El último fenómeno viral demuestra cómo las redes son capaces de convertir un producto exclusivo en el objeto de deseo de millones de personas
“Nunca más quiero vivir sin este chocolate. Espectacular”. La reacción en vivo de la presentadora de televisión Tania Llasera al probar el chocolate Dubái por primera vez es solo uno de los últimos testimonios que ejemplifican la pasión desatada universal que ha creado un dulce en apenas unos meses. Un fenómeno surgido de la viralidad en redes más espontánea, pero que ya ha llegado para quedarse.
No es su nombre oficial, pero contra el lenguaje común de las redes sociales es difícil luchar. Desde que comenzó a viralizarse a través de influencers y usuarios de TikTok e Instagram, todo el mundo lo conoce como chocolate Dubái, se difunden los vídeos degustándolo bajo ese hashtag y ya incluso se emplea esa denominación para comercializar el producto. Falta que llegue algún fabricante espabilado y registre oficialmente el nombre, al menos antes de que pase a ser parte del vocabulario popular universal. Y lleva camino de serlo en un tiempo récord.
Qué es el chocolate Dubái
No es que alguna empresa haya inventado un nuevo tipo de chocolate, como ocurrió hace años cuando apareció el ruby o chocolate rosa, sino que se trata de un diseño muy particular de tabletas rellenas.
El chocolate Dubái consiste en tabletas de chocolate con leche de notable grosor rellenas de una generosa capa de una mezcla de pasta de pistacho, tahini y masa de kunafa o fideos kataifi tostados. Las tabletas además están decoradas en el exterior con toques de color, dando al producto una apariencia de mayor lujo y exclusividad.
Esta es la receta original que levantó el fenómeno, pero desde que comenzó a viralizarse se han popularizado otras versiones con chocolate blanco y chocolate negro, y rellenos que incluyen frutos secos, galletas saladas tipo pretzel, masa filo crujiente recreando el baklawa, cereales tipo cornflakes, etc.
De dónde viene el fenómeno
La elaboración original del chocolate Dubái está, efectivamente, en la lujosa ciudad de Emiratos Árabes Unidos. Es invención de la confitería Fix Dessert Chocolatier, abierta en 2021, que pronto empezó a apostar por elaboraciones propias buscando la exclusividad diferenciadora no tanto en la calidad del chocolate en sí, como en el relleno. Y para ello tuvieron una idea acertada, inspirarse en la tradición árabe dulcera.
Así, aprovechando la ola que tiene a medio planeta enganchado a los dulces con pistacho, su primer gran éxito combina el fruto seco del momento con tahini, la pasta de sésamo tan común en la cocina de Oriente Medio, para crear una masa muy, muy cremosa y fluida. Pero el toque definitivo lo aporta el componente crujiente distintivo, los fideos kadaif con los que se elaboran, entre otras preparaciones dulces y saladas, el pastel knafe o kunafa. Lo bautizaron como ‘Can’t Get Khanafed Of It’, y sigue siendo la estrella de un catálogo que incluye ya otras referencias con nombres igual de creativos. Sí, también hay de galletas Lotus.
Fue a finales de 2023 cuando las redes comenzaron a interesarse por este sueño de golosos a raíz de difundirse el TikTok el vídeo de la influencer Maria Vehera probando un chocolate que calificó como “postre y obra de arte”. Y no tardaron en seguir su estela otros jóvenes creadores de contenido mostrando con detalle la tableta y su degustación, realzando su aspecto de objeto de lujo y recreándose en el crujido de la misma al partirla, así como de la suculenta textura de su interior. Ver cómo prueban con casi obsceno deleite el chocolate es parte del éxito de la viralidad, con reacciones algo exageradas en vivo al placer de la experiencia, todo bien acompañado de comentarios de alabanza y elogio.
Las redes sociales están plagadas de vídeos así, pero en esta ocasión confluyeron muchos factores destinados a crear un nuevo monstruo viral: influencers jóvenes comiendo un dulce muy tentador y atractivo en vivo con sus buenas dosis de ASMR, la novedad del producto basada en ingredientes ya virales -chocolate y pistacho- y, lo más importante, rodeado de un aura de lujo y exclusividad.
Porque si algo le gusta a los adictos a las redes es presumir de haber probado algo difícil de conseguir, caro, extraño o muy limitado, ser de los primeros y, una vez viralizado, demostrar que también han formado parte de la experiencia. Cuando una nueva moda en redes logra ser objeto de FOMO (fear of missing out, miedo a estar ausente, a perderte algo de actualidad), el éxito está casi asegurado.
El chocolate Dubái sale a conquistar el mundo
La viralidad del chocolate Dubái logró superar la barrera que separa a los verdaderos acontecimientos mundiales con las tendencias pasajeras fugaces, gracias, en gran medida, a que durante varios meses fue un producto muy limitado. Solo se podía comprar en Dubái y ahí radicaba gran parte de su encanto. Pero millones de personas en todo el mundo ansiaban poder probarlo.
Mientras los más afortunados podían viajar hasta la ciudad del lujo o aprovechaban otro desplazamiento para pasar por la chocolatería y presumir en sus redes, el sector del chocolate empezaba a ser consciente del fenómeno. Ahí había claramente un nicho de negocio por explotar.
En Europa ha sido Alemania quien ha llevado la delantera con la primera versión recreada por Abu Khaled Sweets en Berlín, que agotó su primera tirada limitada a 1.000 unidades a la velocidad del rayo, tabletas por las que los alemanes no dudaron en hacer hasta diez horas de cola o pagar más 100 euros en una reventa online posterior. Incluso han detenido en la frontera con Suiza a un hombre que pretendía introducir de contrabando casi 50 kilos del chocolate de Dubái para revenderlo en Alemania a precios desorbitados.
Ahora, casi un año después de que arrancara la locura en redes, son muchos los pasteleros y chocolateros artesanos que están recreando el chocolate Dubái en sus obradores, y también se han sumado, cómo no, numerosas marcas de la industria del dulce.
En Estados Unidos también ha calado esta invasión dulce y se puede encontrar tanto en tableta como adoptando otros formatos, como helados, batidos o croissants. Lejos de ser una moda pasajera, los propios creadores están sorprendidos por la altísima demanda que reciben estos nuevos productos. En la heladería gourmet Booza Delight de Dearborn, Michigan, llegaron a trabajar 12 horas al día durante más de un mes, sin días de descanso, para poder atender la avalancha de encargos que recibieron durante el pico más alto de la moda.
España no permanece ajena a esta tendencia y ya se pueden adquirir versiones del famoso chocolate Dubái en pastelerías artesanas como Sham, en Madrid, donde Tania Llasera adquirió la suya. Con tres locales en la capital, este negocio especializado en dulces árabes ofrece la tableta en su relleno clásico original en tres tamaños, con un precio desde los 12,50 euros la unidad de 250 g.
LUXURY BITES Chocolate Dubai con pistacho, 210 g, hecho a mano en Bélgica, chocolate kadayif
También a través de la compra online encontramos ya una buena oferta de fabricantes que presentan su propio chocolate Dubái asegurando seguir la receta original, pese a que nadie más que la chocolatería Fix la tiene. Si estos clones que han surgido como setas en medio mundo logran igualar o superar la obra original, nunca lo sabremos salvo que pasemos por la ciudad de Emiratos Árabes.
Ahora solo queda esperar para comprobar si la llama de la pasión por el chocolate Dubái se apaga tras las fiestas navideñas, o si ha llegado para quedarse como un dulce más.
Imágenes | Fix Chocolatier - Pastelería Sham
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