Los viticultores se enfrentan a una vendimia negra: el consumo de vino tinto no para de bajar y sobra uva a patadas

  • Pese a las subvenciones para deshacerse de la producción de uva, sigue sobrando

  • El consumo de vino tinto no deja de bajar y está llevando al sector a una crisis estructural

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2024 no ha sido un gran año para los viñedos en lo a que a climatología se refiere. Las tormentas, el granizo y las lluvias tardías han hecho que haya menos producción que en otras temporadas; pero, aun así, sobra uva a patadas en casi todo el país. Una uva que se compra cada vez más barata, incluso por debajo de los costes de producción, para desdicha de los agricultores.

“Llevamos un montón de años con factores negativos, uno detrás de otro”, explica a DAP Roberto Salinas, portavoz de la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja (UAGR) y viticultor en Briñas. “Empezamos con los aranceles de Trump, el Brexit, la pandemia, la guerra de Ucrania... Y el consumo de tinto a nivel mundial no deja de bajar. En los últimos años producimos 50 millones de kilos de uvas más de lo que se vendían. Llevamos cuatro años bajando los rendimientos. Pero no hemos conseguido nada. Lo que parecía una crisis coyuntural se ha vuelto estructural”.

Los gobiernos de La Rioja, Euskadi y Navarra, también con viticultores dentro de la denominación, han aprobado ayudas para ‘quemar’ la uva: esto es, convertirla en alcohol destilado. Solo en La Rioja hablamos de 15,8 millones de euros para desechar más de 18 millones de litros.

A esto hay que sumar las ayudas que se aprobaron ya para la cosecha en verde, unos 20 millones de euros. “En verano te dan dinero para quitar la uva en tamaño guisante para eliminar producción”, explica Salinas. “Pero las ventas no suben y va todo cada vez peor”.

Lo cierto es que sobra uva. Y va a sobrar mucha más, pues el consumo de vino, en especial el tinto, no deja de bajar en todo el mundo. Se habían puesto las esperanzas en la llegada masiva de compradores asiáticos, pero lo cierto es que se ha vendido la piel del oso antes de cazarla. En China, que se veía como la gran salvadora del negocio –no solo en España, sino también en Francia– la importación de vinos extranjeros cayó más del 60% entre 2017 y 2023.

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Los viticultores cargan contra las bodegas

La realidad es especialmente preocupante en La Rioja, una región que vive por y para el vino, pero no es muy distinta a la de otras zonas de producción históricas, como Castilla-La Mancha, que cuenta con la superficie de viñedo más grande del mundo.

Las bodegas están pagando la uva en Rioja entre 30 y 60 céntimos, cuando cuesta 80 producirla

“Llevamos ya un año y parte del anterior que variedades tintas como el tempranilllo están teniendo un precio por debajo del coste de producción”, explica Pedro Alcolea, viticultor y vicepresidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) en Castilla-La Mancha. “Son insostenibles. No recuperamos ni lo que hemos gastado. Es un desastre total”.

Como viene siendo habitual, los agricultores cargan contra las bodegas que, denuncian, están comprando uva por debajo del precio de coste: algo que, supuestamente, debería estar prohibido según dicta la última ley de la cadena alimentaria.

Esta semana se han empezado a conocer algunas de las tablas de precios para la vendimia actual que han publicado las bodegas y qué fijan cuánto se va a pagar a los viticultores por cada kilo de uva. Según desvela LaRioja.com, en Pagos del Rey –la bodega que el grupo manchego Félix Solís tiene en La Rioja– se van a pagar, por ejemplo, entre 30 y 60 céntimos de euro por la uva tinta y entre 60 y 65 por la blanca. El año pasado los precios mínimos establecidos por la Consejería eran de 80 céntimos el kilo. Aún no sabemos cuáles serán estos precios oficialmente, pero los agricultores insisten en que “se sitúan claramente por debajo de los costes de producción”.

“Las bodegas tienen posición de domino sobre nosotros y están incumpliendo la ley porque nos pagan menos de lo que nos cuesta”, explica Salinas. “Si la consejería lo quiere ver ya sabe dónde tiene que ir. El viticultor no denuncia porque si denunciamos no nos compran más en la vida. Son las administraciones las que tienen que velar porque se cumpla la ley”.

“No es que haya una investigación, ni una denuncia, es que se sabe”, prosigue el responsable vitivinícola de la UAGR. “Tenemos mucha incertidumbre y mucho miedo. Estamos vendimiando y no sabemos si nos la van a coger. Voy a ir a una bodega y te dicen que no les hace falta, pero te hacen un favor pagándola a 50 céntimos. Me hacen un favor que me joden vivo”.

