Thanksgiving Day: la fiesta que comenzó con un grupo de refugiados

Thanksgiving Day: la fiesta que comenzó con un grupo de refugiados
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Estados Unidos celebra hoy una de las festividades más importantes del país, la tradicional cena de Acción de Gracias en el Thanksgiving Day, ya famoso en todo el mundo. Es un día que se ha convertido en seña de identidad de su cultura, con un claro carácter familiar y marcado por un gran banquete en el que se repiten platos típicos, todo ello alrededor del imponente pavo asado. Pero parece que pocos recuerdan su origen, que hoy tiene un claro paralelismo con la actualidad, ya que podríamos decir que la fiesta comenzó con un grupo de refugiados.

Ya comentamos al analizar la historia y las tradiciones de Acción de Gracias que todo empezó en el siglo XVII, en plena colonización de Norteamérica, cuando los colonos europeos invitaron a los indígenas nativos a una gran comida en agradecimiento por la ayuda que aquellos les prestaron cuando pasaron penurias y hambre a su llegada. Siglos más tarde las familias americanas se reúnen alrededor de mesas pantagruélicas para "dar gracias", pero paradójicamente hay miles de personas sin hogar en busca de una vida mejor a los que muchos se niegan a acoger dentro de sus fronteras.

Thanksgiving

El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha anunciado la intención de que el país reciba 10,000 refugiados sirios a lo largo del próximo año, pero se han levantado muchas voces en contra. Algunos simplemente se niegan a ayudar a Europa, mientras que otros sugieren que podrían acoger a algunos "si pudiera probar que son cristianos". Este tipo de comentarios y la absoluta falta de solidaridad no casa mucho con el supuesto espíritu que mueve el banquete que todos ellos van a disfrutar hoy.

Lo hemos visto en decenas de series y películas, las familias ponen todo su esfuerzo en reunirse este día, aunque vivan a miles de kilómetros, y preparan con meticulosidad un gran menú lleno de platos que despiertan su nostalgia y el espíritu hogareño. Antes de lanzarse a comer la tradición manda dar las gracias, y aunque uno puede referirse a hechos concretos personales, lo normal es agradecer el poder estar reunidos con sus seres queridos alrededor de una mesa tan llena de deliciosos alimentos.

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Es algo similar al espíritu navideño que celebramos a partir de Nochebuena, unas fiestas en las que se supone que hay que despertar más que nunca la solidaridad y la generosidad hacia los demás. Si en su origen Acción de Gracias supuso la unión de dos pueblos y dos culturas totalmente distintas, que aparcaron sus diferencias para compartir comida y celebrar las buenas cosechas, ¿dónde ha quedado esa idea hoy? ¿Cuánta gente ha olvidado que América se formó a base de colonos que buscaban una vida mejor en otra tierra ya habitada? ¿Cuántos estadounidenses tienen antepasados que llegaron desde Europa con una mano delante y otra detrás?

Por suerte se han levantado muchas voces llamando la atención sobre la aparente contradicción que supone festejar Acción de Gracias pero negarse a acoger a refugiados. Y es que es imposible no establecer una conexión entre la historia del Thanksgiving Day y la situación actual tan dramática que viven miles de personas, que, recordemos, han abandonado todo por pura desesperación. Aquellos que se oponen básicamente tienen miedo a lo desconocido, a gente que tan sólo viene de una cultura y religión distinta a la suya. Es irónico, ya que precisamente los colonos llevaron a América unos modos de vida completamente diferentes, y ellos sí que terminaron arrasando con la población nativa e imponiendo su costumbres.

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Pero no ocurrió así con la colonia de europeos y los indígenas en los que se sitúa el origen de Acción de Gracias. Las tribus locales no sólo no atacaron a los colonos que apenas sobrevivieron al duro invierno, sino que les enseñaron a cazar, a pescar y a cultivar la tierra. Los europeos aprendieron a valerse por sí mismos y por eso celebraron una gran fiesta con los americanos nativos compartiendo los frutos de las primeras cosechas, y también abundante caza y pesca, incluyendo pavos que por entonces eran salvajes.

De este modo aprendieron a convivir y a colaborar, y pudieron celebrarlo con un gran banquete en el que agradecían no sólo la buena cosecha, sino también la buena relación pacífica que se había creado entre dos pueblos tan distintos. Ese debería ser el espíritu de la fiesta actual de Acción de Gracias, y también podríamos aprender de ello el resto del mundo.

Imágenes | Didriks, Proflowers, Massachusetts Office of Travel & Tourism, Jennie Augusta Brownscombe
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