Me apasiona la cultura en todas sus facetas y siempre me ha interesado la historia. Como he afirmado muchas veces, la gastronomía es una parte imprescindible de la cultura de la humanidad, que además guarda muchas curiosidades. ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué uno u otro plato se llaman de una determinada manera? Os invito a repasar algunos de los más conocidos que fueron bautizados con nombre propio.
El nombre de muchas preparaciones normalmente está relacionado con el propio origen de la receta. En ocasiones es difícil de precisar porque se remonta a muchos años atrás o es producto de múltiples adaptaciones y transformaciones a lo largo de las décadas. Pero si nos paramos a pensar, encontramos muchos platos hoy conocidos en todo el mundo que poseen un nombre relacionado con una determinada personalidad histórica.
Comidas muy populares con nombre propio
Quizá uno de los nombres más conocidos es el del sándwich, de cuyo nacimiento ya se habló por aquí hace un tiempo. El popular emparedado se lo debemos a Sir John Montagnu IV, ilustre conde de Sandwich, quien tuvo la ocurrencia de servir el jamón con queso entre rebanadas de pan para no mancharse las manos. Una idea tan simple como acertada, de la que incluso dejó constancia en su testamento como legado a su tierra.
Otro básico de la comida popular es la pizza, de la que existen cientos de nombres para cada receta. Pero si hay una receta conocida por todos es sin duda la pizza Margarita. La leyenda cuenta que debe su nombre a la reina italiana Margarita de Saboya, quien estando en Nápoles a finales del siglo XIX supuestamente pidió al maestro pizzero más célebre, Raffaele Esposito, que le preparara tres recetas distintas.
Se cuenta que la reina quedó entusiasmada con la más sencilla, de tomate, mozzarella y albahaca, por lo que Esposito la bautizó en su honor, consiguiendo además el sello real para su local. Sin embargo, los historiadores afirman que la bonita historia no es más que una fábula, debidamente adornada por los posteriores dueños de la pizzería, que todavía sigue funcionando en la ciudad italiana.
La ensalada César se ha convertido en un plato de lo más habitual en cartas de restaurantes y cafeterías de todo el mundo, casi sustituyendo a nuestra típica ensalada mixta. Ha llegado a nosotros a través de la comida americana, normalmente acompañando a hamburguesas, costillas y platos similares. Su nombre no tiene nada que ver con el célebre romano aunque sí está ligado a Italia, pues se debe a dos hermanos de origen italiano.
Aunque tampoco se sabe a ciencia cierta quién fue su creador, esta ensalada nació en los años 20 del siglo XX, en el restaurante de los hermanos Cardini, Cesar's Place en Tijuana, México. La versión más aceptada sitúa a Alex Cardini como el inventor de la ensalada que bautizaría con el nombre su hermano, César, propietario del local. La ensalada pronto adquirió gran fama gracias sobre todo a su salsa especial. En 1948, César Cardini patentó la receta del aliño, registrándola con su nombre.
Otra salsa también muy conocida es la llamada Alfredo, originalmente empleada en una receta de fettuccine. El nombre proviene de su creador, Alfredo Di Lelio, propietario y cocinero del restaurante Alfredo en Roma a comienzos del siglo pasado. El chef ideó en realidad una variante de la salsa al burro, y se dice que los actores Mary Pickford y Douglas Fairbanks quedaron prendados de ella cuando la probaron en su luna de miel. Hoy la salsa, a base de mantequilla y queso, es muy conocida sobre todo en EEUU con todo tipo de pasta.
Famosas recetas de carne
De nuevo vamos a Italia con otro plato extendido por todo el mundo, el carpaccio. La primera mención a esta especialidad con dicho nombre se sitúa en 1950 en Venecia. La condesa Amalia Nani Mocenigo acudió a comer al restaurante de Giuseppe Cipriani, al que explicó que su médico le había prescrito comer carne cruda. El cocinero preparó un plato de carne de lonchas muy finas de ternera cruda que encantó a la dama. Bautizó a su creación en honor del pintor Vittore Carpaccio, de quien acababa de ver una exposición, por la impresión que le causó el uso del color rojo en sus lienzos.
