Ante el dilema de no descorchar botellas, Greg Lambrecht dio con una tecla que ahora utilizan miles de restaurantes: Coravin
Seguramente nunca hayas oído hablar de Greg Lambrecht. Tampoco, seguramente, de su esposa. Y, sin embargo, le debes a los dos la posibilidad de que cuando te bebas una botella de vino no necesites descorcharla.
Este gesto, casi mágico, se ha convertido en un ritual, pero también un drama doméstico en miles de hogares y restaurantes. ¿Merece la pena abrir una botella de vino para tomarme una copa? es una pregunta que cualquier aficionado al vino se ha hecho alguna vez.
Hasta que llegó Greg Lambrecht, el médico que tuvo la genial idea de patentar un sistema que, a través de una fina aguja, permitía disfrutar de un vino sin necesidad de descorcharlo, pero esto es empezar el libro por el final.
Para llegar a este final feliz donde se comen perdices y se brinda con borgoña, Lambrecht pasó muchos desvelos. A la idea inicial llegó en 1999, durante el embarazo de su mujer, la cual por razones evidentes no podía consumir vino, lo cual supuso para Lambrecht afrontar el dilema de cómo disfrutar del vino cuando, por ejemplo, solo querías un copa.
Entre 1999 y 2003, Lambrecht, por entonces CEO de su propia empresa de implantes médicos para quimioterapia, empleaba las noches en perfeccionar los prototipos. Así hasta tres, hasta que en 2004, a modo de regalo, entregó el primer de los Coravin, aún sin patentar ni fabricado de manera masiva, a un amigo.
Sin embargo, aún no había nacido. Ni fue llegar y besar el santo, como castellanamente se diría. Detrás de Coravin, que oficialmente salió al mercado en 2013, hay más de una década de experimentos y pruebas que asegurasen que se podía utilizar con cualquier tipo de vino, sin importar añada, edad, variedad o estilo.
Basándose en su experiencia profesional, Lambrecht recordó algunos de sus primeros trabajos, relacionados con la fabricación de unas agujas que no dañaban los implantes a los que accedían. Allí estuvo su propio eureka: hacer lo mismo con los corchos del vino.
El primer prototipo no era más que una aguja médica, gas y un regulador. Así empeñó 11 años en ir probando, poco a poco, si los vinos que iba pinchando con Coravin seguían manteniéndose perfectos, si había diferencias o si se habían malogrado. Así, contaba, hasta tener más de 3.000 botellas por toda la casa.
Coravin es un sistema ingenioso y, en esencia, sencillo. Su aspecto actual es como el de una maneta con un pequeño agarrador, un dispensador y una finísima aguja. Se clava en el corcho, se inclina la botella y se pulsa un botón, que hace fluir el vino hacia la copa.
Para ello, además, cuenta con una pequeña cápsula de gas argón que presuriza la botella, permitiendo que el vino se pueda servir y, además, impidiendo que penetre oxígeno y, por tanto, no haya oxidación que estropee el vino.
Una vez servida la copa, se extrae la aguja y se puede guardar el Coravin. El nombre, otro de los quebraderos de cabeza de Lambrecht, viene de mezclar las palabras francesas coeur (corazón) y vin (vino).
Encontrar un restaurante de postín en el que Coravin no aparezca es una rareza. Las ventas en estos 10 años, en los que el dispositivo también ha ido evolucionando e, incluso, se ha desarrollado un modelo para servir espumosos sin descorchar, superan el millón de unidades y la propia empresa considera que se han servido más de 150 millones de copas a través de este singular dispositivo.
Sistema de acceso al vino Timeless Three+ Coravin.
Desde la versión inicial, además, se han desarrollado gadgets y artilugios nuevos, como aireadores, que permiten no solo servir el vino, sino hacer el efecto de un decantador. También tapones de rosca, enfriadores y todo tipo de productos vinculados al vino, aunque la estrella de la casa es el propio Coravin.
Además, es precisamente en las casas donde Coravin pueda ser especialmente útil. Dar salida a una botella, por precio que tenga, en un restaurante gastronómico es difícil, pero no imposible, pero permitirse el lujo doméstico de tener dos o tres vinos en la nevera e ir alternando sin problema a que se echen a perder parece una buena razón.
Set conservación de vino 12 piezas Six Mist Coravin
No obstante, Coravin no hace milagros y, por ejemplo, no convierte el agua en vino. Tampoco va a hacer que un vino ramplón se convierta en un Vega-Sicilia. Con la frontera de los hogares aún por trascender, la intención de Lambrecht y su equipo es luchar por vencer esas reticencias domésticas y que, de una vez por todas, no tengas que dudar en el descorche.
Otra cuestión es que en casa, para servir vinos de 10 euros, merezca la pena desenvainar el Coravin, teniendo en cuenta el precio de los recambios de gas, pero si activamos el modo homenaje y tenemos por casa botellas que superan las tres cifras es su más leal compañero.
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