Las fuentes de varios ingredientes cubiertas con bechamel y/o queso, gratinadas al horno, son pura comida reconfortante. Para los estadounidenses son las famosas casseroles, donde entra casi todo lo imaginable, pero si hablamos de recetas más concretas la pasta al horno se lleva la palma. Clásicos italianos como la lasaña y los versátiles canelones ya son también símbolo de nuestra cocina casera, pero en mi casa el recetario griego compite con Italia.
Siempre se compara, y con razón, con la lasaña, pero la musaka griega se merece reconocimiento por sí misma. La primera vez que mi madre se animó a hacerla en casa fue un triunfo absoluto y desde entonces la suele preparar más a menudo que el plato italiano, sobre todo porque se ahorra tener que lidiar con la pasta y es una manera muy fácil y deliciosa de preparar una de nuestras verduras preferidas, la berenjena.
Aunque hay diversas variantes y, como plato hogareño es lógico que en cada familia se tenga una receta propia, fue el cocinero Nikolas Tselementes quien creó y difundió en la década de 1920 la que no tardó en estandarizarse como "típicamente" griega. Sus orígenes son anteriores y encontramos versiones similares en otros países mediterráneos y de Oriente Medio.
Puede llevar una base de patata, pero la receta de moussaka de mi madre la omite para hacerla más, digamos, ligera. La combinación de carne picada, salsa de tomate, berenjena, bechamel casera y queso ya es suficientemente suculenta y no necesita nada más para gozar de este platazo digno de una celebración familiar. O de domingo.
Cuando algunos miembros de la familia han dejado de comer carne hemos probado a cocinarla usando soja texturizada sustituyendo la carne picada, y queda más que digna. Y la receta de moussaka vegetariana de lentejas y calabaza es una receta diferente que sin duda sorprenderá a más de uno.
Imagen | Flickr/Merle ja Joonas
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