No sólo de blancos y rosados viven nuestras copas en verano. Es cierto que los vinos más ligeros, con algo menos de alcohol o que podemos tomar algo más fríos tienen mucha importancia en nuestros brindis estivales.
Tintos y espumosos también se suman a la fiesta, demostrando que los primeros no tienen que ser sólo servidos con platos contundentes y que los segundos pueden -y deben- salir de la Navidad y de las grandes celebraciones.
Por eso, nuestra propuesta viene dotada de una veintena de vinos asequibles y con muy buenas relaciones calidad-precio, con los que disfrutar en cada momento.
Además, la ingratitud de este año 2020, lastrado por la Covid19 y por la pandemia, que ha tenido una gran incidencia en la hostelería, también ha provocado que el canal Horeca no diera salida a tantos vinos.
Por eso, los últimos coletazos del verano y el tiempo que dure la vendimia son momentos perfectos para comprar vino a muy buen precio como el que te traemos hoy porque muchas bodegas tienen exceso de stock.
Blancos
Entre dorados y brillantes, el potencial de los vinos blanco demuestra que aunque hablemos -en ocasiones- de vinos del año, también tenemos ocasión de reivindicar vinos con estructura y muchos usos gastronómicos.
En esta ruta te proponemos hacer parada en la DO Rueda pero también descubrir riojanos muy interesantes, legendarios blancos gallegos y también permitirnos algún lujo del Somontano, de Cádiz o del Penedès.
José Pariente Verdejo, 2019. DO Rueda.
De sobra conocido pero infalible cuando hablamos de verdejos. Fresco y joven pero apuntalado con cuatro meses de lías. Un vino goloso y redondo con poco grado alcohólico que se desenvuelve bien en cualquier estación del año.
Mantiene la frescura de la verdejo y ese toque ácido tan característico, además de muy aromático. Ideal para aperitivos donde haya ahumados, quesos azules pero también para platos con pescado, marisco y carnes blancas.
José Pariente Verdejo, 2019. DO Rueda.
Ossian Quintaluna 2018, VT Castilla y León.
Seguimos con la uva verdejo pero esta vez nos vamos a un Vino de la Tierra de Castilla y León, cuyas vides están situada en los municipios del norte de Segovia, caracterizados por ser viñedos muy viejos.
Estos dan poco volumen de uva pero de altísima calidad, que en Ossian, tras la fermentación con levaduras autóctonas, se envejece nueve meses con sus lías en depósitos, fudres y barrica. Un verdejo muy gastronómico, amielado, largo y con regusto dulce que le puede ir de maravilla a una pasta con salmón, a un buen sashimi o a una parrillada con cerdo y verduras.
Ossian Quintaluna 2018. VT Castilla y León.
Javier Sanz Fermentado en Barrica 2017. DO Rueda.
Javier Sanz es otro de esos icónicos productores de la DO Rueda, capaz de demostrar el buen rendimiento de la uva verdejo cuando se la pretende alargar en el tiempo, dándole mimo en sus bodegas durante nada menos que 12 meses, que mantienen la frescura del vino.
Es el caso de este fermentado en barrica, que tras pasar por la madera consigue más cuerpo y untuosidad pero siempre con respeto a la fragancia característica de la uva verdejo. Ideal con cocina asiática pero también con carnes blancas ligeramente sazonadas o con pastas y arroces donde el marisco y el arroz sean protagonistas.
Javier Sanz Fermentado en Barrica 2017. DO Rueda.
Albamar 2019. DO Rías Baixas.
Abrimos la veda gallega con un albariño muy respetado por la crítica como este Albamar, cuyo más joven ejemplar es merecedor de 92 puntos Parker. Irradia frescura y ese carácter tan atlántico de la uva, que aquí se mima también en las fermentaciones y en el envejecimiento.
Bonito color dorado, notas tropicales pero salino y potente en boca, con buena estructura, dotada por los más de seis meses que pasa en barrica con sus lías. Es idóneo para acompañar pescados y mariscos, ya sean tan gallegos como el pulpo a feira o tan universales como el sushi o el ceviche.
Albamar 2019. DO Rías Baixas.
Pazo Señorans 2019. DO Rías Baixas.
