Hasta ahora no os habéis tenido que encargar de nada, pues eran vuestras madres, principalmente, las que se encargaban de todo, pero hace poco os habéis independizado y afrontáis vuestra primera Navidad en vuestra propia casa. Ha llegado el momento de cambiar los papeles y afrontar vuestras primeras fiestas como anfitriones principantes ¿Queréis saber cómo triunfar en la primera cena con invitados? Entonces, seguid leyendo.
Antes de continuar, pensad que se trata de reunir a vuestras personas más queridas, las de vuestro círculo más íntimo, para pasar una velada agradable y ¡disfrutar! Así que, aunque vuestro interés para que todo salga a la perfección es comprensible, pensad que más que concentraros únicamente en lo que debéis hacer (la comida, poner la mesa, la decoración, el orden) debéis pensar también en el feliz rato que pasaréis gracias a vuestro esfuerzo ¡Confiad en vosotros! Ahí van nuestros 19 consejos:
No improviséis ni hagáis experimentos con la comida. Puede que a priori os parezca una buena idea probar una nueva receta para vuestros invitados, pero hay pocas cosas más tristes que darse cuenta de que esa carne de cerdo que se está asando en vuestro horno nada tiene que ver con la foto del último libro de recetas que os habéis comprado. Vale más ir sobre seguro que daros cuenta de vuestro error 45 minutos antes de que lleguen los invitados.
No dejéis las tareas para el último momento, todo lo que podáis hacer con la mayor antelación posible, hacedlas. Pensad en lo preciosos que son esos momentos antes de que suene el timbre y vuestros invitados empiecen a llegar. Vale más que los empleéis en esas cosas en las que no habíaia caído antes, como atrapar a los gatos y encerrarlos en el dormitorio o decirle a vuestra pareja que recuerde no hablar de política con vuestros padres.
Antes de empezar a cocinar, leer la lista de ingredientes y las instrucciones por completo, aunque hayáis hecho ese pollo veinticinco veces antes. Es una buena idea para recordar esos ingredientes específicos que nunca están en vuestra despensa, como el perejil fresco que olvidasteis comprar la última vez.
Acostumbraos a practicar el "mise en place", es decir, porner todos los ingredientes a la vista y listos antes de empezar a cocinar. Esta es una gran manera de descubrir que nos hemos quedado cortos a la hora de comprar cebollas y que todavía estamos a tiempo para comprar más.
No empecéis a cocinar un poco antes de que lleguen vuestros invitados, normalmente no importa esperar un poco para que la comida llegue a la mesa, pero cuando se hacen las 11 de la noche y todo está manga por hombro el ambiente puede ponerse un poco tenso.
Que vosotros tengáis restringido un alimento o un grupo de ellos no significa que vuestros comensales también, tened en consideración que su dieta no es la vuestra y ofrecer un menú estrictamente vegetariano a comensales que no lo son puede no ser la mejor de las decisiones.
Y al revés, intentad no volveros locos preocupándoos por las restricciones en la dieta de vuestros comensales. A pesar de lo que acabamos de decir, vosotros sois sus anfitriones, no sus nutricionista, no tenéis que preparar una comida especial para cada uno, pero sí aseguraos de que hay opciones para ellos.
No os disculpéis por la comida que hayáis escogido ni por cómo la habéis cocinado, lo habéis hecho lo mejor posible y el esfuerzo no merece críticas injustas.
Preparad una lista de temas musicales para escuchar durante la comida. La música de fondo hace que el ambiente sea aún más festivo, aunque no hace falta que retrone a todo volúmen.
No confiéis demasiado en vuestros invitados. Claro que preguntaron si podían traer algo, pero a menos que sea alguien de vuestra estricta confianza, puede olvidarse de traer el hielo que prometió y que os hará falta.
No invitéis más gente de la que podéis sentar a vuestra mesa. Ya habrá tiempo de hacer alguna cena tipo bufete, pero esta es la primera vez que hacéis de anfitriones y se trata de que las cosas salgan bien, un poco de etiqueta no viene mal.
Invitar a todos vuestros amigos preferidos puede ser muy tentador, pero las mezclas cuando no se tienen suficientes tablas para manejar las situaciones inoportunas, y sobre todos si vosotros sois la única cosa que tienen en común, no son la mejor opción. Mejor añadir solo una persona nueva si es estrictamente necesario.
Sentaos a la mesa. Sois los anfitriones pero también tenéis derecho a sentaros y disfrutar de la comida. Os lo merecéis por haber planificado el menú y haberlo preparado con tanto cariño. Además, a nadie le agrada estar sentado en una mesa en la que el anfitrión pasa la mayor parte de la noche instando a la gente a comer y haciendo viajes a la cocina.
No obliguéis a los comensales a comer, si alguien dice "no, gracias" a algo que les estáis ofreciendo, no tienen que explicar si es porque no les agrada o es un plato demasiado calórico. Mejor no insistir.
Acordaos de poner encima de la mesa pan, sal y pimienta. Es una deferencia hacia vuestros invitados, aunque penséis que vuestra comida no lo necesita.
Aceptad un poco de ayuda, si lo deseáis claro. Algunas personas no quieren a sus invitados en la cocina, pero se trata de una comida festiva no de una comida en la que deba guardarse una etiqueta rigurosa con gente de compromiso.
Manejad vuestras expectativas, seguramente no todo va a ser perfecto. Tal vez habíais planeado una noche perfecta y sofisticada, y entonces alguien encuentra vuestro ordenador portátil y empieza a compartir fotos en alguna red social. Dejaos llevar y relajaos, seguro que acabáis disfrutando.
Escribir notas de agradecimiento está un poco pasado de moda, pero hacer saber a vuestros invitados que su presencia fue importante nunca está de más. Bastan unas simples palabras cariñas a la despedida o, si os corta hacerlo en persona, un mensaje de móvil al día siguiente.
Si no es demasiado tarde, empezad a recoger la mesa antes de iros a dormir, aunque deséeis meteros inmediatamente en la cama. Esa mesa llena de platos y copas se verá aún peor a la luz del día, y os despertaréis mucho más felices con una cocina recogida.
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