Hay muchos factores a tener en cuenta para evitar la “muerte del vino” y uno de gran importancia, sin duda, es el tiempo de guarda. Un vino envejece en la bodega de manera paulatina, perdiendo sus aromas frutales a la vez que desarrolla otros aromas más complejos.
Pero llega un momento en el que el vino ha terminado perdiendo su acidez, esa acidez que le da su estructura, a partir de aquí el vino ya no mejorará, se podría decir que técnicamente es un vino muerto. Esto es precisamente lo que debemos evitar con los vinos de guarda y consumirlos en su momento óptimo.
También hay que tener en cuenta que los vinos de guarda siempre dependen de la estructura original del vino y de las variedades que se hayan utilizado en su elaboración. Los bodegueros suelen destinar vinos de una misma partida a reserva, gran reserva o crianza en función de los factores (graduación alcohólica, alta acidez, mayor carga tánica, etc.) que determinen su mejor envejecimiento. Para un vino de crianza se calculan unos 4 años a partir del año de la cosecha, si se trata de un reserva, hasta 8 años y hasta un total de 15 años para un gran reserva.
Nuestro consejo es que si tienes varias botellas de guarda y abres alguna de vez en cuando, anotes tus impresiones en un bloc sobre los años trascurridos, la calidad del vino, etc. Será una información útil para sucesivos vinos de guarda.
En Directo al Paladar | El vino de guarda