El consumo de carne de caballo ha sufrido grandes variables desde la autorización y reglamentación de su comercio en 1914, aunque parece ser que el primer establecimiento que vendió carnes de equino en nuestro país, se encontraba en Figueres (Girona), en 1910, pero su consumo se remonta sobre el año 1807.
A pesar de ser considerada una de las mejores carnes de consumo por su aporte nutricional, no es demasiado apreciada ni se establece como tal en la mayoría de hogares. Sus mejores repuntes de consumo pueden considerarse que se situaron durante la guerra civil española y con la segunda guerra mundial, aunque una vez mejoraban las condiciones económicas del país, la demanda de carne de caballo volvía a decaer. También ha sido una carne recurrida durante las crisis de las vacas locas, pues es similar a la res joven, incluso contiene menos grasa, más hierro y proteínas que la magra de vacuno.
El aporte de carbohidratos de la carne de caballo también es ligeramente superior al resto de carnes, de ahí su característico sabor dulzón. Al ser un alimento de fácil digestión, puede ser introducida en la dieta de grandes y pequeños. Pero también ha causado rechazo por su relación con la triquinosis, por lo que si se compra, hay que asegurarse de que procede un establecimiento autorizado y con sus respectivos controles sanitarios.
Galicia cuenta con una larga tradición en la cría de caballos en el monte destinada al consumo de su carne, ésta es consumida sobre todo en el País Vasco, Francia, Valencia y Palencia, donde elaboran la cecina de caballo.
Con intención de promocionar la carne de caballo gallega, ya que reconocen que apenas es demandada, el próximo domingo 15 de abril, realizarán una degustación gratuita. Más de 300 kilos de carne de potro, con pan y vino, serán repartidos a los asistentes a la Feria de Pascua en A Estrada.
Y tú, ¿eres consumidor habitual u ocasional de carne de caballo?
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