Para Alcolea, la prohibición de la venta a pérdidas, la medida estrella del ministerio que dirige Luis Planas para calmar las aguas tras las grandes manifestaciones de agricultores que hubo antes de la pandemia, no sirve de nada: “Es una pérdida de tiempo. Esa ley no se puede aplicar porque no tiene sanciones administrativas”.

Consultado por DAP, fuentes de Félix Solís niegan que se vaya a pagar la uva por debajo de precio: “Siempre fijamos los precios de manera individual con cada agricultor y cumpliendo escrupulosamente la Ley de la Cadena Alimentaria, no pagando nunca un precio por debajo de los costes de producción”.

En este sentido, explican desde la compañía, hay que tener en cuenta que la ley no aplica a las cooperativas, que están exentas de su cumplimiento, y concentran aproximadamente el 85% de la comercialización de uva en España.

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¿Hay que arrancar cepas?

Con tamaño panorama, cada vez se habla más entre los viticultores de la solución final: arrancar viñas. Una medida drástica que se tomaría a golpe de subvenciones, pero sobre la que hay opiniones encontradas.

Está creciendo la presión para que haya subvenciones por arrancar viñedos

El arranque no solo serviría para reducir la superficie total de viñedos, sino también para evitar la concentración de estos en manos de las grandes bodegas. “Hay gente mayor, jubilada, que tiene viñas que no les dan dinero y se las venden a la bodega”, explica Salinas. “Lo que queremos es que no pasen todas esas viñas a las bodegas porque cada vez van a necesitar menos uva. Se podría sacar dinero de la PAC, ayudas para ese arranque voluntario”.

El arranque, en cualquier caso, no deja de verse como una suerte de derrota. “El problema es que mucha gente se quiere retirar de la agricultura, dinero hay poco y cuando se reparta la cantidad que van a dar por hectárea es muy complicado que se arranque por ese valor”, apunta Alcolea. “¿Dónde se pone el tope? No es que no sea partidario de arrancar, pero lo que se haga se tiene que hacer con sentido común, no para dar la solución inmediata a alguien sin poner solución al sector. Estamos perdiendo un patrimonio por cuatro duros”.

De opinión similar son en Félix Solís: “No podemos apoyar el arranque de viñedos. Al contrario, lo que hay qué hacer es potenciar el consumo de vino, escuchando también a los consumidores, adaptándonos a los nuevos hábitos de consumo y potenciando variedades de uva que se adapten a esa demanda. Hay por ejemplo zonas de España como Castilla y León o Castilla-La Mancha donde el viñedo fija población y es un claro motor económico que hay que potenciar y preservar”.

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Y mientras en los bares…

Teniendo en cuenta que sobra uva, que cada vez se paga más barata, y las bodegas tienen stock de sobra, ni siquiera los consumidores pueden beneficiarse de la situación comprando el vino más barato.

En los bares, el precio de la copa de vino no ha dejado de subir desde la pandemia. No hay bar de Logroño en el que la copa de crianza baje de los 2,5 euros. Lógicamente, como explican desde Félix Solís, el precio del producto final no depende solo de la materia prima, si no que hay otros costes relacionados con la comercialización que hay que tener en cuenta, más aún en un contexto de inflación. Pero los agricultores también creen que la hostelería, al final, se quiere llevar una parte demasiado grande del pastel.

“Es que triplica el valor del vino la hostelería”, comenta Salinas. “Esto no debería ser así, que una botella que compran a 5 te la vendan a 25. Es una pasada. En vez de tomarme vino me tomo dos cervezas, porque vas tres a comer y si pides dos botellas ya te sale más caro que la comida”.

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“No hemos estado muy atentos ninguno a lo que es el coste que tiene una botella en la producción ni lo que cuesta en un bar”, reconoce Alcolea. “Habrá que buscar el problema que hay también en la restauración. Hace muchos años ibas a comer, te ponían una botellita pequeña y no había que descorchar una entera, se perdía poco y no se creaba un problema. Quitemos el problema que ellos dicen que hay”.

En cualquier caso, no parece que los años venideros vayan a ser fáciles para el mundo del vino. “Somos culpables todos”, insiste el vicepresidente de ASAJA en Castilla-La Mancha. “Sé que en el sector nuestro hay gente que tiene muchas buenas ideas y lo que hay que hacer es trabajar cuando acabe la campaña para que otro año cuando llegue el mes de junio tengamos soluciones, esto no vuelva a suceder y no sigamos en una ruina continua”.

Imágenes | Alvaro Fuente/Tom Bradnock/Saioa Rodríguez Obieta/Wavebreakmedia Micro (Freepik)

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