Sé que no es una novedad una feria medieval y no es la primera vez que hablo de una de ellas, pero esta me hace especial ilusión, es la I Feria Medieval de Vila-seca, mi pueblo.
Como el resto de las ferias de este tipo, los puestos de ventas están vestido de la época a conjunto con los vendedores, los niños participan en antiguos juegos, los artesanos demuestran como fabrican en vivo y en directo sus creaciones de joyería, de piel o de madera por ejemplo, las brujas y los brujos te echan las cartas, los músicos pasean por las calles con su música a cuestas y los malabaristas intentan mantener en el aire 50 bolas a la vez.
Pero lo que más me gusta de los mercados y las ferias de este tipo, son los puestos de productos naturales y artesanales. Es precisamente en este tipo de eventos donde y cuando merece la pena aprovechar la ocasión para adquirir productos con esos extras añadidos.
Tenemos la oportunidad de ver como amasan y cuecen en el horno de leña el pan de nueces, que nos vamos a llevar todavía caliente a casa, comer una crep, mientras esperamos a que se cueza nuestro pan y comprar miel con chocolate.
Pelear con los niños del grupo, para intentar convencerles que no hace falta que se coman todo lo dulce que ven y pelear con los padres de los niños del grupo, para convencerles de que no cabe en casa tanto queso, tanto embutido y tanta cerveza artesanal.
De todas formas, entre peleas, paseos y risas he llegado a casa cargada con infinidad de cosas, de esas tan especiales que no se encuentran en ningún supermercado y casi en ninguna tienda por pequeña que sea, ya contaré algo sobre el chocolate de horchata y la miel de chocolate.
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