros
Además de esos sabores fijados en nuestra memoria gustativa, Yoplait es una marca que dejó huella a más de una generación a través de sus potentes campañas promocionales. Como tantas otras empresas que buscaban destacar frente a la competencia, echaron toda la carne en el asador de los regalos y premios, un recurso fácil que sin duda funcionaba.
No era la única marca alimentaria con regalos, pues muchos recordamos también míticas promociones de Danone -como el juego de magia-, galletas, o tantísimos cereales. Pero los obsequios de Yoplait eran un universo aparte.
Y lo eran por dos motivos: abundancia y variedad. Hoy las compañías racanean mucho más a la hora de ofrecer regalos, pero entonces podías encontrar sorpresas casi en cada pack de yogures, con pequeños premios bajo sus tapas que hacían que comer un yogur fuera casi como jugar a la lotería, o a una tómbola de fiestas patronales.
A lo largo de sus tres décadas de historia en España, Yoplait llenó los hogares de todo tipo de obsequios dirigidos principalmente a niños, pero sin olvidarse de conquistar también a los padres. Además de las típicas pegatinas, chapas, llaveros y pósters, podías conseguir carpetas, álbumes de cromos, muñecos y figuras, pizarras mágicas, juegos magnéticos, manteles individuales, coches y aviones...
Además se apuntaban a las modas de entonces, regalando, por ejemplo, clicks de Famobil y Airgam Boys, cromos de La Guerra de las Galaxias o todo tipo de piezas con personajes Disney, sin olvidar a otros iconos de la época como Sandokan, Dartacán y los Mosqueperros o el Inspector Gadget. Por supuesto, casi todo coleccionable.
Otra serie muy recordada son las educativas cintas de casette de Félix Rodríguez de la Fuente, mientras que para los mayores lanzaron objetos más prácticos como toallas, cuberterías y cuchillos, juegos de tazas variadas y platos, copas de vidrio, vasos, jarras, cubiteras, vajillas de Duralex, etc.
Las páginas web de compra venta y subasta de objetos vintage y recuerdos como Todo Colección o Ebay están plagadas de ejemplos de estos regalos de Yoplait, por si se ha despertado tu gusanillo nostálgico y buscas completar esa vieja colección que aún tienes en casa de tus padres. De lo que no dudamos es que son muchos los hogares españoles que conservan esas tazas octogonales de Arcopan o las icónicas copas con borde rojo.
ALBUM CROMOS INSPECTOR GADGET 1983 YOPLAIT ,FACSIMIL COMPLETO
ANTIGUO JUEGO MAGNETICO JUNTAPREMIO YOPLAIT BARCOS AÑOS 80
La batalla perdida contra Hacendado
Según se acercaba el cambio de milenio, la competencia en los lineales de los supermercados fue aumentando, paralelamente a un cambio de tendencias en el consumo. Viejas marcas se fueron quedando por el camino, mientras que otras nuevas, como la alemana Müller, fracasarían en su intento por hacerse un hueco en el mercado español.
Danone supo adaptarse a los cambios pero Yoplait no correría la misma suerte, perdiendo cada vez más nicho de mercado a pesar de renovar también la imagen de sus productos o apuntarse a nuevas variedades más actuales. El nuevo enemigo a batir era un competidor inesperado: la marca blanca. Y más concretamente, Hacendado.
Mercadona como tal nació en 1981, pero la verdadera estragia rompedora de Roig empezaría a dar sus frutos a finales de la década siguiente: apostar por la marca propia arrinconando a las más populares. Y vaya si lo consiguió. Otras cadenas de supermercados siguieron el ejemplo y la marca blanca empezó a dejar de verse como algo simplemente de mala calidad, ofreciendo productos más que decentes a precios muy competitivos.
Mientras que Danone fue casi monopolizando la marca propia en el sector de yogures y otros postres lácteos, Yoplait fue perdiendo mercado y fracasó en su intento por llamar la atención desde campañas de marketing que no calaron, incluso con anuncios polémicos que le llevaron más disgustos que una esperada remontada.
Tras un fallido intento por vender la fabricación a marcas blancas o lograr nuevos inversores, la filial Soliber anunció en marzo de 2001 que abandonaría el territorio español ese mismo año. En noviembre se paralizó la actividad en la fábrica de Alcobendas, despareciendo así y para siempre la marca de la flor de nuestros supermercados.
Abrir la tapa de un yogur ya nunca volvería a ser lo mismo.
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