Aunque siempre he vivido en ciudad, he tenido la suerte de que mis padres se criaran en localidades más pequeñas y de ambiente todavía rural. Quizá eso les ha hecho estar siempre muy apegados a costumbres tradicionales y al contacto con la naturaleza. A ellos tengo que agradecerles haber pasado gran parte de mi niñez en un caserío del campo de Cartagena, en mi Murcia natal, y en los pueblos de mis abuelos. No he podido evitar recordar imágenes de campos, huertos y montes, al leer un artículo que reivindica el consumo de las llamadas "plantas de hambruna".
También conocidas como "comida de pobres", las plantas de consumo en épocas de hambruna son aquellas que, durante mucho tiempo, eran la base de la alimentación diaria para miles de personas. No nos engañemos, a lo largo de muchos siglos la gran mayoría de la población subsistía con lo mínimo, y tenían que recurrir a todo lo que estuviera a su alcance para sobrevivir a las duras condiciones de vida que se han impuesto por las distintas condiciones de la historia.
¿Mala hierba o recurso natural?
La agricultura y la ganadería han sido, y aún lo son en muchos lugares, la base económica de muchas sociedades. Pero antes del fenómeno de la globalización y de la democratización cultural, las gentes más humildes tenían que limitarse a cultivar y consumir productos locales. Es un medio de vida muy precario, pues incidentes como una mala cosecha, sequía, inundaciones o plagas, no sólo podían arruinar a una familia sino directamente condenar a un pueblo entero. En tiempos de necesidad, la naturaleza era el gran recurso de subsistencia.
Cada entorno geográfico ofrece una determinada variedad de plantas que crecen de forma natural. Son las llamadas tantas veces con desprecio "hierbas" o "hierbajos". Pero saber qué plantas habitan en una zona, cómo encontrarlas y cómo aprovecharlas, es un conocimiento que ha resultado vital para millones de personas en todo el mundo. Es un tipo de cultura popular, normalmente heredada entre generaciones, todavía muy común en sociedades indígenas, pero que corre hoy el riesgo de desaparecer.
La reivindicación de la comunidad científica
Por suerte, científicos e investigadores de distintos ámbitos han tomado conciencia de esta situación. Así, en las últimas décadas se están llevando a cabo proyectos de recuperación de este tipo de cultura alimentaria popular. Es un tema de gran interés que debería preocupar a toda la sociedad, pues abarca muchos aspectos diferentes de nuestra diversidad cultural, como botánicos, etnográficos o antropológicos.
Encontramos un ejemplo en la base de datos Famine Foods ("comidas de hambruna"), desarrollada por la iniciativa de Robert L. Freedman, investigador de antropología y etnobotánica de la Universidad de Arizona (EEUU). Freedman lleva muchos años estudiando y recopilando datos sobre miles de especies de plantas "salvajes" consumidas por múltiples comunidades, y reivindica no sólo su conocimiento, sino su posible uso como alternativa sostenible para combatir el hambre mundial en un futuro cercano.
Alimento, medicina y otros usos
Si la cocina tuvo que experimentar una larga y compleja evolución para convertirse en lo que conocemos hoy, la medicina ha vivido también un camino difícil a lo largo de la historia. Ahora nos resulta extraño concebir la vida sin asistencia médica básica, con acceso a medicinas y tratamientos corrientes. Pero durante siglos la población tenía que recurrir a lo que la naturaleza le ofrecía para tratar de aliviar sus males, y sigue siendo así para muchas personas en el mundo. Una misma planta podía ser alimento, y también medicina.
Son remedios caseros que dominaban la cultura popular, algunos todavía muy conocidos, pero muchos en vías de desaparición. Resulta muy interesante la investigación de las biólogas María José e Isabel María Martínez Madrid de la Universidad de Murcia, "Usos populares de la flora típica del oeste de Cartagena". El trabajo recopila mediante entrevistas de habitantes de la zona los diferentes usos de hasta 133 especies distintas de plantas locales. Algunos conocidos, como los alivios digestivos de la manzanilla, otros curiosos, como el frotar hojas de geranio en el trasero en caso de estreñimiento.
Es evidente que la ciencia ha superado las creencias populares, sobre todo en cuestiones medicinales, y muchos de los "remedios naturales" son totalmente desaconsejables. Pero todavía hay muchos que sí son válidos, y de cualquier manera, sería una lástima que esa cultura popular desapareciera, pues forma parte de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestro pasado.
En nuestra sociedad cada vez más urbana, tecnológicamente dependiente y globalizada, estamos perdiendo el valor del contacto con la naturaleza, de la naturaleza salvaje de verdad. La flora autóctona sobrevive como puede mientras muchos olvidan que las plantas no sólo son ornamento o malas hierbas que arrancar, sino que nos han sido útiles durante muchos siglos. Creo que merece la pena reflexionar sobre ello y educar a las generaciones futuras no sólo en el respeto por el entorno, sino también por recuperar esa parte de nuestra tradición.
Vía | The Washington Post Fotos | TeunSpaans, peganum, scott.zona, Abrimaal Más información | Eubacteria En Directo al Paladar | Virtudes medicinales del laurel