Servir la salsa de soja era un drama nacional en Japón. Pero este diseñador lo cambió todo

Está tan extendida hoy en todo el mundo que no reparamos en la genialidad de su diseño. La botella de salsa de soja transparente y de tapón rojo, siempre presenta a disposición del cliente en restaurantes de cocina japonesa y asiática, es un elemento ya tan común como o el típico juego de condimentos para ensalada. Y el hecho de que apenas le prestamos atención solo certifica el éxito de su creador, un japonés cuyo nombre ha pasado ya a la historia del diseño.

Tal y como relata el usuario de Twitter @Batallitass en uno de sus hilos divulgativos, elaborado a partir de un vídeo de la empresa Kikkoman, esta botella se ha mantenido intacta en su diseño durante los más de 50 años de vida que ya suma a sus espaldas. Solo percibimos ligeros cambios estéticos según la marca o fabricante, pero su forma original y genuina ha permanecido inalterable. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?

Y es que, tras la aparente sencillez y parquedad de la botella de salsa de soja, se oculta una compleja historia y lucha personal de su inventor por solucionar uno de los problemas que más entorpecían la vida cotidiana de los japoneses en unos años dramáticos para la sociedad nipona.

El sabor de Japón

La salsa de soja es uno de los condimentos que más fácilmente asocia cualquier persona a la cocina japonesa, usada ampliamente en otras muchas culturas, especialmente asiáticas. Pero para la gastronomía tradicional nipona, conocida como washoku (和食), es mucho más que un simple ingrediente en el que mojar el sushi.

Llamada shōyu (醤油) en japonés, este líquido oscuro realmente tiene sus orígenes en la primitiva China imperial, situándose su nacimiento en torno al siglo III a.C. Aunque algo más reciente, también en Japón lleva elaborándose desde hace muchos siglos, siguiendo básicamente el mismo proceso tradicional original, ahora más industrializado y adaptado a los nuevos tiempos y el mercado internacional.

No es más que una salsa muy líquida preparada a base de brotes de soja, trigo y sal, cuya mezcla se fermenta durante meses antes de ser prensada y pasteurizada antes de ser envasada. Existen diferentes tipos -oscura, clara, blanca, sin trigo, procesada dos veces...- y son varias las compañías que la elaboran dentro del propio Japón, aunque es Kikkoman la que se ha ganado por derecho propio el honor de situarse como todo un icono de la propia cocina y cultura del país.

El drama del goteo inevitable

Desde su origen, la salsa de soja se ha distribuido, almacenado y servido mediante diversos recipientes y utensilios, como barriles y botellas de diferentes materiales. Ya en el siglo XX el formato habitual que los propios japoneses adquirían para sus cocinas eran botellas de vidrio de hasta dos litros de capacidad, que servían en la mesa rellenando las jarritas tradicionales, llamadas shoyusashi (también shoyuire o takuyobin).

Esta especie de salseras o aceiteras, normalmente de cerámica y con un diseño elegante decorado con distintos motivos, todavía se puede ver en muchas casas y locales que siguen apostando por el carácter más tradicional de la cultura nipona, pero por muy "auténtica" que sea, presenta un serio inconveniente: es inevitable que gotee al servir, y además se quedan restos del líquido en la boquilla.

Las salseras tradicionales siempre gotean

Tras la II Guerra Mundial, sumido el país en una posguerra muy dura que marcaría para siempre al país, Kikkoman se propuso rediseñar sus dispensadores de mesa para ofrecer una solución innovadora, eficiente y útil a una población que necesitaba adaptarse a la transformación de un país que aún sufría las difíciles consecuencias de la guerra.

El reto de un diseñador industrial que marcaría un hito

El encargado de la compleja tarea fue Kenji Ekuan (1929-2015), un ya por entonces reputado diseñador industrial entre cuyos trabajos hasta el momento destacaban piezas tan variadas como trenes bala, motocicletas o buzones de correos.

Ekuan trabajó duramente durante más de tres años probando más de 100 modelos hasta que dio con el definitivo que cumpliera con todas las expectativas, las de la marca y las suyas propias. Porque este tokiota vivió en primera persona la tragedia del bombardeo atómico de Hiroshima, donde perdió a su hermana y su padre, monje budista. Ekuan declaró que aquella experiencia le motivó a convertirse en "creador de cosas" que facilitaran la vida de la gente.

