El futuro del vino español, visto por el sector: volver a los abuelos, los vinos blancos y un futuro con menos alcohol

La Barcelona Wine Week se consolidad como uno de los grandes eventos del sector. Y brinda las claves de su futuro

Se bebe menos, pero se bebe mejor. O, cuanto menos, más caro. La Barcelona Wine Week (BWW) ha cerrado las puertas de su sexta edición superando con creces todas las expectativas después de un año que imponía respeto. Consolidada como una de las grandes ferias del circuito internacional, la BWW es aún una adolescente que busca consolidarse pero que, como afirman sus organizadores, "cuenta con la ventaja de ser la primera en el calendario".

Un hito que en 2025 se enfrentaba a un nuevo reto: aumentar la superficie expositiva. Y se ha conseguido. 1.300 de las 3.900 bodegas españoles con potencial exportador están representadas en este espacio donde, además, la organización prima que la presencia sea relativamente ecuánime.

No es fácil. Como tampoco es fácil vender cada vez más vino español fuera de nuestro país, especialmente en mercados maduros. Para ello, las líneas maestras, explican desde Icex y Fira, la organizadora del evento, está en "vender mejor y vender calidad", pero sobre todo, como explica María Naranjo, Directora de la Industria Alimentaria en Icex, "vender diversidad".

Y también, patrimonio. Y viñas viejas. España y sus bodegas son cada vez más conscientes de que vender vino a volumen no es el camino en una sociedad que, cada vez más, pide alternativas de calidad o, incluso, vinos sin alcohol. Frente a ello, dos caminos: viñas viejas con historia y un futuro sin alcohol.

Aun no ha llegado como un elefante en una cacharrería, pero está claro que la alternativa es evidente. Más vinos blancos, diferentes perfiles de consumo y una apuesta por vinos con una menor carga alcohólica.

El tren español pasa, como se aprecia en la feria, por saber hacer una parada en los vinos blancos como vinos del futuro. ¿Es una moda y el tiempo volverá a encauzar el consumo hacia el vino tinto? Complicado de averiguar, pero desde luego es evidente que l0s mensajes hacia vinos de menor graduación son una constante, tanto legislativa como médica.

Ribera del Duero apuesta por su albillo mayor; Rioja avala su eterno patrimonio de vinos blancos, encabezado por la viura en el año que celebra su centenario, y los espumosos mantienen perfiles de crecimiento, especialmente en las versiones más cualitativas de Cava o, su escisión, Corpinnat.

Y, entre medias, cambio climático. No es una herramienta asustaviejas, pero es evidente que el calor y, sobre todo, la sequía, aterra a los productores de uva y de vino. Enfrentarse en un país como España a la ausencia de agua, aun en cultivos de secano, no es sencillo. Parte de la herramienta, como ha versado en buena parte de las ponencias de la feria, ha sido enfocar el tiro en una realidad largamente cacareada sobre los vinos de calidad hechos con viñas viejas.

Un patrimonio del que España, por haberse sumado tarde a la revolución del vino, es poderosa aunque supusiera que en el auge de la vitivinicultura patria en los años 60 y 70 hubo un importante arranque de cepas viejas para incluir nuevas plantaciones.

También de la aparición de nuevos players en la prescripción del vino, más allá de las grandes guías. ¿Es Instagram el nuevo Robert Parker? Pues, como en todo, depende, pero está claro que la forma de comunicar vino, especialmente a cliente final, ha cambiado mucho de los grandes referentes del pasado no tan pasado a lo actual.

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