El verdadero horticultor, en el fondo, ama comer, así que la cocina y la gastronomía son el centro de esta práctica
La cocina y la gastronomía están en el centro de cualquier huerto: tanto en su espíritu, como en su finalidad y en sus medios. El verdadero horticultor, en el fondo, ama comer.
Esto es: se suele tener un huerto por amor a los ingredientes que este da y al hecho de comer; la misión de cualquier huerto es conseguir las mejores cosechas posibles y, por último, a través de la cocina se puede mejorar este nivel de producción de cualquier huerto a través del compost.
Gran parte de los ingredientes que se procesan en la cocina pueden integrarse en el compost, ese abono orgánico que se consigue a través de la descomposición controlada y natural de los ingredientes. De hecho, merece la pena aprovechar el paso de estos ingredientes por nuestras manos para maximizar la producción y, de algún modo, cerrar el círculo de la sostenibilidad.
Los mejores alimentos para formar parte del compost son los restos de verduras y frutas, las cáscaras de huevo, los posos del café, restos de té y el papel y el cartón que no estén impresos o lleven adhesivos). Su uso en la creación de este fertilizante orgánico permite, además, reutilizar una gran cantidad de productos que, de otro modo, terminan en la basura sin sentido.
Los básicos
Para compostar en casa lo primero que hay que tener es un poco de espacio en el que se pueda emplazar un cajón de madera o un contenedor o cajas de plástico con agujeros (como por ejemplo una caja de fruta de plástico). Bastará con un rincón para que quepa esta pequeña instalación que, eso sí, debe poder ventilarse a menudo.
Este contenedor no debe poner en contacto con el suelo (con la tierra), lo que haría que la mezcla se pudriera y estropeara. Por ello, hay que conseguir separar al máximo una y otra partes, y resulta ideal una caja o cualquier recipiente.
Otro de los básicos para poder compostar en casa es contar con tierra, de la que hay que disponer una primera capa en el fondo del recipiente. Otro elemento indispensable son suficientes residuos orgánicos para ir alimentando al compostador, algo que se da, sin duda, en cualquier cocina en la que haya un mínimo de trote.
Capa sobre capa
Para que entre en funcionamiento la descomposición de los ingredientes, es importante agregar, sobre la capa de tierra, una segunda capa de restos orgánicos y sobre esta hay que echar otra de tierra, y así sucesivamente.
Este proceso de capas alternativas hay que ir repitiéndolo hasta que se colme el compostador con la materia orgánica recopilada, y entonces solamente quede esperar a que el paso del tiempo (y la descomposición natural) haga su magia.
Sin embargo, será necesario regar el conjunto, de forma que la mezcla en el interior del compostador se mantenga húmeda pero no encharcada.
Además, debe quedar ventilada gracias a los agujeros del recipiente, o en caso de no tenerlos, ir abriendo la caja para que el proceso químico por el que los microorganismos descomponen la materia orgánica en dióxido de carbono y los residuos resistentes en humus pueda seguir adelante.
Fotos | Eva Bronzini/Pexels
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