Todos los buenos vinos dejan rastro en nuestra boca, es por eso que se dice que un buen vino se asemeja a la cola de un pavo real. Una gran y majestuosa cola plagada de aromas y sabores que se prolongan varios segundos.
En la cata, se mide la persistencia de los vinos en "caudalias" esta palabra deriva del latín (cauda) y significa cola.
Hay unas diferencias fundamentales entre los grandes y pequeños vinos. Los primeros te dejan la boca tapizada con su riqueza carnal, taninos y de su fuerza sensorial. Los pequeños son vinos fragantes pero muy raudos en la boca, no te dejan rastro, te desaparecen en un par de segundos a diferencia de los grandes vinos.
Antes de ingerir el vino, memoriza su perfil aromático y fija tu atención en el aroma más intenso. Ya que aunque hay varios aromas, algunos son más volátiles y ligeros, desapareciendo y quedándose en la boca los más intensos, los más pesados.
Concéntrate en el rastro que deja el vino, es decir, al pasar por la lengua y fluir por las papilas. De esta manera distinguirás un vino grande de uno pequeño.
Claro que para ser un gran catador se requiere mucha experiencia y unos humildes servidores estamos en las iniciaciones todavía.