De punta en blanco: la Armada Invencible del vino de Rioja que conquista a un estrella Michelin inglés

1.600 son los kilómetros, más o menos arriba o abajo, que separan Logroño, la capital de La Rioja del diminuto pueblo de Bruton, en el condado de Somerset, en el sur de Inglaterra. Un viaje que, si fuera por carretera, incluiría sumergirse en el Eurotúnel o, si se prescinde del tren, implicaría un ferry para conquistar las costas británicas.

Sin embargo, no hay hostilidad que valga, sino todo armonía. La que se plasmó en el evento In Residence que alojó durante unos días en Madrid al restaurante inglés Osip y en el que los vinos de Rioja pusieron una presencia necesaria y que unió, al menos por varias sesiones, a dos conceptos que podrían parecer distanciados en el mapa.

Una realidad que, bajada al día a día, habla un mismo mensaje. Osip, en el discreto pueblo de Bruton, es la propuesta verde y natural del chef Merlin Labron-Johnson donde el kilómetro cero, el cuidado por la proximidad y el respeto a los proveedores juega un papel fundamental.

No es una Torre de Babel, si lo comparamos con los vinos de Rioja, lo que aquí encontramos. Cercanía, pasión por el campo, respeto al producto y al elaborador… Los mimbres, aunque un acento sea británico y otro riojano, son exactamente iguales y, sobre todo, dejaron entrever una realidad gastronómica al alza: la de los vinos blancos como auténticos todoterrenos.

Conocido por hacer una cocina eminentemente vegetal, el reto de maridar verduras y hortalizas, incluso con juegos de encurtidos, suele ser una piedra en el camino de muchos sumilleres. Un tropiezo que, sin embargo, dista mucho de ser un problema para los vinos de Rioja.

Convertido en uno de los renovadores de la nueva cocina británica, Labron-Johnson no empezó la casa por el tejado, como podría decirse. Curtido en restaurantes continentales y en la base de una gastronomía muy francesa, el chef inglés aprendería técnica y clasicismo para luego, sin llegar al perfil de enfant terrible, volverse adalid de lo verde y del farm to table.

Una filosofía que, cambiada del plato a la copa, es la misma que se puede extrapolar a los vinos de Rioja: del viñedo a la mesa. Calabacín, espárragos, remolacha, cerezas, hierbas y fruta fresca… Ninguno de estos elementos es ajeno a la realidad gastronómica de Rioja, de carácter hortelano.

Tampoco, cuando Labron-Johnson se adentró en el mar con la gamba o en los corrales y montes, a costa de papada de cerdo y pichón, otro par de elementos que vertebran el alma culinaria riojana.

Y allí, como faro, la respuesta blanca de una tierra de vinos que a pesar de tener una reputadísima fama mundial de tinto –la trinidad tempranillo, graciano y mazuelo es imprescindible, y el boom de la garnacha–, abre la puerta a que cada vez más el mundo conozca sus blancos.

De lo joven a lo veterano y de apuestas más vibrantes a la guarda, la DOCa Rioja demuestra que entre sus filas hay otra forma de entender Rioja, incluso en casas de larguísima trayectoria como Bodegas Bilbaínas, donde caben espumosos como Lumen Brut Reserva 2020 o en imprescindibles como el Classica Gran Reserva Rosado 2012, de Hacienda López de Haro, otra de las formas de comprobar la vivacidad de una región que mantiene estándares casi eternos.

Los que sorprenden con, por ejemplo, un clásico como Marqués de Murrieta Reserva 2019 o la frescura del blanco Montes Obarenes 2021, antológico para Bodegas Gómez Cruzado, o el carácter radiante de Sierra Cantabria Blanco 2023.

Imágenes | DOCa Rioja / Mateo & Co

En DAP | Viñedo Singular: qué significa esta categoría dentro del vino de Rioja y ocho vinos que lo representan a la perfección

En DAP | Venta Moncalvillo, el dos estrellas Michelin que "unos intrusos" montaron en un pueblo de 50 habitantes de La Rioja