Otro clásico representante de la vitalidad, frescor y ese toque nervioso que tanto nos gusta de las uvas albariño, que tienen en las Rías Baixas su enclave ideal para desarrollar su potencial, recompensando en esta añada por 91 puntos Parker.
Elegante y fresco, cuidado en bodega en sus propias lías pero también con paso en botella controlado durante otros cuatro meses, que redondea este vino sutil, delicado y versátil que acompaña a la perfección a mariscos y pescados de toda índole, incluyendo recetas orientales, americanas y, por supuesto, gallegas.
Pazo Señorans 2019. DO Rías Baixas.
A Luar do Sil 2019. DO Valdeorras.
Dejamos la costa atlántica y nos vamos a Monterrei, en el interior gallego, donde encontramos la plenitud de la jugosa uva godello en la zona de Orense, donde Pago de los Capellanes desarrolla este ligero y aromático blanco.
Equilibrado, largo y con mucha presencia de la fruta de hueso, este Luar do Sil es la demostración de la versatilidad de la uva godello, fresca y fragante pero estilizada por un breve tiempo por su lías. Buena compañía de parrillas de carne blanca pero también de arroces caldosos o de platos a base de bacalao y ahumados.
A Luar do Sil 2019. DO Valdeorras.
Terraprima blanco, 2018. DO Penedés.
En la tierra por antonomasia de los blancos tranquilos catalanes como es el Penedès encontramos este curioso coupage con uva xarello (uno de los iconos de la zona) con un poco de uva riesling, bien asentada en esta bodega barcelonesa, cercana al Macizo del Garraf, al que la crítica ha bendecido y que luce una buena relación calidad-precio.
El resultado es en ensamblaje de la finura y aromas de la riesling con la estructura y volumen que da la xarello, a la que suma un breve paso por madera. El resultado es un vino floral, goloso pero con cuerpo al que acompañar con unas buenas gambas a la plancha, con un risoto bien cremoso o con verduras y pescados a la parrilla.
Terraprima blanco 2018. DO Penedès.
La Choza de Callejuela 2018. IGP Cádiz.
Callejuela lleva casi 40 años demostrando que en Cádiz se puede utilizar la uva palomino fino para otros vinos que no sean jereces (que nos apasionan) pero también nos apasionan los versos libres.
En este caso topamos con este La Choza, que utiliza uva de Pago Macharnudo, posiblemente el más representativo de todo Jerez. Mantiene el perfil aromático de la uva pero se fermenta en bota, descansando luego siete meses con ese velo de flor tan característico y que deja un vino redondo, frutal y amielado espectacular (del que se embotellan apenas 1.000 unidades al año) y que puedes acompañar con unos buenos langostinos, unas bocas de El Puerto, jamón ibérico o puntillitas fritas.
La Choza de Callejuela 2018. IGP Cádiz
Viñas del Vero Gewürztraminer 2019. DO Somontano
Esta bodega, perteneciente al grupo González-Byass, se ha convertido en uno de los principales exponentes del Somontano, una pequeña denominación en Huesca, donde han arraigado con soltura cepas alemanas y francesas que ya podríamos considerar una más de la familia.
En el caso de los blancos de la firma encontramos una interesante chardonnay pero quizá sea la gewürztraminer la que mejor expresa esa floralidad y la mineralidad del terruño, siendo casi un perfume en nariz, y que se convierte en un blanco goloso -que no empalagoso- que es perfecto como apertura en aperitivos, foies, ahumados y quesos grasos.
Viñas del Vero Gewürztraminer 2019. DO Somontano.
Esta bodega, perteneciente al grupo González-Byass, se ha convertido en uno de los principales exponentes del Somontano, una pequeña denominación en Huesca, donde han arraigado con soltura cepas alemanas y francesas que ya podríamos considerar una más de la familia.
En el caso de los blancos de la firma encontramos una interesante chardonnay pero quizá sea la gewürztraminer la que mejor expresa esa floralidad y la mineralidad del terruño, siendo casi un perfume en nariz, y que se convierte en un blanco goloso -que no empalagoso- que es perfecto como apertura en aperitivos, foies, ahumados y quesos grasos.
Viñas del Vero Gewürztraminer 2019. DO Somontano.
