Estos botes ofrecen tanta durabilidad como belleza y requieren muy poca customización para adoptar nuevos usos
En la era del sobrepackaging todo nos llega mediatizado con botes, bandejas, tarros, sobres y todo tipo de envases para proteger en atmósferas y al vacío la comida que contienen y hacerla más duradera.
Afortunadamente, la comida que viene en botes de cristal pesa algo menos sobre nuestras conciencias porque este es un material al que le podemos dar una segunda vida depositándolo en el contenedor verde.
Asimismo, estos botes de vidrio también pueden adoptar segundas y terceras vidas en el seno del hogar con algunas ideas originales más allá de su uso lógico como envases para guardar raciones concretas de caldo o gazpacho.
Semillas
Los botes de cristal son herméticos cuando se cierran con la tapa con la que se comercializan y resultan ser recipientes perfectos para guardar semillas de un año para otro.
Por ejemplo, si nos ha gustado una clase de tomate o un tipo de pimiento es buena idea extraer las semillas, dejarlas secar sobre una servilleta de papel hasta que estén completamente secas, y cerrar el envase sin olvidar etiquetarlo. Estas se conservarán en perfectas condiciones almacenadas en un lugar seco.
Pequeñas piezas
Los pequeños tarros de cristal resultan ideales para almacenar pequeños objetos cotidianos y tenerlos bien almacenados que, de otro modo, van rondando de una estantería a la itra.
Por ejemplo, podemos guardar en ellos piezas como botones, pendientes y anillos, pequeños eslabones de la cadena de un reloj o cuentas y tachuelas de pulsera.
Yogures y postres
Los tarros de pequeñas conservas como alcaparras, cebolletas o incluso pequeñas mermeladas son estupendos para ir reemplazando los vasos de la yogurtera (incluso, sorprendentemente, con las mismas medidas).
También, tienen la medida perfecta para abrazar postres como flanes, cremas catalanas, mousses y tiramisús.
Floreros
Uno de los usos más habitual en estos tarros es el de florero. Tienen la medida ideal para albergar pequeños bouquets, sobre todo de flores secas y duraderas. Es muy fácil customizarlos con cola y algunos retales de rafia o telas tipo saco.
El resultado son bonitos jarrones vintage aue multiplicarán la estética de cualquier estancia plomiza. Su estilo y color impondrán un toque sin dura renovado.
Foto | Alena Darmel/Pexels.
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