La fascinación que sigue generando Steve Jobs parece inagotable, tanto por su legado profesional como por ese halo casi mítico que ha dejado como gurú inspirador más allá del mundo tecnológico y empresarial. Sus extravagantes hábitos alimentarios son de sobra conocidos, y puede que estos comenzaran en su época universitaria, donde, según sus propias palabras, aprendió lo que era el hambre.
Pero el cofundador de Apple no se lamentaba de ello, al contrario; abrazaba la experiencia y agradecía profundamente haber descubierto lo que era vivir hambriento cada día, algo que se quedaría con él el resto de su vida. Lo contaba en el célebre discurso que pronunció en el Reed College, cuando recibió el Premio Vollum a los logros distinguidos en ciencia y tecnología, en agosto de 1991.
Comida de soldados romanos para subsistir
En realidad, Jobs nunca se graduó. La universidad de Reed College, en Portland, Oregón, era demasiado cara para lo que sus padres se podían permitir, pero tanto insistió que se matriculó en 1972. Se quedó sin blanca en el primer semestre y abandonó, en secreto, los estudios, aunque volvería después para pasar un año y medio solo como oyente.
Además de lo que aprendió en caligrafía, Jobs destacaría años más tarde la dura experiencia de aquellos malos años como lo más valioso que se llevó de su época universitaria. Y algo que le marcaría para siempre fue la peculiar dieta a la que se vio obligado a seguir.
"La segunda experiencia que recuerdo es tener hambre", cuenta en su discurso. "Todo el tiempo. La cafetería de aquí me enseñó rápidamente a ser vegetariano". Confiesa que tenía tan poco dinero que solo podía permitirse una Coca-Cola y se iba con ella a la tienda más cercana en busca de algo que poder llevarse al estómago. Y así descubrió la forma más barata de alimentarse, un producto llamado Roman Meal.
La "comida romana" es el nombre comercial de una marca fundada por el médico canadiense George Robert Jackson a principios del siglo XX, que dijo inspirarse en la dieta de los soldados romanos para diseñar una mezcla de cereales que fuera nutritiva y saludable. La compañía posteriormente evolucionaría en una de las marcas de pan comercial más populares de Estados Unidos.
Para Steve Jobs, esa mezcla de cereales y granos integrales, enriquecidos con vitaminas y diseñados originalmente para ser consumidos calientes, fueron un salvavidas. Era la comida más barata que podía comprar en cualquier tienda local y de lo único que, afirmaba entonces, se alimentó durante varios meses.
Vivir con hambre toda la vida
Tanto la experiencia de sufrir hambre de verdad como el conformarse con comer un único alimento vegetal durante aquella estancia universitaria marcarían para siempre la vida de Jobs. Incluso cuando dejó de pasar penurias siguió haciendo gala del hambre ya no como sufrimiento, sino como forma de vida, un estado permanente con el que convivir.
"Agradezco que me hayan enseñado a tener hambre y a mantenerla conmigo toda la vida"
Esa idea entronca con la filosofía de vida que no tardaría en abrazar, ligada al misticismo zen, la meditación y a las experiencias ascéticas que vivió en la India. Además de ser vegano estricto, practicó ayunos, purgas y temporadas de comer solo un alimento, exactamente igual que ya hizo con sus cereales romanos en la universidad. Unos hábitos que hoy se califican como desórdenes alimentarios y que no harían más que agravar la delicada salud que sufría derivada del cáncer de páncreas que padecía.
"El carácter no se forja en los buenos tiempos, sino en los malos; no en tiempos de abundancia, sino en tiempos de adversidad, y esta escuela parece alimentar ese espíritu de adversidad, y creo que forja algo de carácter", concluía Jobs su discurso de aceptación del premio. "Agradezco que me hayan enseñado a tener hambre y a mantenerla conmigo toda la vida".
Steve Jobs (Biografías y Memorias)
Fotos | Tom Coates - Ben Stanfield - Bernard Gotfryd - Toronto Savvy
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