Esta bodega, perteneciente al grupo González-Byass, se ha convertido en uno de los principales exponentes del Somontano, una pequeña denominación en Huesca, donde han arraigado con soltura cepas alemanas y francesas que ya podríamos considerar una más de la familia.
En el caso de los blancos de la firma encontramos una interesante chardonnay pero quizá sea la gewürztraminer la que mejor expresa esa floralidad y la mineralidad del terruño, siendo casi un perfume en nariz, y que se convierte en un blanco goloso -que no empalagoso- que es perfecto como apertura en aperitivos, foies, ahumados y quesos grasos.
Viñas del Vero Gewürztraminer 2019. DO Somontano.
Plácet Valtomelloso blanco 2017. DOCa Rioja
Vamos poniendo el broche a la ruta con dos emblemas de Rioja, perfectos estandartes de la potencia del vino blanco en la zona, y que tienen como referente a la uva viura, que es elegante, fresca y demuestra que su acidez la hace ideal para vinos del año pero también para envejecer.
El primero es este Plácet, un vino muy gastronómico, de sutiles aromas a frutas blancas y un gran equilibrio y toques tostados, producto del año que pasa en ovales de roble. El resultado es un blanco con potencial de guarda al que acompañar de recetas cremosas con huevos (como unos escalfados o unos benedict) pero también con carnes blancas y pescados en salsa, como puede ser un pollo a la cazadora o un lenguado a la meuniere.
Plácet Valtomelloso Blanco 2017. DOCa Rioja.
Gómez Cruzado Blanco 2018. DOCa Rioja
Gómez Cruzado Blanco 2018. DOCa Rioja
Casi 140 años de historia contemplan a Gómez Cruzado, una de las históricas bodegas de Rioja, que además de magníficos tinos también sabe sacar todo el partido a los blancos con este coupage de viura (75%) con 25% de tempranillo blanco.
Fresco y complejo, ideal para tomar ya pero también para guardar, este blanco accesible es una buena forma de aproximar a los blancos criados sobre lías de Rioja, que se muestra largo y amplio pero muy sabroso y que funciona bien con canes blancas, pescados y mariscos y con recetas de verduras y huerta típicamente riojanas.
Rosados
Cinco son, como los dedos de una mano e igualmente fundamentales, los rosados que os proponemos para desmitificar cualquier prejuicio sobre si son vinos sosos, monótonos o directamente vinos para quien le gusta el vino.
Largos, gastronómicos, versátiles y con cuerpo suficiente, nuestros cinco magníficos harán abrir los ojos a los que se acerquen al mundo del rosado, que desde ahora no verás de la misma manera.
Torremilanos Ojo de Gallo 2019. DO Ribera del Duero
Fiel al espíritu del legendario clarete, Finca Torremilanos elabora este rosado tradicional recurriendo a uvas muy asentadas en Ribera del Duero, alternando con blancas y tintas, que van desde la tempranillo y la viura a la albillo y a las garnachas.
Ecológico y biodinámico, cargado de color y con nueve mesas sobre sus lías en barricas usadas, Ojo de Gallo es un alegato de tradición y sabor que demuestra un magnífico trabajo y la devoción por la herencia enológica. A él le va de maravilla el arroz y la pasta pero también cualquier tipo de pescado y marisco y, como no, las carnes blancas.
Acompaña a ensaladas variadas, verduras, paellas, arroces, pasta, a toda clase de pescados y mariscos, carnes blancas.
Ojo de Gallo Finca Torremilanos 2019. DO Ribera del Duero.
Ramón Bilbao Lalomba 2018. DOCa Rioja
Podríamos decir que nos hayamos ante la niña bonita de los rosados de Ramón Bilbao, siendo además el primer vino de terruño que la bodega riojana elaboró. En este caso con un coupage de garnacha y viura procedentes del viñedo Lalomba, que da nombre al vino.
Vendimia manual, mantenimiento en frío de la uva y escurrido por gravedad, más fermentación en hormigón y cuatro meses sobre lías hacen de él un rosado gastronómico que combina lo floral y lo frutal con su buena estructura, que puede desempeñarse bien en aperitivos pero también con pescados grasos, cocina japonesa y arroces cremosos.
