El final del invierno marca el inicio de un periodo de intensidad hortícola que es una ventana de oportunidad para tu huerto
El cultivo de tomates requiere una planificación cuidadosa para garantizar una cosecha abundante y de calidad. Elegir el momento adecuado para plantar es totalmente clave para que las plantas crezcan sanas y produzcan frutos sabrosos y en abundancia.
El clima y la temperatura juegan un papel fundamental, así que lo que vale para unas zonas puede no servirle a otras a nivel de calendario. Por ello, lo que los expertos en horticultura recomiendan es fijarse en la subida de las temperaturas.
Los tomates son plantas que prosperan en temperaturas cálidas, por lo que es recomendable plantarlos cuando por la noche se superan los 10 grados y durante el día, al menos, se alcanzan entre 21-27 grados.
En la mayoría de las regiones, el período ideal suele ser después de la última helada, entre finales de invierno y principios de de primavera, ya que las bajas temperaturas pueden afectar el crecimiento y desarrollo de la planta. Para estar seguros, es importante revisar el calendario local de heladas antes de sembrar. En algunas provincias se pueden plantar ya, en otras hay que esperar hasta finales de mayo.
Para quienes desean empezar antes la siembra, una opción es germinar las semillas en interiores unas seis a ocho semanas antes de la fecha estimada de trasplante al exterior, sino uno tendrá que conformarse con comprar plantas ya con unos centímetros. Esto permite obtener plántulas fuertes y listas para adaptarse mejor al suelo.
Cuidados previos
El suelo también es un factor clave. Debe estar bien drenado, ser rico en nutrientes. Por ello, se recomienda preparar la tierra con compost o fertilizantes naturales antes de la siembra para proporcionar los nutrientes necesarios.
Además, elegir la variedad adecuada según el clima y el espacio disponible influye en los resultados. Mientras que los tomates de crecimiento indeterminado producen frutos durante toda la temporada, los determinados tienen una producción más concentrada en el tiempo.
Por último, el riego y la exposición al sol son cruciales. Se recomienda un riego profundo y regular para evitar el estrés hídrico. En conjunto, los tomates necesitan al menos 6-8 horas de sol directo al día para desarrollarse correctamente.
Fotos | ROMAN ODINTSOV y cottonbro studio
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