558.000 dólares. O lo que es lo mismo: 482.315 euros. Es lo que ha pagado un coleccionista privado por una botella de vino tinto de Borgoña, que se ha convertido en la más cara vendida nunca.
El caldo, del conocido productor Romanee-Conti pertenece a la añada de 1945, justo al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se produjeron solo 600 botellas. Dos de ellas se subastaron en Sothebys, Nueva York, el pasado sábado. La primera, por un precio de 558.000 dólares, 17 veces más de lo que esperaba la casa de subastas, que pensaba que se vendería como mucho por 32.000 dólares. Solo unos minutos después, una segunda botella de la misma añada se vendió por 496.000 euros.
La venta de estos vinos supera ampliamente la última cifra récord del sector, obtenida por el vino español AurumRed y su botella obra del artista Alberto Rodríguez Serrano, que alcanzó un precio de 393.500 dólares.
La subasta contenía muchas otras referencias de la bodega personal del productor de vino Robert Drouhin, que se ha vendido por un total de 7,3 millones de dólares. Nueve de las 100 botellas alcanzaron sumas de seis cifras, incluyendo tres botellas magnum de 1937, también de Romanee-Conti, que se vendieron a 310.000 dólares cada una.
#AuctionUpdate **NEWSFLASH** This morning in #NYC, two bottles of Romanée Conti 1945 from the personal cellar of Robert Drouhin each broke the prior world auction record for a single bottle of wine of any size, selling for $558,000 & $496,000. #SothebysWine pic.twitter.com/eGOnt5MlZg
— Sotheby's (@Sothebys) 13 de octubre de 2018
¿A qué sabe este vino?
Como explica Serena Sutcliffe, jefa de departamento de vinos de Sotheby´s internacional, en la descripción del lote, este vino de 1945 es “raro y maravilloso”. Y continúa: “Las mejores botellas son tan concentradas y exóticas, con un poder aparentemente eterno. Un vino en paz consigo mismo”.
Respecto a los magnums de 1937, Sutcliffe recuerda que le sirvieron una copa en la noche de cumpleaños de una amiga –así da gusto celebrar años–, y esta es su nota de cata: “Increíble proyección de un gran aroma. Increíble sabor de fruta madura, puro pudding de Navidad. El final más largo del mundo. Totalmente encantador, me rellené el vaso toda la noche. Con esa antigüedad te tiene que tocar la papeleta en un sorteo y, esta vez, muchacho, tuvimos suerte”. Y tanto.
Imágenes | Shoteby´s