Las cañaíllas (o cañadillas, si nos da por pronunciar la 'd') son una de las estrellas más populares del marisqueo andaluz, tan fáciles y tan ricas que resistirse a ellas después del verano es casi imposible.
Llamadas científicamente Bolinus brandaris, este gasterópodo a veces se encuentra también en algunos puertos andaluces como búsano o caracol, sobre todo si estamos en la parte atlántica, pero el nombre cañailla gana por goleada.
Hoy, como cuando cocemos bígaros, percebes, mejillones o almejas, os vamos a contar cuáles son los poquitos secretos y trucos que esta receta necesita. PD: comprar buenas cañaillas no es un secreto, pero mejor si es así.
Parte del misterio está en que estén vivas antes de cocerlas, utilizar un agua bien salina y cortar la cocción con agua fría cuando estén listas. Por lo demás, ningún truco.
Preparamos una cacerola con agua y sal (50 gramos de sal por litro) y la ponemos a fuego muy fuerte.
Aparte preparamos un bol con agua salada con hielos muy fría, para cortarles la cocción y enfriarlas.
En el momento en el que el agua comience a hervir se dejan cocer unos 10 o 12 minutos y se retiran inmediatamente al agua con hielos hasta que se enfríen.
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Cómo acompañar y comer las cañaillas
Realmente no hay mejor compañía para unas cañaillas cocidas que los amigos o la familia, aunque también las podéis hacer en salsa. El truco, al comerlas, está en que las saquemos con un palillo para sacarlas de la cáscara o romper el extremo de la cáscara para dar un golpe seco y que salga la carne. PD: Cuidado, que tienen una parte dura en la carne que no es comestible.
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