MasterChef Celebrity llora la expulsión de una de sus aspirantes favoritas

La final de la tercera edición de MasterChef Celebrity se va acercando, la dificultad de las pruebas se agudiza y cada vez se palpa más la tensión entre fogones.Y eso puede llevar a que una de las aspirantes favoritas y que mejor han cocinado hasta ahora, encadenara una serie de desastres que terminarían en una temida expulsión.

En esta ocasión los aspirantes se han tenido que enfrentar a la no siempre bien comprendida cocina molecular, dejándonos antes una buena ronda del menú más típico del programa, con robo de ingredientes, una prueba de exteriores rebosando glamour y (con algo de autopromo de la casa, no hay que desperdiciar la ocasión) y la visita de viejas caras conocidas del talent show.

Los aspirantes que aún sobreviven han tenido que lidiar con la molesta prueba del robo de ingredientes, un clásico de MasterChef que siempre da juego para fomentar el pique y las bromas (algo tensas) entre los contrincantes. Todos contaban con una cesta de la compra con 12 ingredientes de buena calidad (cordero, anchoas, huevas de salmón, arroz basmati...) pero que pronto iban a verse mermadas.

Cada participante tenía que robar, en secreto (secretismo que duró un suspiro), cinco productos a uno de sus compañeros. Mario Vaquerizo fue quien empezó, eligiendo para arrancar la cesta de María (por considerarla potencial ganadora); Antonia Dell'Atte fue un poco a mala uva contra Carmen Lomana y la susodicha hizo lo propio con la italiana. Santiago Segura fue directo a la cesta de Boris Izaguirre; Ona Carbonell intentó ser generosa con Mario; Boris robó de Paz (arrepintiéndose después); a María le costó horrores quitarle nada a Ona, y Paz no tuvo reparos en robarle a Santiago.

Ya sabemos que no hay prueba sin la visita de un chef y alguna cara conocida del programa; esta vez han sido Oriol Castro del restaurante Disfrutar (dos estrellas Michelín) y Cayetana Guillén Cuervo, ganadora de la primera edición, quienes han apoyado a los aspirantes con sus consejos y entrando también en el juego del reto.

Supuestamente tenían que sacar el máximo partido de un produjo de lujo, el cordero con cuyo tratamiento se lució Pepe para inspirarles, y aplicar ya técnicas más elaboradas de alta cocina, con resultados dispares. Muchos tiraron por la xantana, como Mario, que precisamente metió la pata con la salsa en su intento por acercarse a la vanguardia.

Lomana volvió a llevarse un rapapolvo por parte de los jueces ya no solo por sus platos, sino más bien por su actitud poco entregada a la cocina. Tampoco tuvo suerte María, que hizo un desastre ya desde el aspecto visual; "no se lo daría ni a mi gato", "no tiene sentido, está todo mal", decía Jordi. Finalmente la prueba la ganaría Ona, que donó los 4.000 euros del premio a Aldeas Infantiles.

Cocinando para otras estrellas

Para la prueba de exteriores no ha habido que viajar muy lejos. En la siempre imponente Plaza de Oriente, los aspirantes se han dividido en dos equipos para cocinar en el Teatro Real un menú para 50 populares artistas y empresarios de la música, muchos bien conocidos en la casa televisiva. El Teatro celebraba su bicentenario acogiendo el el Universal Music Festival el pasado verano, con músicos de la talla de Amaia Montero, Becky G, Pedro Guerra, Sweet California, Ana Guerra y Miriam Rodríguez de OT 2017 o Carlos Baute, también exconcursante de MasterChef Celebrity.

Ona aprovechó su ventaja para elegir su equipo del tirón, escogiendo a Antonia, María y Mario, dejando a Paz con Santiago, Boris y Carmen, que además pudo escoger los platos del menú, divididos por colores.

El equipo rojo tuvo que preparar el primer plato de wok de quinoa y huevo poché, y el postre tartaleta de crema de limón con carpaccio de piña. El equipo azul capitaneado por Paz se enfrentó al entrante de ensalada de cangrejo y aguacate con puntas de espárragos y vinagreta de frutos rojos y el segundo de carne asada con puré de patata morada, colmenillas y pimientos rojos asados.

Había dos "ventajas" más, escondidas en sobres a manos de Jordi y Pepe. Paz escogió como juez supervisor al catalán y ganó el privilegio de quitar un utensilio a los rivales, mientras que el equipo de Ona hizo lo mismo con un ingrediente. Sin poner en riesgo la calidad de la cena, claro, que no había que perjudicar a los invitados. Los azules se quedaron sin sal (para indignación de Paz) y los rojos sin cuchillo cebollero.

