Tras algunas conversaciones en distintos restaurantes de renombre, casi podemos decir que la figura del sumiller no es valorada. No es por sus conocimientos, por su manera de servir el vino o por el prestigio que pueda aportar un sumiller al local, los restaurantes no valoran al sumiller, sencillamente por el aspecto económico.
Para que resulte rentable el sueldo de un sumiller debe lograr poner en la mesa de los clientes los mejores y más selectos vinos que disparan considerablemente el precio de la comida que se va a realizar. Muchos restaurantes prefieren prescindir de la figura del sumiller y ser los mismos dueños o encargados del local quienes recomienden el vino, ya que según comentan, para ofrecer un vino de entre 10 y 30 euros puede hacerlo el servicio de comedor, poca es la clientela que se decanta por vinos cuyo precio se eleva por encima de los 50, 100 o 200 euros. La figura del sumiller ha subido como la espuma junto al auge de la gastronomía y de la enología, de hecho, cuando la situación económica de un país es boyante y sufre un buen crecimiento económico, algunos de los sectores que más lo notan son el de la hostelería y la restauración, pero también son los primeros en sentir el comienzo de las vacas flacas. Si la situación económica española cambia, quienes primero lo pueden sufrir son los sumilleres activos de los restaurantes, quizás, según lo indicado por algunos empresarios y profesionales gastronómicos, son los más prescindibles.
Una vez pronunciábamos en el post Gastronomía y enología, una perfecta combinación, la frase “Junto a un gran chef, siempre hay un buen sumiller, una combinación perfecta entre gastronomía y enología”, después de lo visto y lo vivido, es probable que debamos rectificar dicha frase.
Los sumilleres son grandes expertos del mundo del vino y seguramente son más conscientes que nadie de esta situación, con la actual crisis de consumo en el mundo del vino español, parece que de momento, el futuro del sumiller puede ser algo incierto, ¿no crees?.
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