Soy de las personas a las que le gusta muchísimo madrugar para notarme activa y también para ser muy consciente de mis sensaciones. Adoro el aire fresco de la madrugada sobre mi piel y también estar presente cuando la oscuridad se convierte en luz.
Como me despierto muy pronto también desayuno temprano, es lo que me pide mi cuerpo: una comida nutritiva y equilibrada que le aporte algunos de los nutrientes más necesarios. Aprovechando la tranquilidad de los primeros minutos del día, me siento a la mesa para disfrutar de los alimentos que preparo.
Cuando mi nivel de energía sube después de haberme alimentado bien, soy capaz de salir a hacer deporte incluso cuando muchas otras personas están aún desperezándose. Me basta con 30 minutos caminando o haciendo rodar la bicicleta para notar que todo funciona bien. Puede que os preguntéis ¿cómo es posible hacer ejercicio físico después de una de las comidas principales? en realidad creo que para afrontar una actividad deportiva de cierta intensidad debemos haber repuesto nuestras energías, y por otra parte un buen desayuno debe ser completo pero no copioso.
Así que por la mañana suelo tomar un zumo de naranja, cuatro tortitas de arroz con aceite o un pedazo de bizcocho ligero y un gran vaso de leche sin lactosa a la que no añado nada más. En ocasiones prefiero acompañar mi zumo con una macedonia de manzana y uvas o plátano, en estos casos puedo prescindir de los hidratos y dejarlos para más adelante.
Para mí el vaso de leche es un clásico, siempre me gustó el sabor y además ahora puedo disfrutar de ella plenamente. Y esto es porque he descubierto que al tomarla sin lactosa como la de Kaiku, mi cuerpo funciona mejor y puedo realizar cualquier actividad tras el desayuno sin sentirme pesada. Tan solo media hora de deporte matutino pone en forma músculos y articulaciones y me ayuda a estar activa durante todo el día. Es mi truco: mover el cuerpo tras haberme alimentado bien y cuando todo a mi alrededor aún está tranquilo, la sensación es inigualable.
Desde que somos pequeños aprendemos a entender el valor de determinados nutrientes, y todos sabemos que el calcio es necesario para el crecimiento y mantenimiento de los huesos. Ya sabéis que muchos adultos son intolerantes a la lactosa, pero lo cierto es que la leche sin lactosa nos sienta bien a todos, y sobre todo de cara a afrontar actividades físicas o que requieran concentración, porque proporciona unas digestiones ligeras y agradables. Y lo mejor es la posibilidad de seguir obteniendo los beneficios que nos aportan los lácteos.
Imágenes | ubrayj02, Sam Felder
Macarena González es una mamá a la que le gusta meterse en la cocina para elaborar platos clásicos, y también para experimentar con nuevas texturas y sabores. Está convencida de que la comida es fuente de salud, por eso cada día dedica tiempo a escoger los mejores ingredientes con los que preparar alimentos para su familia. Es editora en Peques y Más.