Paz demostró sus dotes de capitana y buena cocinera dirigiendo bien a sus compañeros, aunque le hubieran tocado de rebote, mientras que el equipo rojo tuvo más de un problema de organización, sobre todo a la hora de cuadradar el pochado de los huevos. Amaia Montero se paseó entre los fogones para dar ánimos (consejos culinarios no pudo aportar demasiados) y Carlos Baute compartió sus experiencias en su paso por el programa.

Eva se estresó un poco al encontrarse a los chicos de Taburete sin el segundo de quinoa (nada menos que seis platos), un error del equipo rojo que siempre genera la indignación de los jueces. Mario asumió la responsabilidad aunque juró y perjuró que había contado los 50. Mientras se terminaba el postre, solucionaron el error.

Y fue el postre la guinda final de la tensión acumulada, empezando por una Antonia que, paradójicamente, no parecía saber muy bien en qué consiste un carpaccio. María, que se había dedicado a la elaboración de las tartaletas, sumó su segundo fracaso del día con una masa durísima, algo tostadita de más en algunos ejemplares. Pero los comensales parecieron quedar bien satisfechos.

Paz y Santiago se llevaron buenas alabanzas por parte de Jordi, salvo por la improvisada ensalada que no cumplió la receta original que se le había presentado. Carmen, de nuevo, recibió las críticas "ingeniosas" del chef ("me recuerdas a la señorita Pepis"). Pepe señaló que al equipo rojo le faltó liderazgo por parte de Ona y cometieron varios errores que les llevaron a perder la prueba.

Con la victoria del equipo azul, Ona, María, Antonia y Mario se enfrentarían al desafío de la expulsión.

El final de una expulsión anunciada

Hasta la semana pasada eran muchos los que veían a María Castro en la final, pero la aspirante no ha tenido su día. Encadenando desastre tras desastre, llegó con muchos nervios a la prueba de la expulsión final, donde tampoco Antonia hizo muchos méritos por salvarse.

Los aspirantes se encontraron con utensilios de cocina de vanguardia debajo de la Caja Misteriosa, incluyendo sifón de espumas, soplete, bolsa de vacío, pipa para ahumar y cuchara de esferificaciones; debían utilizarlos todos en su propuesta.

Para inspirarles contaron con la visita de Toño Pérez, el chef de Atrio en Cáceres (dos estrellas Michelín), quien definía la alta cocina como "la capacidad de contar una historia, de emocionar a un comensal a través de un plato"; "yo he visto a comensales llorar, para mí eso es la alta cocina". Paz repartió los ingredientes, dando a María y Antonia la mesa más humilde, dejando los productos caros a Mario y Ona, pensando en qué controlaba mejor cada uno.

La cocina molecular se resistió un poco a los aspirantes, aunque el tiempo ajustado (más reducido para los que cocinaban con ingredientes de lujo) fue el otro gran enemigo. Las esferificaciones poco a poco iban saliendo, con resultados algo dispares.

Mario clavó la suya y se salvó el primero, llevándose una crítica bastante positiva de los tres jueces, pues supo integrar bien el humo con el foie y los demás ingredientes. También Ona atinó con sus técnicas con un plato muy bien concebido y presentado, con buen sabor, y así lo alabaron los jueces.

No tuvo tanta suerte Antonia con su 'Júpiter y sus planetas', menos apetecible visualmente y tampoco muy apreciado en su valoración gustativa. Pero el gran desastre de la noche lo protagonizó María, que definitivamente no había tenido su día.

Después de los errores cometidos en las pruebas anteriores, la actriz tampoco logró demostrar sus dotes para salvarse de la expulsión. El plato no pintaba mal, aunque su 'Pollo marinado sobre tallarines del mar' no lució buenas esferificaciones. Pero lo peor llegó con la valoración tras la cata; "El plato es complicadito", empezó diciendo Pepe.

Los jueces lo calificaron de pretencioso porque no plasmaba nada de lo que la aspirante había explicado. Falta de sentido y cohesión, técnicas mal ejecutadas, falta de sabor... los comentarios no auguraban nada bueno. Mientras los jueces alargaban el programa con sus deliberaciones finales, los compañeros ya se temían la marcha de María. Y entre lágrimas, una de las favoritas (y más queridas por el público) decía adiós.

Está claro que en este tipo de programas no se puede tener un mal día, y de nuevo hemos visto marcharse a uno de los aspirantes que más prometían. Los errores se pagan caros en MasterChef Celebrity.

Imágenes | RTVE

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