Ramón Bilbao Lalomba 2019. DOCa Rioja
Roselito 2019. DO Ribera del Duero
Uno vino rosado joven que no falla año tras año, perfecto para reivindicar los rosados asequibles y no renunciar a esa frescura que los hace tan característicos. Un vinazo al que aferrarse y que ayuda a poner en el mapa a Bodegas Antídoto.
En este caso se trata del rosado joven de Bodegas Antídoto, que utilizan para este vino uvas tintas como la tinta fina y blancas como la albillo para prensarlas a la vez. El resultado es un vino jovial, de poco color pero mucho aroma y un trago fino con marcadas notas de frutas rojas al que acompañar de mariscos elegantes, de arroces ligeros y también de platos con verdura.
Roselito Bodegas Antídoto 2019. DO Ribera del Duero
Studio by Miraval 2019. IGP Méditerranée Rosé
El más asequible de los vinos que el exmatrimonio formado por Angelina Jolie y Brad Pitt producen en Chateau Miraval es este Studio, un rosado del año, fresco, ligero y fiel a ese color tan suave de los denominados rosados provenzales.
Su particularidad, además de ser muy fragante, está en usar cuatro variedades de uva distintas (cinsault y tibouren vinificadas por una parte y la grenache y la rolle por otro, con sus lías). El resultado es un vino ligero en tonos pero con estructura por ese tiempo con sus lías, que no deja de ser frutal en boca, con notas de fresa y frambuesa y al que podemos acompañar con mariscos a la plancha, cocidos e incluso en fresco.
Studio by Miraval 2019. IGP Méditerranée Rosé
Jean Leon 3055 Rose. DO Penedés
Cerramos la ruta rosada con un vino de aires franceses pero con todo el alma del Penedès, que ha convertido a la uva tinta pinot noir en una vecina más de estas tierras donde reinan las blancas xarello, macabeo o parellada.
Sutil y perfumado, con aromas de frutas tropicales y toques cítricos como el de la fresa, este rosado suave debe su frescura y sutileza a ser realizado sólo con mosto flor, que se deja fermentar durante dos semanas, dándole un poquito de cuerpo pero respetando su elegancia natural. En la mesa es perfecta pareja de baile de verduras, pastas pero también asados no muy sazonados, carnes blancas y embutidos de calidad.
Jean Leon 3055 Rose. DO Penedès
Tintos
Poderosos, notables y con esa versatilidad que el tiempo les ofrece, los vinos tintos son capaces de acompañar una comida desde el aperitivo hasta el postre. La madera y la fruta ser suelen ensamblar en ellos para ofrecernos tragos cargados de sabor, estructura y jugosidad, denominadores comunes de los vinos españoles.
En este caso nos hacemos una auténtica Vuelta a España, aunque aparcamos la bici, para recorrer algunas de las denominaciones de origen más populares pero también para descubrir otras bodegas y zonas al ALZA.
18. Portia Prima La Encina 2018. DO Ribera del Duero
Iniciamos la ruta acercándonos a Ribera del Duero donde Portia, un clásico, nos desvela este tinto con crianza, elaborado con uva 100% tempranillo y que demuestra potencia, carnosidad y gran aroma a fruta fresca.
Se equilibra con los tostados de la madera, presente durante 14 meses, y que redondea el vino y le otorga durabilidad. Perfecto para pescados y mariscos a la marinera, para quesos curados en un aperitivo o para cualquier carne. Ah, y para postres con fruta del bosque.
Portia Prima La Encina 2018. DO Ribera del Duero
19. Valduero Finca Azaya
Uno de los más jóvenes vinos de Valduero pero suficientemente maduro y hecho como para haberse consagrado internacionalmente. La revista Decanter le colocó 97 puntos a la añada de 2017, además de convertirlo en uno de los Best in Show de la edición.
De intenso color rubí, fino pero persistente aroma y una gran jugosidad, fruto de su juventud y de la uva tempranillo, este Finca Azaya es un vino al que podrás sacar partido ya (o darle cuatro o cinco años más en bodega) y al que le va de maravilla la carne roja, un buen embutido o, por qué no, fritos de pescado de calidad.
