Cómo organizar tu bodega doméstica con los consejos de un sumiller que maneja más de 1600 referencias

Cómo organizar tu bodega doméstica con los consejos de un sumiller que maneja más de 1600 referencias
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El sueño de casi cualquier amante del vino es tener una bodega casera a la altura, reservando un espacio a este báquico placer, pero no siempre es sencillo. Falta de espacio en casa, no cumplir con las medidas básicas o, simplemente, no saber cómo organizar una bodega puede ser un caos que acabe haciéndonos desistir.

Podemos hablar de habitaciones climatizadas, de comprar una cava más o menos grande o, si la situación no lo permite, directamente apostar por un trastero o un sótano lo más aislado posible.

Precauciones que son sobre todo necesarias cuando hablamos del verano, como ya te contamos en su día para proteger tu vino de las altas temperaturas, pero organizar una bodega no solo significa tener un espacio acorde, sino saber cómo colocar el vino.

No, no estamos diciendo si necesitas muebles de madera, de acero, botelleros cerámicos o plásticos, o si el eterno debate de verticales u horizontales son la clave para que tu vino esté en perfectas condiciones, sino yendo más allá y, en un ataque casi bibliófilo, tomar nota de las mejores pautas para guardar el vino en casa.

Por suerte, hemos contactado con alguien al que no le aterra el reto de guardar vino, como es Tomás Altamirano, head sommelier de Berria Wine Bar (Plaza de la Independencia, 6), el apoteósico despliegue enológico de Madrid, con más de 1.600 referencias en total, incluyendo cerca de 60 vinos por copa.

Evidentemente, si tienes 1.600 botellas de vino en casa seguramente no necesites nuestro concurso, pero si empiezas a coleccionar vino o simplemente acumulas botellas en casa, posiblemente eches en falta algún consejo de almacenaje.

Primer paso: ¿coleccionar o consumir?

Si pensabas que el punto de partida iba a ser hablarte de tipos de vinos, ya sea tintos, blancos, rosados, espumosos o fortificados, estás equivocado porque nuestra bodega primero tiene que atender a una sencilla respuesta: ¿qué vamos a hacer con el vino que conservemos?

"No es igual el tipo de bodega en casa que tendremos que montar si van a ser vinos que guardemos a largo plazo o vinos que consumamos inmediatamente", indica.

"Aunque los vinos que guardemos a largo plazo, sea para coleccionar o para revender, los podamos beber, las condiciones de guarda cambian", explica Tomás.

Esto cambiará en función de nuestro patrón y seguramente no todos tengamos intención de iniciar una colección de añadas con vistas al futuro, sino que la mayoría apostaremos por vinos de disfrute más inmediato y cortoplacista, pero para el que se aventure a grandes empresas, la cosa cambia.

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"Si queremos coleccionar vino de guarda para muchos años lo mejor es tener una habitación o una zona preparada con unas condiciones de humedad y temperatura controladas", aclara. En este supuesto, Tomás recomienda un grado de humedad de entre el 60% y el 70% y que la temperatura oscile entre los 8º y los 12º.

Si, por el contrario, nuestra intención es tener vino para consumir en breve espacio de tiempo -aunque tengamos algún vino con potencial de guarda notable-, el sumiller de Berria Wine Bar considera que la opción de un botellero climatizado o una vinoteca en función de nuestras necesidades sería la más indicada.

Con ello evitamos cambios bruscos de temperatura y una uniformidad que no perjudica al vino. "El gran problema de coleccionar vino es que no siempre las condiciones son las adecuadas y eso complica su venta a futuro, o puede decepcionarnos al consumo si no se ha almacenado bien", indica.

Foto 03 No todos los vinos necesitan estar tumbados, pero sí es necesario en los vinos con mucho potencial de guarda.

Paso 2: ¿horizontalidad o verticalidad?

De pie o tumbadas es el dilema hamletiano que persigue a la conservación del vino cuando uno lo lleva a casa. En los supermercados o tiendas especializadas es muy frecuente que esté de pie, mientras que en restauración y bodega lo habitual es que esté tumbado.

Los motivos de una y otra cambian, lógicamente, porque en el lugar de la compra la rotación es tan alta -o debiera serlo- que el vino no va a perder cualidades por pasar unos cuantos días de pie. En el otro ejemplo, el hecho de tumbar la botella permitirá hidratar el corcho y que éste no se reseque o rompa.

Sin embargo, ¿qué hacemos en casa? Aquí Tomás se muestra salomónico y nos habla de una u otra disposición en función del tipo de vino. "Si son vinos jóvenes no pasa nada por tenerlos de pie porque su consumo va a ser temprano", aclara. "Si son vinos añejos o con guarda, sí conviene tumbarlos", indica.

Foto 01 La mejor opción es acondicionar una habitación donde, en la medida de lo posible, no haya grandes cambios de temperatura, ni demasiada luz solar directa.

"También pasa con los vinos que no tengan corcho, como los screw cap [tapón de rosca], que no necesitan estar tumbados", añade y del mismo modo deja otro pincelada para no fallar en la compra. "No hay que comprar vinos jóvenes con la intención de convertirlos en vinos de guarda porque no están pensados para eso", advierte.

"Un vino del año con poca crianza no va a estar mejor dentro de 10 años, ni tampoco su valor va a subir exponencialmente de forma normal, así que no recomiendo guardar vinos jóvenes más allá de un tiempo lógico", aporta.

