Durante el invierno cocino caldo de pollo casi todas las semanas. Lo utilizo para todo tipo de guisos. El último que hice acabó en un risotto bianco y un pollo al ajillo, pero siempre dejo un poco para tomar en sopa.
Tener caldo a mano es ideal para solucionar una cena rápida, ya sea para engordar una sopa de ajo o, sencillamente, para tomar con fideos. Pero el otro día se me acabaron estos y se me ocurrió innovar echando al caldo una lata de maíz dulce.
Vale que no he inventado la rueda. En casi toda Latinoamérica la crema de maíz, en sus múltiples variantes, es un plato súper popular, pero en mi casa nunca se ha usado mucho el maíz dulce y ni siquiera es un ingrediente que tenga siempre en casa.
En ensalada, el maíz dulce no me acaba de enrollar –demasiado dulce, demasiado poco crujiente– pero como ingrediente de una sopa me ha fascinado. Lo que hice fue echarlo, escurrido, junto al caldo frío, y calentarlo todo junto. El maíz inunda de sabor a la sopa y le da la mordida que necesita.
Por supuesto, echar maíz no es incompatible con echar también fideos y va genial también con huevo duro o pollo deshilachado. Seguro que se convierte en un recurso fijo de mi cocina invernal.
En DAP | Sopa de fideos
En DAP | Sopa de picadillo