El puré de patatas es una de las guarniciones más socorridas de cualquier cocina. Nos vale para dar lustre a todo tipo de carnes, como el solomillo de cerdo, una pechuga de pollo o un pollo asado, pero también cuando hacemos recetas de pescado al horno, donde no queda nada mal.
Además, gracias a su precio y humildad —y a lo fácil que es de hacer— podemos resolverlo en unos pocos minutos. Sin embargo, nos suele aterrar una cosa: pasarnos de calorías, especialmente si lo empezamos a enriquecer con lácteos.
Es lo que pasa con el clásico aligot francés, que no deja de ser un puré de patatas al que se añade queso. Quizá sin llegar a ese extremo sea frecuente que en nuestras casas acabemos 'dopando' al puré de patatas y, además, haciéndolo más pesado.
Por suerte, hay alternativas para conseguir un puré de patatas más aéreo, más esponjoso y sin añadir calorías de más con un ingrediente que todos tenemos en casa. Además, tampoco le va a añadir esa sensación de pesadez que suele acompañarnos si recurrimos a la leche.
También sucede cuando incorporamos nata o cualquier otra grasa, como puede ser la mantequilla o el propio aceite de oliva. Sin embargo, con este truco fácil y doméstico podremos conseguir con un poco de química natural que nuestro puré sea más ligero.
Lo único que tenemos que hacer es añadir una pizca de bicarbonato sódico sobre la patata cocida. Será también en este momento cuando nos encarguemos de incorporar la sal y la pimienta, además de las especias o hierbas aromáticas que queramos.
A través de una reacción química completamente natural —igual que sucede cuando añadimos bicarbonato a ciertas masas de panadería—, nuestro ingrediente invitado reacciona levando ligeramente el resultado final y haciéndolo más esponjoso.
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Además, como se trata de una sustancia alcalina (con un pH bajo, igual que la patata), si añadimos también algún componente ácido (como un vinagre, un chorro de zumo de limón o un poco de suero de leche, por ejemplo), aumentaremos esa esponjosidad de manera natural.
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