Valduero Finca Azaya 2017. IGP Castilla y León
20. Valdelana Crianza 2016. DOCa Rioja
Desde la Rioja Alavesa, bodegas Valdelana se ha ganado a pulso durante 15 generaciones una bien merecida fama. Sin embargo, hoy optamos por un vino que refleja bien esa personalidad pero también la modernidad que aún enarbolan.
Nos vamos a un crianza con tempranillo y mazuelo, donde abunda la frescura de la primera y la acidez tánica de la segunda, que sirve para que el vino mantenga ese potencial de guarda. Viñedo joven, un año en barricas y mucha longevidad aseguran este vino para consumir ya con guiso, legumbres, carnes y tapas, o para darle tiempo y guardarlo varios años.
Valdelana Crianza 2016. DOCa Rioja
21. Coto de Imaz Gran Reserva 2012
Ahora que El Coto de Rioja cumple sus 50 años es un buen momento para descorchar uno de los estandartes de la casa, su gran reserva, en este caso de 2012, un vino sorprendente que mantiene frescura y estructura y al que el tiempo le sienta de maravilla.
Frutalidad atenuada por el tostado de la barrica en un trago aterciopelado y redondo hacen de él un fundamental. Perfecto para crear fondo de bodega o para regalar porque el éxito está asegurado con cada botella.
Coto de Imaz Gran Reserva 2012. DOCa Rioja
22. Dominio de Tares Cepas Viejas 2016. DO Bierzo
Procedente de viñedos con más de 60 años de antigüedad, la bodega berciana Dominio de Tares reivindica la uva mencía en este crianza sutil, elegante y fresco, que se convierte en una de las mejores formas de adentrarse en esta uva del noroeste.
El vino se afina durante un período cercano al año en madera y luego guarda reposo en botellero un año más, perfilando así su carácter frutal, jugoso y de pulidos taninos, con mucho cuerpo, y al que le va de fábula que le acompañemos de asados como el cordero o un buen redondo de ternera.
Dominio de Tares Cepas Viejas 2016. DO Bierzo
23. La bruja de Rozas Comando G 2018
Son ya unos cuantos años en los que pedir un vino de Madrid no se ha convertido en una quimera, y también unos cuantos años desde que están teniendo buenas puntuaciones y críticas entre el sector.
Posiblemente, la bodega que más reconocimiento esté teniendo es Comando G, donde dos jóvenes viticultores han puesto en el mapa esta garnacha, que hoy os traemos con La Bruja de Rozas, un vino fresco, atrevido y muy jugoso, aunque sin renunciar a la complejidad que le confiere la peculiaridad de su terreno y que funciona de maravilla como aperitivo o en los entrantes.
Comando G La Bruja de Rozas 2018. DO Vinos de Madrid
24. Las Violetas Soto Manrique 2017. DO Cebreros
Seguimos rondando Gredos pero en este caso profundizamos un poco más, llegando hasta Cebreros, donde las bodegas Soto Manrique, de las que os hemos hablado en alguna ocasión, también han elaborado tintos que están poniendo este rinconcito de Ávila en el mapa enológico nacional.
En este caso nos quedamos con Las Violetas, un vino 100% garnacha con mucho estrés hídrico durante todo el año, que genera poca uva pero muy suculenta, que también se fermenta con parte del raspón y que luego envejece 12 meses en madera. El vino es fresco, jugoso, con una capa muy baja en color pero cargadísimo de sabor y al que le va de fábula cualquier tipo de carne e incluso algún pescado azul.
Las Violetas Soto Manrique 2017. DO Cebreros
25. Guímaro Camiño Real 2018. DO Ribeira Sacra
Ponemos el broche al oeste del país con un homenaje a la viticultura heroica de la Ribeira Sacra, cuyos viñedos se yerguen en terrazas sobre los Cañones del Sil, para brindarnos vinos vibrantes, perfumados y llenos de mineralidad. En este caso, un recital de mencía que se acompaña con otras uvas locales como la brancellao o la merenzao.
Este Camiño Real (de 94 puntos Parker) es el escalafón medio de la bodega Guímaro, que apenas cuenta con nueve hectáreas en esta zona, y que nos brinda un vinazo en el que el raspón está presente en la fermentación y cuyo resultado se pule en una crianza mixta entre barricas pequeñas y grandes conos de madera. Un lujazo de vino que puedes acompañar de pescados y mariscos gallegos pero también de potes y guisos intensos.
