Tu congelador huele mal, pero así puedes evitar que tus hielos caseros no apesten

Hacer hielo casero no parece precisamente una tarea compleja que requiera un máster avanzado. Solo hay que congelar agua o cualquier otro líquido apto para el consumo humano; al menos, en teoría. Porque, como casi todo en esta vida, hay hielos buenos, decentes y, directamente, malos. Nadie quiere que su bebida refrescante se eche a perder por culpa de hielos que huelen mal.

Partimos de la base de que el agua que vamos a congelar es potable e inodora; todo el agua que sale de los grifos de España se puede beber sin problemas, pero si en tu zona tiene un regusto raro, mejor llena las cubiteras con agua mineral, instala un filtro o usa jarras adecuadas tipo Brita.

El verdadero caballo de batalla aquí está en el propio congelador y los utensilios que usemos para producir nuestros hielos. Si ya hemos insistido más de una vez en que una nevera y un congelador sucios pueden afectar a los alimentos que conservemos en ellos, el hielo no será la excepción. Del mismo modo, no nos cansaremos de repetir lo importante que es refrigerar y congelar los alimentos por separado y protegidos herméticamente.

Limpieza a fondo

¿Cuándo fue la última vez que limpiaste la nevera y el congelador? Si ya ni te acuerdas, es mala señal. Aprovechad en casa cuando tengáis tiempo para dedicarlo a la tarea en profundidad y estableced una rutina periódica para mantener el aparato en buen estado.

Un frigorífico se limpia por dentro y por fuera, con limpiadores adecuados y sin olvidar compartimentos, cajones, puertas, gomas, paredes, etc. También los utensilios que se utilizan dentro para separar o guardar alimentos hay que fregarlos a fondo con elementos que no dejen olores, como bandejas o cestas.

Envasa bien la comida

Muchas neveras utilizan el mismo aire en el interior del espacio frigorífico y del congelador, que va recirculando continuamente. Esto se traduce en que los alimentos y hielos congelados recibirán el aire que ha pasado por la zona de refrigeración, y también los olores.

Si tenemos cebollas cortadas en el cajón de las verduras, los restos de la ensaladilla tal cual en un plato, una caja de pizza con porciones sobrantes o un queso fuerte abierto, el hielo puede contaminarse con todo ese festival de aromas. Solución: todos los alimentos deben conservarse por separado, herméticamente envueltos con film o, mejor, en recipientes con cierre hermético. Lo mismo que en el congelador.

Cubiteras y moldes limpios

Obviamente, el recipiente en el que hagamos los hielos también debe estar limpio y no dejar olores o sabores extraños en los cubitos. Estos utensilios también hay que fregarlos regularmente, y si están viejos o la goma huele a plástico o rancio, mejor será renovar. Cuidado con dejar restos de lavavajillas en la cubitera si no quieres un refresco con sabor a jabón.

Hielo bien protegido

Las cubiteras que son meras bandejas con pequeños huecos, abiertas por la parte superior, son la peor opción. Dejar el hielo expuesto al aire solo ayudará a que se contamine y coja olores extraños.

Hay dos opciones: o esperamos a que se formen los cubitos y los sacamos rápidamente para guardarlos en bolsas o recipientes de cierre hermético, o desechamos esas cubiteras. En el mercado tenemos hoy en día infinidad de modelos con tapa que protegerán los cubitos y evitarán que el agua se derrame antes de congelarse.

También podemos optar por las bolsas desechables para hacer hielo, a la venta en cualquier supermercado o tienda de menaje. No salen los cubitos más bonitos del mundo ni son la opción más sostenible, pero sí es muy cómoda, sobre todo a la hora de sacar esos cubitos.

Máquinas para hacer hielo

Quien tenga sitio en casa para otro trasto puede plantearse invertir en una máquina de hielos según sus necesidades. De este modo podremos tener cubitos de distintos tamaños o hielo picado siempre que lo deseemos, recién "hechos" y a salvo de los posibles malos olores de la nevera.

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