El solomillo o buey Wellington también se ha hecho muy popular en los últimos años. Esta receta británica de carne de ternera envuelta en hojaldre, normalmente cubierta con una capa de paté, tiene un origen incierto. Aunque se suele relacionar con Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, no hay fuentes que lo confirmen. Lo más probable es que fuera el nombre patriótico con el que se bautizó a un plato servido durante una recepción civil en Wellington, Nueva Zelanda.
El solomillo Stroganoff o Strogonoff es otro de esos platos muy populares pero del que nos podemos encontrar infinitas variantes por todo el mundo. Su origen se sitúa, asociado al conde y militar ruso Pável Aleksándrovich Stróganov, y así aparece la receta en el libro de cocina de Elena Molokhovets de 1861. Sin embargo, lo más probable es que fuera sencillamente una variante de recetas tradicionales preexistentes. Los movimientos de población del siglo XX, sobre todo a raíz de la Segunda Guerra Mundial extendieron y popularizaron este plato por todo el mundo, aunque con recetas muy distintas según el país.
La hora de postre
La pavlova, postre elaborado a base de merengue que se combina con nata o crema y frutas, tiene nombre ruso pero su nacimiento nos lleva hasta las Antípodas. Aunque todavía hoy hay disputas entre Australia y Nueva Zelanda sobre su origen, las fuentes apuntan a que es una receta creada en Wellington, capital neozelandesa. Cuando la bailarina rusa Anna Pavlova visitó el lejano país durante su gira mundial en 1926, el chef del hotel donde se alojaba ideó y bautizó en su honor este dulce y delicado postre.
El frangipane es un delicioso relleno empleado en la repostería elaborado a base de una crema de almendras y de crema pastelera. Es una receta francesa, pero para aclarar el origen de su nombre debemos volver la vista a Italia. El término proviene de la familia medieval italiana Frangipani, célebres por un perfume que empleaban para aromatizar sus guantes. Su popularidad hizo que se empleara la palabra frangipane para referirse a productos con un olor característico.
La tarta Sacher es una de las más conocidas en todo el mundo, aunque su receta exacta se mantiene en secreto. Esta tentación de chocolate nació en Austria en 1832, de la mano del aprendiz de repostero Franz Sacher. El joven deleitó a los invitados del príncipe Metternich, y guardó su receta hasta que pudo abrir su propia pastelería en Viena. Su Sachertorte adquirió enorme fama, siendo su hijo quien continuó el legado familiar fundando el Hotel Sacher en 1876, donde a día de hoy se siguen elaborando cientos de tartas cada año.
Otra célebre es la llamada tarta tatín, que hace referencia a la forma en la que se hornea, con la parte superior hacia abajo, a la que se da la vuelta una vez lista. Este postre francés también se originó en las cocinas de un hotel, aunque por accidente. El nombre proviene del Hotel Tatin, regentado por las hermanas Tatin. Aunque el origen concreto de la tarta no está del todo claro, se cree que por un descuido cocinaron más de la cuenta unas manzanas, y para no tener que desperdiciarlas colocaron por encima una capa de masa, a la que dieron la vuelta a la hora de servirla. El resultado gustó tanto que la incorporaron a su recetario.
Estos son sólo algunos ejemplos de la gran cantidad de recetas que podemos encontrar con un nombre propio. Muchos de estos platos están hoy tan asentados en nuestra cultura que no nos detenemos a plantearnos cuál fue su origen o por qué se conocen con tal nombre. Aunque no siempre podemos distinguir dónde acaba la realidad y dónde empieza la leyenda, me gusta conocer las historias que esconden las recetas con las que disfrutamos en la mesa.
Imágenes | Meal Makeovers Moms, Julian, SpirosK photography
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