Guímaro Camiño Real 2018. DO Ribeira Sacra
26. Laya 2019. DO Almansa
El cuadrante sudoriental de España está muy de moda en lo que a vinos se refiere. Cargados de sol, con mucho estrés hídrico y en viñedos generalmente muy antiguos, denominaciones de origen como Jumilla, Alicante, Yecla, Manchuela o Almansa, la que nos ocupa con este Laya (de la la albaceteña Bodegas La Atalaya), están en auge.
Aquí encontramos a un tinto joven donde se mezcla garnacha tintorera y monastrell, resultando un vino potente, jugoso, fresco y lleno de carnosidad con un precio irrisorio (5,50€) y que en su añada de 2017 obtuvo nada menos que 90 puntos Parker. Un tesoro al alcance de cualquier bolsillo que puedes maridar con una buena carne a la parrilla, convirtiendo a ambos en los reyes de la barbacoa.
Laya 2019. DO Almansa
28.Enemigo Mío Casa Rojo 2019. DO Jumilla
Nos acercamos a Jumilla, en la Región de Murcia, donde la monastrell también marca los tiempos con esa frescura y esa intensidad tanto en boca como en nariz, que se refleja en este vino de paraje como muy goloso y redondo.
Muchísimo potencial aromático, procedente de esa sabrosa uva, que recibe una importante dosis de sol y calor todo el año, hacen que cada trago de Enemigo Mío sea como saborear uno de esos racimos, que convierten a este vino en un buen compañero de carnes guisadas, de parrillas y también de platos de verdura típicamente murcianos.
Enemigo Mío 2019. DO Jumilla
29. Acuma Ego 2018. DO Jumilla
No abandonamos Jumilla para descubrir otra joya, de esas que cuesta entender cómo puede valer menos de 10 euros, porque el Acuma de Bodegas Ego es un vino donde la dosis justa de madera ennoblece y eleva a la uva monastrell.
A ella se añade una pequeña cantidad de petit verdot y de syrah, uniéndose todas durante cuatro meses en barricas de roble, ofreciendo un vino con aromas tostados pero cargado de fruta y jovialidad, que merece beber con algo de frescor para convertirse casi en un refresco. Aunque no renuncia a ser protagonista en una comida, funcionando bien con guisos, pescados grasos y asados. Uno de esos vinos que comprar por palés y guardar para dentro de unos años cuando den la campanada.
Acuma Tinto Ego Bodegas 2018. DO Jumilla
30. Scala Dei Garnatxa 2018. DOQa Priorat
No todos los vinos de Priorat tienen por qué ser innacesibles pero todos -o prácticamente todos- los vinos de esta pequeña DOQa, entre montañas en el interior de Tarragona, son grandes vinos, que la han convertido en una de las zonas de todo el estado con mejores porcentajes de exportación.
Esto le pasa a esta garnacha cargada de fruta y frescura, muy fácil de beber, que es el benjamín de la bodega Scala Dei y donde demuestra que una garnacha sin crianza puede ser un vino jugosísimo y redondo sólo gracias al suelo donde crece y a la buena mano del enólogo. Un lujo accesible para paladear Priorat en todo momento sin ningún tipo de tapujo.
Scala Dei Garnatxa 2018. DOQa Priorat
31. Bobos Finca Casa La Borracha 2017. DO Utiel-Requena
En el interior de la provincia de Valencia, la uva bobal lucha por recuperar el prestigio enológico de una tierra en la que se ha elaborado vino desde hace siglos y donde abundan las viñas viejas, que se habían dejado de trabajar.
Es el caso de la recuperación de unas tierras por parte de bodegas Hispano+Suizas, cuyo gran vino es el que hoy os presentamos, procedente de las viñas más antiguas de Finca La Borracha. El vino es un despliegue de fruta negra y roja, con mucho regaliz, y que pasa 10 meses en barricas nuevas de roble francés, que lo terminan de pulir y alargan el trago de este vino capaz de maridar con pescados, carnes, mariscos y por supuesto, arroces.
Bobos Finca Casa La Borracha 2017. DO Utiel-Requena
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