El melón sigue siendo el rey del verano por mucho que la sandía le haya comido terreno los últimos años. Ya sabemos que para elegir el mejor no hay que complicarse demasiado, solo apostar por melones de temporada, nacionales, en establecimientos de confianza y escogiendo la variedad que más nos guste. Una vez en casa solo nos queda abrirlo y cortarlo a placer, y esa es la cuestión que vamos a tratar a continuación.
Solemos insistir en que las frutas y verduras no vienen con manual de instrucciones ni existe un método único mágico definitivo para pelarlas y cortarlas. En el mundo del melón, además, tenemos tantas variedades distintas y opciones para degustarlo que sería ridículo destacar una sola técnica.
Sí vamos a seleccionar los métodos de corte y presentación más habituales, sencillos y versátiles, adaptados a distintos tipos de esta fruta, para que los más novatos puedan sacarle el máximo partido sin desperdiciar ni un gramo más del necesario.
También como siempre, recordamos la importancia de contar con un buen juego de cuchillos, afilados y con el tamaño adecuado. Para manipular melones grandes y medianos recomendamos uno tipo trinchador o especializado en verduras y frutas, de hoja larga y no demasiado ancha, pudiendo añadir al repertorio otro más pequeño pelador, muy bien afilado, además de una cuchara y, opcionalmente, un sacabolas.
Además, necesitaremos una tabla de trabajo adecuada, grande, firme y estable, mejor si tiene surcos en su perímetro para recoger los jugos, y conviene tener cerca un par de cuencos o fuentes para ir separando la piel y las semillas.
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Cómo cortar y servir un melón tipo piel de sapo
Cuando el melón es grande y más alargado, podemos empezar cortando los extremos para una mejor presentación y facilitar su manipulación, ya que así tendremos una superficie estable para apoyarlo en vertical y trabajar con menos riesgo de accidentes.
A continuación, hay que efectuar un corte recto longitudinal de un extremo a otro, penetrando hasta su corazón central. Podemos hacerlo apoyando la fruta sobre un lateral o, como hemos mencionado, situándolo en vertical para lograr más estabilidad. En este caso es casi imprescindible usar un cuchillo largo.
Con el primer corte listo, podemos ir sacando rajas o tajadas, mediante más cortes paralelos al primero, extrayendo las piezas con su piel y sus pepitas. Esas semillas se retiran fácilmente raspando con una cuchara, o, si queremos un acabado más limpio, cortando toda esa parte mediante una línea limpia con un cuchillo más pequeño, tipo puntilla.
Otra posibilidad consiste en efectuar el primer corte completo, dividiendo la pieza en dos mitades, si nos resulta más cómodo para ir sacando las rajas viendo el interior de la fruta, y así controlar mejor el ángulo y grosor. Esta forma es más recomendable en melones más pequeños.
Si hemos abierto el melón en dos puede ser más práctico retirar directamente todas las semillas de cada media fruta con la cuchara, antes de dividir en porciones. Así además podemos deshacernos del exceso de jugo antes de seguir trabajando.
Las tajadas de melón se pueden repartir directamente con su piel para comerlas a bocados como si fueran mazorcas de maíz sin usar platos ni más herramientas; solo es recomendable si estamos al aire libre, sin camiseta o con buenas servilletas, y en un ambiente informal.
Para tomarlo con más comodidad lo habitual es cortar la cáscara a ras de la pulpa, procurando no desperdiciar fruta pero tampoco apurando, pues la parte más verde es poco agradable, fibrosa y más amarga. La hoja del cuchillo debe deslizarse fácilmente sin casi esfuerzo.
Para servir las tajadas enteras se suele dejar la corteza unida en un extremo; así se presenta cada porción de fruta sobre ella en el plato o fuente y se facilita la degustación, al servir de agarre. Quedará más fino si cortamos la pieza en cubos y los presentamos ligeramente separados en direcciones opuestas.
En el caso de que busquemos cortar todo el melón en cubos para llevarlo en táper, usar en otra receta o servir en una gran fuente, podemos hacer los cortes de los cubos primero y luego pasar el cuchillo para ir separándolos de la corteza.
Otra forma de presentación para compartir y que los comensales no tengan que usar cubiertos, es cortar los cubos de cada tajada sin separar la corteza. Podemos dejarlos más o menos gruesos y más o menos anchos, pero la idea es mantener la corteza para que esta sirva de zona de sujección, y así comer cada pieza directamente a bocados, desechando esa piel al final, como si fueran cuñas de queso.
Cómo cortar y servir un melón tipo cantalupo
Un melón cantalupo o galia, o cualquier otra variedad más redonda y pequeña, permite sacar piezas de una forma similar al piel de sapo, con más facilidad incluso, pero también se ofrece a jugar más con la manera de prepararlo.
Cuando el ejemplar es cómodo de manejar por su tamaño, podemos separar la piel antes de abrirlo, empezando por los extremos para mantener la estabilidad. Con un buen cuchillo tipo chef o verdulero solo hay que ir cortando la cáscara en movimientos verticales, paralelos, longitudinales a la pieza.
Después no queda más que cortarlo por la mitad, extraer las semillas con una cuchara grande y cortar las piezas al gusto; en tajadas o rajas más o menos finas ya limpias, cubos, etc. Al ser más pequeño podemos incluso sacar las tajadas en dirección opuesta, perpendicular.
Otras formas de presentar el melón
La bonita forma redondeada de los melones, con la ventaja de que las semillas se acumulan en el centro y se pueden retirar todas de una vez, permite jugar con distintos cortes y presentaciones más vistosas, gracias también a su pulpa blanda, pero firme.
Las esferas o bolitas con un sacabolas o vaciador son de sobra conocidas, casi una presentación algo viejuna por su popularidad en los cocktails y fiestas más elegantes de los años 50 y 60, pero no pasan de moda. Se necesita un sacabolas pequeño y hacer un movimiento similar al de sacar una bola de helado.
Los melones redondeados son un lienzo en blanco para los más mañosos; podemos cortarlos en dos perpendicularmente, sacar las semillas y perfilar el borde con una forma dentada o triángulos, con un cuchillo puntilla. Así podemos usarlo de recipiente, sacando bolas de su propia interior y añadiendo otras frutas.
Las tajadas algas, sin corteza, se pueden ensartar en brochetas para comer sin cubiertos, y los triángulos o cubos más grandes, manteniendo la corteza, admiten insertar un extremo de polo como si fueran helados o piruletas, ideal para los niños. Si hace mucho calor, de hecho, se pueden congelar así, e incluso después bañar en chocolate fundido.
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Imágenes | iStock - Unsplash - Pixabay - Marco Verch (CC 2.0)
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