Esto lo traslada también a otras dos batallas: espumosos y fortificados. "Los espumosos, sean cava, champagne o prosecco, tienen una guarda máxima de unos 20 o 30 años porque la burbuja, aunque esté bien conservado, se pierde poco a poco, y al final se convierten en un vino tranquilo más", incide.

Razón por la que el mercado de los espumosos viejos, salvo contadas excepciones, no tiene una gran revalorización. "Le pasa igual que a los fortificados de Jerez, Madeira u Oporto. Son vinos tan viejos y tan longevos de por sí que su valor no fluctúa tanto como para buscar reventa", sostiene. "Sería vino que guardaría para disfrutar personalmente, no para buscar retorno económico", comenta.

En cualquier caso, recomienda siempre envolver las etiquetas en papel film [filmar, en argot enológico] para que no se deterioren. "El 80% del valor de un vino viejo se lo da la etiqueta. Si está rota, caída o en mal estado es difícil saber qué vino es, o cómo se ha conservado, entonces pierde valor", advierte.

"A todo el vino que sea anterior del 2000 le metería film porque además las etiquetas amarillean, ya que no dejan de ser papel, e incluso metería film hasta el corcho", remarca.

Tercer paso: el estilo

Quizá el sentido común nos dijera que la mejor forma de organizar una creciente bodega doméstica, hablando de más de medio centenar de vinos e in crescendo, sea organizarlos por tipología de color. "Es lo más habitual, aunque depende de lo que guardemos y de la cantidad de unos y otros", explica.

"Yo en casa [tiene unas 300 botellas en una habitación climatizada] los ordeno en vinos tranquilos, vinos fortificados y espumosos, con estos últimos en una nevera aparte", comenta.

"Dentro de los tranquilos los distribuyo por tipo de vino, pero no por color", comenta. "Entonces, agrupo vinos ligeros, vinos con barrica en función de la crianza, vinos con ánfora, vinos que no tengan corcho..., sin importar el color porque al final el color no va a cambiar el modo de consumo", argumenta.

Algo que con un ejemplo es más fácil de entender. ¿Tomaríamos igual o tendríamos las mismas pretensiones con un vino blanco del año y sin crianza en madera que un vino blanco con dos años de barrica? Seguramente no, del mismo modo que no tomamos igual un tinto joven que un tinto gran reserva.

Razón por la que Tomás Altamirano es partidario de separar por tipos de vino y no por color o por denominación de origen y, sobre todo, que no estén dispersos por varias zonas de la casa o en distintos lugares.

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Cuarto paso: la organización

"En mi caso recurro a una hoja de Excel donde organizo el vino en varias categorías, siendo fundamental apuntar cuándo compré o cuando se recibe la botella. Lo estructuro así: nombre, fecha de recepción, añada, precio y cuánto va a ascender", comenta.

Esto es práctico en el caso de los que compren vino para vender a futuro, pero es opcional. Se desmonta así un prejuicio que tenga que ver con denominaciones de origen o zonas, aunque para aquellos que lo deseen, pueden utilizar ese tipo de datos si les resulta relevante como color, zona, tipología de vino o añejamiento, si eso nos ayuda en nuestra categorización.

bodega berria wine bar Una de las bodegas de Berria Wine Bar. ©Berria Wine Bar.

También, si tuviéramos el vino distribuido por la casa -que no debiera ser el caso-, es conveniente que lo apuntásemos también en esa hoja de Excel. En cualquier caso, siempre mejor que sea algo interactivo y cuya edición sea fácilmente recuperable, no teniéndolo en una sencilla hoja de papel donde tengamos que tachar o borrar.

"Es útil apuntar la fecha de recepción porque sabes desde cuándo está el vino en tu casa y así es más fácil de controlar lo que entra y lo que sale", cree. Una especie de trazabilidad a la que incluso podríamos añadir el formato de la compra o la tienda donde lo adquirimos, en caso de tener que volver a hacerlo a futuro.

Bonus track: cómo beberse el vino en casa

De todas las ingratitudes del vino, quizá la más onerosa sea beberse un buen vino a una mala temperatura o en una copa que no esté a la altura. Afortunadamente, no hace falta dejarse una fortuna en copas -salvo que así lo queramos-.

En tal caso y dependiendo de nuestro presupuesto, Tomás Altamirano nos propone varias opciones. "La Zalto Universal es perfecta para todo tipo de vinos. Es alta, de tallo fino y muy versátil", comenta.

Copa de vino Zalto Universal.

Igualmente, hay alternativas más asequibles y también todoterreno, mencionando en este caso las Riedel Veritas Pinot Noir, copas con mucho aguante y que se suelen comprar en pack de dos, así que será más fácil compartir el vino.

RIEDEL 6449/07 Veritas Old World Pinot Noir (Estuche de 2 Copas)

En cualquier caso, nuestro vino agradecerá siempre una buena copa, no olvidando que debemos sujetarlo por el tallo y nunca por el cáliz -ya que lo calentaremos- y que su boca debe ser amplia, para que nos permita disfrutar de sus aromas, incluso en el caso de los espumosos, desterrando así el mito de la clásica copa de flauta.

Algunos de los enlaces aquí publicados son de afiliados. A pesar de ello, ninguno de los artículos mencionados han sido propuestos ni por las marcas ni por las tiendas, siendo su introducción una decisión única del equipo de editores.

Imágenes | iStock / Berria Wine Bar / Tomás Altamirano

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