Y vaya si lo consiguió. La nueva botella fue aprobada y lanzada a la venta en el año 1961 con tal éxito, que no ha sido modificada en más de sesenta años. Sencillamente, era el diseño perfecto. Y no tardaría en convertirse en todo un icono reconocible internacionalmente, tanto de la propia empresa Kikkoman como de la salsa de soja y, en definitiva, de la cultura japonesa.

Un diseño perfecto en su simplicidad

La nueva botella solucionaba el problema del goteo, sin tener que recurrir a añadidos que recogieran el líquido derramado como hacen las aceiteras, manteniendo un diseño muy puro, limpio y elegante.

El secreto lo esconde el el doble caño del tapón rojo superior, con un sistema interno que impide salir la salsa en cuanto se coloca en posición vertical. Está cortado en ángulo inverso de 60 grados, justo al contrario que las boquillas de las teteras y salseras tradicionales. Así, el líquido vuelve inmediatamente al interior, sin dejar restos en la apertura y sin derramar ni una minúscula gota.

¿Por qué dos orificios? Por la magia de la física: si tapas uno de ellos con el dedo e inclinas la botella, no saldrá salsa por el contrario. Así se puede verter la cantidad exacta con la máxima precisión, simplemente con un ligero movimiento tapando y destapando a voluntad..

Además, la botella ofrece una apertura amplia al poder sacar el tapón de rosca, perfecto para el llenado en las fábricas, pero también para ser reutilizadas tanto en hostelería como en los hogares. Así cada familia puede invertir en una sola de estas botellas y continuar comprando la salsa de soja en botellas grandes. Y al ser transparente, permite ver perfectamente cuánta salsa queda.

La nueva botella es efectiva, práctica, ergonómica y minimalista

Se tuvo en cuenta también la ergonomía de uso, una conjunción perfecta de estética visual y manual, pues la forma curva de la botella permite un manejo fácil y grácil, casi bello en los movimientos de la mano. Una cintura muy ancha con el cuello más estrecho permite un giro natural de la muñeca y la perfecta colocación de los dedos. Sin quererlo, te sirves la salsa con movimientos elegantes de forma automática. Y nos remite a la compleja belleza de la ceremonia del té japonesa y sus simbolismos con la naturaleza.

Como también destaca la propia Kikkoman, el nuevo envase respondía también a un nuevo estilo de vida de las familias japonesas, en cuyos hogares empezaron a instalarse muebles más al modo occidental, con una mesa de comedor fija, que permitía dejar objetos de forma permanente sobre ellos. Así, la salsa de soja no se ocultaba tras la comida, era digna de ser exhibida y estar siempre a mano.

En definitiva, Kenji Ekuan había logrado su objetivo: el de crear algo nuevo que pudiera mejorar la vida de la gente. Aunque fuera solo con un pequeño detalle de su día a día cotidiano en una sociedad cambiante, pero sin renunciar a sus valores tradicionales.

Kikkoman - Salsa de Soja Oscura , 1000 ml

Salsa de soja oscura, salsa de soja Kikkoman sin conservantes, salsa de soja natural, salsa de soja de Shoyu para sushi y sashimi, botella de mesa, dispensador de 150 ml

Un caso único de marca registrada

La nueva botella de salsa de soja se convirtió en la mejor embajadora de la marca Kikkoman en todo el mundo, imitada y copiada por otros productores incluso en fabricantes de menaje del hogar. Kikkoman logró registrar en 2016 el diseño original como marca registrada protegida, pero, en un caso excepcional, como objeto tridimensional, sin exhibir ningún logotipo o nombre del producto.

El experto que examinó el caso denegó inicialmente la petición, pues consideraba que la botella no tenía un carácter intrínseco en relación con la salsa de soja. Sin embargo, Kikkoman reclamó, alegando que esa botella había adquirido un carácter propio distintivo, precisamente por la singularidad de su diseño, como demostraba su uso ininterrumpido durante más de seis décadas y con millones de piezas fabricadas y vendidas en todo el mundo.

Fotos | Ilya_Starikov - Radist - Jan Zinnbauer - Giulio Jiang - Douglas Muyth - Roy Blumenthal - Creative Tools - City Foodsters - Kikkoman
En DAP | Qué debes saber para hacer sushi casero por primera vez (y cuatro recetas fáciles de salmón para empezar)
En DAP | Viajamos hasta Japón para conocer a fondo las características de la cocina japonesa, el sushi y los secretos de sus chefs

Ver todos los comentarios en https://www.directoalpaladar.com

VER Comentarios

Portada de Directo al Paladar