Jugo milagroso contra la sed, su diversidad es infinita: tonalidades que van desde el dorado más brillante hasta el negro; espumas ligeras o densas; sabores suaves, potentes o amargos. Catar cerveza es entrar en todo un mundo.
Sin embargo, no son más que 4 los ingredientes: Agua, malta, cereal, lúpulo y levadura. La malta es el grano germinado de la cebada y el ingrediente esencial para hacer cerveza; el que le aporta su carácter y personalidad. El lúpulo es una flor. Los aceites esenciales de sus pétalos le dan a la cerveza su característico amargor y aroma. Y luego está la levadura - necesaria para la fermentación alcohólica de la cerveza. Y, por último, el agua ¡vital para conseguir una buena birra!
Cinco pasos para degustar una buena cerveza
1. Servir
Lo primero que hay que hacer es servir la cerveza. Parece obvio, ¿verdad?, pues se trata de un paso nada baladí, ya que hasta la mejor de las cervezas se puede arruinar si se tira mal. En general, la mejor manera de degustar una cerveza es en copa y, lo ideal, es verterla colocando la copa en un ángulo de 45 grados - que se irá enderezando a medida que vamos terminando -, para que se forme la espuma.
2. Orden
Si vas a catar varias cervezas, ¡mucho cuidado con el orden en el que lo hagas! Si no eliges bien el orden, corres el riesgo de no apreciar ninguna diferencia entre las últimas que pruebes. Para no saturar tus sentidos, debes comenzar con las de menor graduación e ir subiendo.
3. Vista
Lo primero que hay que hacer es mirar la cerveza. Hazlo con calma y tómate tu tiempo. Observa el aspecto de la cerveza. Debe ser clara y brillante, debe tener vida, tener movimiento y brillar en la copa y, tras el trago o al moverla en la copa debe dejar un rastro de espuma adherido al cristal.
Las cervezas de baja graduación tienen un tono amarillo dorado, con burbujas muy pequeñas y totalmente translúcidas. A medida que sube la graduación, la burbuja se hace más gruesa, la espuma espesa y abundante, aunque va desapareciendo poco a poco.
4. Olfato
Tras la mirada, llega el olfato. Y es en la nariz donde descubrimos la enorme cantidad de matices y diferencias que esconden las cervezas. La malta aporta a la cerveza sus aromas a cereales, frutos secos, granos de café, galletas, chocolate, toffee y caramelo. En líneas generales, el aroma de la cebada malteada es dulce, y se intensifica con las cervezas oscuras.
Los lúpulos, por su parte, aportan fragancias a especias, resinas, pimienta, cítricos, hierbas y flores. En las cervezas más fuertes, las levaduras, también pueden aportar aromas que pueden ir desde notas afrutadas a notas de tierra. En la parte olfativa, es donde más se aprecian las diferencias entre las cervezas de alta y baja graduación.
5. ¡Echa un trago!
Y, por fin, el sabor. La lengua percibe los sabores dulces en la punta, los salados y agrios a ambos lados, y lo amargo en la parte posterior. Hay que permitir que la cerveza se deslice a lo largo de la lengua para identificar todos sus sabores. A diferencia del vino, la cerveza no se escupe cuando se cata, para poder percibir su retrogusto. Si es amargo, es por efecto del lúpulo, y si es seca es por el efecto de la malta.
Entre Lagers, especiales y Ales anda el juego
Cervezas Lager: Son las cervezas de fermentación baja. Son las más consumidas en todo el mundo, son claras, y no tienen un perfume ni sabor marcado. Son suaves y burbujeantes.
Cervezas Ale: La fermentación de estas cervezas es alta. En el Reino Unido se denominaba barley wine (vino de cebada) a las cervezas Ale por sus semejanzas con algunos vinos: cuerpo denso, sabor profundo, presencia clara del alcohol.
Nacionalidad: Su lugar de origen, también da lugar a un sinfín de tipos diferentes de cervezas: las cervezas pilsner o pils son originarias de Bohemia; la stout es la cerveza irlandesa por excelencia, alta graduación, color oscuro y espuma densa color avellana. Biere blanche y wissbier son cervezas de trigo, pero la primera belga y la segunda alemana.
Calidad: La calidad de una cerveza depende del volumen de cereal, lúpulo y levadura que presente el mosto antes de su fermentación. Es decir, del volumen de ingredientes orgánicos. Así, las cervezas serán corrientes cuando presenten hasta 13 gramos de orgánicos por cada 100 gr. de mosto. Las cervezas son especiales cuando presenten entre 13 y 15 gramos de orgánicos. Finalmente, hay cervezas extras (las que presentan más de 15 gr. de materiales orgánicos por cada 100 gr. de mosto).
Cocinar con cerveza
¿Aún no has incorporado la cerveza en tu cocina? Házlo sin dudarlo, enriquecerá infinidad de platos y, además, podrás prepárate un rico aperitivo con la cerveza que no utilices para tu receta. Aquí te dejamos estas ideas:
Desde Mesopotamia, tomando cerveza
Se atribuye a los egipcios la invención de la cerveza, aunque, la primera civilización mesopotámica, los sumerios, ya fermentaba cereales macerados en agua. También los primeros pueblos indígenas americanos fermentaban maíz –la chicha-; y los pueblos de buena parte de África hacían lo mismo con mijo y, en la antigua China, se fermentaban varios cereales.
La invención de la cerveza, o de la técnica de elaboración de cerveza tal y como se conoce hoy en día, se produjo, cómo no, en Bélgica. Al monje benedictino de la abadía de Oudenbug, en Flandes, es a quien se le atribuye el honor de haber definido la técnica para hacer cerveza, en el siglo XI. Más tarde, sería Alemania quien estableciera, a través de la “Ley de la Pureza” que solo se pueden utilizar 4 elementos para elaborar cerveza: agua, malta, lúpulo y levadura.
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